Desde el principio de los tiempos, el hombre ha intentado conquistar el planeta y a todas las criaturas que lo habitan. La historia está plagada de momentos en los que humanos han luchado con plantas y animales salvajes para hacer intervenciones cuestionables. Pero, todo sea dicho, no siempre hemos ganado las batallas contra la naturaleza. 

Desde provocar el colapso de tejados hasta instigar guerras de emúes, hay  ocasiones en las que los humanos se metieron en problemas por su afán de dominar el planeta Tierra. Así que hemos recopilado algunos de los intentos más vergonzosos en este artículo. ¡Empecemos! 

La caída de los gatos 

Gato doméstico / Vía Pexels

En respuesta a un brote de malaria en Borneo a principios de la década de 1950, la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió un buen día matar a todos los mosquitos portadores de la enfermedad. Así que una decena de aviones rociaron un potente insecticida llamado DDT sobre la isla, lo que causó el exterminio de estos insectos.

A simple vista, un plan exitoso con un resultado igualmente exitoso. Pero el DDT no solo acabó con los mosquitos portadores de la malaria, sino que también afectó a las avispas parásitas que se alimentaban de las orugas de la paja. Sin avispas que las mantuvieran a raya, las orugas se multiplicaron provocando finalmente que las estructuras de paja en Borneo, principalmente los tejados, colapsaran sobre los habitantes. Y este fue solo el comienzo.

Un par de semanas después de lo que podríamos llamar la fumigación con DDT, los gatos de los isleños empezaron a morir. El insecticida había ascendido en la cadena alimentaria, y pasó de los gecos se comían los insectos envenenados a los gatos se alimentaban de los gecos. Como resultado, el número de ratas aumentó causando nuevas enfermedades como el tifus y la peste. Esto hasta que, en 1960, la OMS finalmente lanzó la Operación Cat Drop para detener la ola de problemas que había creado: 14.000 gatos fueron lanzados desde el aire en la exitosa operación que concluyó este penoso incidente.

La guerra del emú

Soldados / Vía Pexels

En octubre de 1932, los agricultores australianos que estaban pasando por la Gran Depresión encontraron una amenaza en sus cultivos de trigo. Cientos de emúes, estas grandes aves que se parecen a los avestruces, aparecieron de repente para pisotear y devorar sus cultivos. Los daños eran tan graves que el ministro de Defensa envió soldados a hacer la guerra contra los emúes.

El primer día de la Guerra del Emú, como se conoció oficialmente, el ejército se enfrentó a un rebaño de 50 machos con ametralladoras. Sin embargo, los pájaros se dispersaron y esquivaron las balas sin mucho esfuerzo. Seis días después, con sólo una docena de bajas emplumadas, la guerra se consideró una causa perdida y los soldados regresaron a casa. 

Los emúes migran después de su temporada de reproducción en mayo y junio, por lo que los campos de trigo proporcionaron un hábitat seguro durante ese tiempo. Pero más tarde, se retiraron a su hábitat natural, eso sí, sabiendo que le habían ganado a militares y agricultores.

Colas de rata

Ratones / Vía Pexels

En 1902, los colonialistas franceses en Hanoi decidieron que era hora de abordar el problema de los roedores y la peste bubónica que estaba en auge. Como las trampas y los gatos no funcionaron, se enviaron a los habitantes de la actual capital de Vietnam a las alcantarillas para cazar las ratas. 

Cada rata muerta valía una piastra. Los habitantes solo debían llevar la cola de la rata asesinada para cobrar su recompensa, lo que fomentó la erradicación de esta plaga durante meses. Pero a medida que el número de muertes aumentó, los funcionarios franceses notaron un extraño: había ratas sin cola correteando por la ciudad.

Los cazadores estaban liberando ratas amputadas para que pudieran reproducirse, ampliando así las oportunidades de obtener ganancias. En consecuencia, las ratas portadoras de la peste bubónica continuaron propagando la enfermedad en 1906, solo que esta vez sin sus colas. 

Entre sapos y escarabajos

Agricultor sujetando una caña de azúcar / Vía Pexels

Hacia finales del siglo XIX, la incipiente industria de la caña de azúcar en Australia encontró un obstáculo en el camino. Los escarabajos nativos habían adquirido el gusto por los cultivos y causaban enormes pérdidas al morder las raíces.

Los entomólogos se enteraron del suceso y pensaron que la solución más práctica era liberar sapos americanos en los cultivos, ya que estos anfibios tenían un extraño gusto por los insectos de la caña. Sin embargo, después de importar y soltar a más de 2.400 sapos en el área de Gordonvale, el equipo se dio cuenta de un detalle que habían pasado por alto: nunca comprobaron si los sapos realmente comen escarabajos de la caña.

Mientras la población de sapos de caña se disparó, las poblaciones de escarabajos de la caña se mantuvieron estables y los insectos continuaron devastando las plantaciones de caña de azúcar. Esto provocó una disminución de los depredadores nativos, como los quolls del norte, que ahora catalogados como en peligro de extinción. Y desde 1935, los sapos invasores todavía causan estragos en toda Australia.

Una barrera para los peces 

Pescador sosteniendo un pez / Vía Pexels

En la década de 1970, la carpa asiática se importó a Estados Unidos para hacer frente a la proliferación de algas en los estanques de acuicultura. Pero pronto estos peces escurridizos se escaparon del confinamiento y se abrieron paso hacia ríos, lo que causó muchos problemas a los pescadores de la zona. 

Tras escapar, las carpas se volvieron invasoras en el río Mississippi y sus afluentes al alejar a otras especies nativas. Esto hizo que el Cuerpo de Ingenieros del Ejército construyera una barrera eléctrica submarina en las vías fluviales de Chicago, con el objetivo de aturdir a esos invasores y alejarlos de las actividades pesqueras. Pero no todo salió como se había planificado. 

Si bien la barrera eléctrica parece haber mantenido a raya a las carpas hasta ahora, ya que su diseño las aturde mientras nadan río arriba y sus cuerpos inertes regresan hacia abajo, es posible que suceda lo mismo con los peces pequeños. Así que ahora es cada vez más difícil pescar en la zona.

Ataque a los gorriones 

Gorriones / Vía Pexels

Durante la Revolución Cultural, China experimentó una transformación industrial como ninguna otra bajo las órdenes del líder comunista Mao Zedong. El lema de la época era: «el hombre debe conquistar la naturaleza”, y esa competitividad se volvió evidente en 1958.

Mao Zedong invitó a los ciudadanos a erradicar moscas, mosquitos, ratas y gorriones, las “cuatro plagas” del país. Esto debido a que estaban convencidos de que todas ellas estaban disminuyendo el rendimiento de las cosechas al comerse el grano. Y por culpa de este decreto, cientos de gorriones fueron golpeados con ollas y sartenes hasta morir de agotamiento.

Lo curioso es que a medida que el número de gorriones disminuía en China, las presas de las aves invadieron la zona. Las langostas proliferaron y los insectos devoradores de cultivos causaron una hambruna devastadora que mató a decenas de millones de personas. El peor temor del líder comunista se había hecho realidad debido a su batalla contra las cuatro plagas. 

Estrellas de mar indestructibles

Estrella de mar / Vía Pexels

Hace algún tiempo, cuando los arrecifes de coral estaban llenos de vida, los habitantes del Indo-Pacífico intentaron matar las estrellas de mar cortándolas en pedazos. Esto debido a que satisfacen su voraz apetito succionando el tejido de los esqueletos de coral.

Pero esa brillante idea no tuvo éxito ya que, como sabemos, las estrellas de mar pueden regenerar partes del cuerpo. Sin darse cuenta, los habitantes multiplicaron el número de especies con 21 brazos cubiertos de cientos de espinas tóxicas. Aunque hoy en día la población de estrellas de mar está al borde de la extinción, curiosamente, por culpa del cambio climático.

Un infierno subterráneo

LAs calles en Centralia / Créditos: Los40

En mayo de 1962, se inició un incendio en el pequeño distrito de Centralia, Pensilvania, que supuestamente se originó como una quema intencional de basura residencial en una mina abandonada. A medida que las llamas se propagaban, los habitantes intentaron apagarlas con agua pero ningún esfuerzo pareció extinguir el fuego. 

Los desechos continuaron ardiendo hasta agosto, cuando los inspectores de minas estatales alertaron sobre la posibilidad de un incendio en la mina. Y es que, Centralia se encuentra sobre un laberinto de minas de carbón abandonadas, que pueden haber sido incendiadas por una abertura sin sellar en el pozo de basura. 

Nos gustaría decir que el incendio se apagó pero podrían pasar otros 250 años antes de que se acabe el carbón que alimenta el infierno subterráneo. Los gobiernos dejaron de combatir las llamas en la década de 1980 y optaron por reubicar a los habitantes pues, hasta hoy, arden las minas subterráneas de la ciudad. 

La naturaleza es una red compleja que los humanos apenas han comenzado a desenredar. Y a veces, cuando lo intentamos, terminamos creando un enredo aún mayor. Estos intentos fallidos por conquistar a los animales son un gran ejemplo de ello y esperamos que sean los únicos en los próximos años. 

Referencias: 

Times humans messed with nature and it backfired https://www.livescience.com/planet-earth/times-humans-messed-with-nature-and-it-backfired

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