El sueño es una piedra angular del bienestar, la salud y la productividad, y su importancia ha sido reconocida ampliamente. Sin embargo, los efectos de los factores sociales en nuestros patrones de sueño aún continúan siendo un área poco explorada. En un interesante estudio llevado a cabo recientemente, se analizó el sueño de 30.082 personas en 11 países utilizando la sorprendente cantidad de 52 millones de registros de actividad de dispositivos portátiles. Los resultados obtenidos a partir de esta amplia y rica fuente de datos brindan nuevas perspectivas sobre cómo diferentes factores sociales pueden influir en nuestra forma de dormir.
Históricamente, las investigaciones sobre el sueño se han basado principalmente en autoinformes o en datos recogidos en entornos antinaturales, como laboratorios del sueño. Pero este nuevo estudio rompe con el paradigma al utilizar tecnología avanzada, específicamente ‘smartwatches’, para recopilar datos precisos y extensos a lo largo de cuatro años.

Descubriendo discrepancias en el sueño
Los resultados revelaron discrepancias sorprendentes en las horas de despertar y dormir, a veces de hasta una hora, en comparación con datos recogidos anteriormente mediante métodos convencionales. Se encontró que la hora promedio de acostarse se situaba alrededor de la medianoche y la hora promedio de despertar era a las 7:42 de la mañana. Sin embargo, lo más interesante fue el hallazgo de que el sueño está fuertemente influenciado por factores culturales y geográficos.
Aunque las horas de despertar eran similares en todos los países estudiados, las horas de acostarse variaban considerablemente según la ubicación geográfica y la cultura de cada país. Los individuos de países con mayor Producto Interno Bruto (PIB) mostraron más registros de retraso en la hora de acostarse. Asimismo, se encontró que las culturas colectivistas tendían a acostarse más tarde que las culturas individualistas.
Japón, por ejemplo, registró la menor duración total del sueño, con una media inferior a 7 horas, mientras que Finlandia mostró la mayor duración, con una media de 8 horas. Estos datos sugieren que el sueño puede variar significativamente según la cultura y la geografía, y que no es una elección puramente personal.

Métricas del sueño y factores sociales
Los investigadores utilizaron métricas esenciales del sueño, como la eficiencia del sueño, la duración del sueño y las horas de sueño excesivo los fines de semana, para analizar los patrones generales. Utilizando el análisis de componentes principales (ACP), condensaron estos parámetros en dos dimensiones principales que representan la calidad y la cantidad del sueño.
Sorprendentemente, el estudio demostró que los factores sociales explican el 55% de la variación en la calidad del sueño y el 63% de la variación en la cantidad de sueño entre los países estudiados. Los países con mayores índices de individualismo, donde se enfatizan los logros y las relaciones individuales, tenían duraciones de sueño significativamente más largas, lo que sugiere que estas sociedades tienden a acostarse más temprano.
España y Japón, a pesar de tener altas puntuaciones de colectivismo, tenían horas de acostarse más tardías. Además, el estudio encontró una relación moderada entre un mayor índice de evitación de la incertidumbre y una mejor calidad del sueño. Esto mide la aplicación de leyes y normativas generales en la vida cotidiana, lo que podría proporcionar una sensación de seguridad y bienestar que beneficia el sueño.
Un aspecto interesante que se exploró fue la relación entre la actividad física y el sueño. Aunque aumentar la actividad diaria mejoraba la calidad del sueño, reduciendo el tiempo necesario para dormirse y despertarse, no se observó que los individuos que hacían más ejercicio durmieran más tiempo. Además, el efecto del ejercicio variaba según el país, siendo más pronunciado en algunos países como Estados Unidos y Finlandia, y sin efecto evidente en Japón.
Los resultados de este estudio proporcionan un panorama más amplio y detallado sobre los patrones de sueño en diferentes países y pueden allanar el camino para implementar intervenciones personalizadas que promuevan un sueño más saludable y reparador en todas las culturas y sociedades.
Referencias:
Social dimensions impact individual sleep quantity and quality: https://doi.org/10.1038/s41598-023-36762-5