Es muy raro que nuestro cuerpo rechace un postre, aunque la comida anterior haya sido abundante. Seguro has sentido que una parte del estómago se abre cuando llega un plato con tarta, mousse o una barrita de chocolate, pero no es por glotonería. Por más satisfechos que estemos después de comer algo salado, siempre tenemos un espacio para algo dulce. 

Lo que sentimos al ver una bandeja de postres después de cenar se conoce como “saciedad sensorial”, y los científicos de la de la Universidad de Buffalo en Nueva York aseguran que es bastante común. Parte de la razón por la que las personas dejan de comer una comida es porque están cansados de su sabor, la han probado tanto que ya no hay más estimulación. Pero si agregamos un nuevo sabor al menú, es fácil superar la sensación de “Oh, estoy lleno”. 

En pocas palabras, cambiar de alimentos salados a dulces puede aumentar nuestro apetito. Por eso es que siempre parece que tenemos espacio para el postre, a pesar de estar incómodamente llenos y con los pantalones más ajustados.

Los postres estimulan la saciedad sensorial 

Perosnas agarrando un postre dulce al final de la cena / Vía Pexels

No es ningún secreto que el cuerpo necesita diferentes nutrientes para sobrevivir. Este deseo de variedad es una adaptación evolutiva que adquirimos de nuestros antepasados para obtener vitaminas y proteínas esenciales de varios grupos de alimentos. Pero en el mundo moderno donde hay toda clase de comidas, ese deseo puede llegar a ser un problema. 

A través de la saciedad sensorial, el organismo favorece la búsqueda y el consumo de alimentos variados: dulces, amargos, salados o incluso picantes. Por lo tanto, este fenómeno es responsable de que comamos más cantidad cuanto mayor es la variedad de sabores en un plato.

«Puedes seguir presentando nuevos alimentos y hacer que las personas sigan comiendo hasta el punto en que ya no puedan comer más. Esa es una de las razones por las que la gente ahora come más de lo que necesita».

Len Epstein, profesor de la Universidad de Buffalo

¿Cómo se relaciona esto con los postres?  La variedad de sabores estimula el consumo excesivo, y es algo que podemos ver especialmente con los postres. No solo porque sean azucarados, sino más bien porque liberan un shock de dopamina. Esta sustancia química en el cerebro se asocia con sentimientos de recompensa y contribuye a los antojos, es decir, puede hacer que comas un trozo de chocolate al final.

Así que es natural que después de una comida salada, como un plato de pasta o una barbacoa, tengamos ganas de comer algo más dulce. 

Entonces, ¿siempre hay espacio al final de cada comida?

Plato de pasta / Vía Pexels

Absolutamente, y no solo hablamos de tartas y helados. Una persona puede experimentar saciedad sensorial cuando su interés en un determinado alimento disminuye porque lo ha comido repetidamente, mientras que un nuevo alimento se vuelve más atractivo. Esto aplica para quienes saltan de lo salado a lo dulce, pero también para quienes deciden cambiar su dieta. 

En un estudio de 2013, los investigadores de la Universidad de Buffalo reunieron a 31 niños en tres grupos. El primer grupo recibió macarrones con queso durante cinco días, otro grupo recibió diferentes marcas de macarrones con queso y un grupo final recibió una variedad de alimentos ricos en energía más allá de los macarrones, como nuggets de pollo y hamburguesas. Curiosamente, los niños con más variedad consumieron mucho más que los niños a los que solo se les ofreció macarrones con queso. 

Este patrón se repitió en un experimento con 32 mujeres que solían comer macarrones con queso cinco veces en una semana. Los investigadores les pidieron a algunas participantes que cambiaran la ración a una vez a la semana durante cinco semanas. Al poner en práctica el nuevo plan de alimentación, se encontró que las mujeres a las que se les presentó macarrones con queso diariamente comieron menos que las mujeres a las que se les dio una vez a la semana.

Ambos hallazgos confirman el efecto de la saciedad sensorial: cuando las personas están expuestas a algo diferente después de una comida, su apetito regresa.

Por lo tanto, los seres humanos estamos predispuestos a guardar un espacio para el “postre”. Ya sea que hablemos de algo dulce, como una tarta, o de algo amargo como una taza de café.

Referencias:

Long-term habituation to food in obese and nonobese women https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3142716/pdf/ajcn942037

Why do we always have room for dessert? https://www.livescience.com/health/food-diet/why-do-we-always-have-room-for-dessert

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