El politetrafluoroetileno (PTFE), más conocido como teflón, es un popular antiadherente hoy en día. Como no se disuelve en acetona, éter o ácido sulfúrico concentrado, es ideal para el horneado o cocinado. De hecho, podemos asegurar que toda familia tiene al menos una sartén, una olla de presión o una plancha recubierta con teflón. Pero, ¿cuál es su historia?

Aunque parece haber sido diseñado para su uso en la cocina, en realidad el teflón fue resultado de un accidente en el laboratorio del científico americano, Roy Plunkett. La idea era crear un refrigerante con una gran cantidad gas tetrafluoretileno, un compuesto incoloro e inodoro. Pero el experimento del científico se torció a último momento, cuando estaba por extraer el gas de unos recipientes similares a los de la laca del pelo.

Gracias a su error tenemos un producto que no solo es vital en la cocina, sino también para el hogar y la medicina. Después de todo, se emplea como goma para tratar la incontinencia urinaria y como base en numerosos enseres domésticos.

Así que, por si no lo sabías todavía, esta es la historia del teflón.

Un químico accidental llamado teflón

Roy Plunkett y otros químicos descubriendo el teflón / Vía Wikimedia

Cuando Roy Plunkett se encontró por primera vez con el teflón cubriendo algunos botes de almacenamiento en 1938, trató de destruir la sustancia con casi todas las técnicas conocidas por la ciencia. 

El científico fue contratado por la empresa DuPont para desarrollar una sustancia que ayudara a proteger motores contra la oxidación o la corrosión. La investigación inicial involucró el desarrollo de refrigerantes de clorofluorocarbono, algo no tóxico para reemplazar a los modelos contemporáneos que usaban dióxido de azufre y el amoníaco. Pero, con el tiempo, Plunkett empezó a experimentar con gas tetrafluoroetileno (TFE), almacenado en botes de 1 kg a temperaturas propicias para el hielo seco hasta que estuvieran listos para sus experimentos.

Un par de semanas después, el 6 de abril de 1938, Plunkett le pidió a su asistente de investigación, Jack Rebok, que instalara su aparato experimental con uno de los cilindros de TFE almacenados. Por lo general, cuando se abría la válvula de un recipiente, el gas fluía por su propia presión. Pero esta vez, no pasó nada.

El científico inspeccionó el cilindro y notó que ya no había gas. Desconcertado lo volcó y un polvo blanquecino cayó sobre la mesa del laboratorio. En ese momento comprendió que el TFE se había polimerizado en un sólido conocido como politetrafluoroetileno (PTFE). Es decir, lo que hoy llamamos teflón. 

Experimentos con el antiadherente 

Estructura química del politetrafluoroetileno (PTFE) / Vía Wikimedia

Si bien inicialmente se consideró que el experimento fue un fracaso, el PTFE demostró tener algunas propiedades notables. Era resistente a la corrosión y al calor, por ejemplo, y tenía una fricción superficial muy baja. 

Estos atributos llamaron la atención del general del Ejército de los EE. UU. Leslie Groves, quien reconoció casi de inmediato que el material era diferente y que tenía potencial. Así que Roy Plunkett y otros científicos de DuPont se dieron a la tarea de reproducirlo para su uso, a petición militar, como revestimiento en las válvulas y sellos de las tuberías que contenían uranio apto para armas nucleares. 

No obstante, cuando la Segunda Guerra Mundial terminó, DuPont le dio el nombre amistoso de teflón y encontró un uso más compatible con el capitalismo de la Guerra Fría: recubrir ollas y sartenes

Un par de años antes, en la década de 1950, los científicos habían inventado copolímeros que conservaban la mayoría de las propiedades químicas y mecánicas deseables del PTFE, pero que eran mucho más seguros. Esto motivó al ingeniero francés Marc Grigoire a inventar las primeras sartenes antiadherentes recubiertas de teflón en 1954.

El éxito del producto fue tal que siete años después se diseñaron los primeros utensilios de cocina antiadherentes. Y con ello, el PTFE pasó a ser un polímero revolucionario para hornear y cocinar alimentos. 

Cómo el Teflón ha cambiado nuestras vidas 

Pareja cocinando en una sartén annthaderente / Vía Pexels

Hoy en día, el teflón tiene una amplia gama de aplicaciones industriales aunque ninguna está relacionada con su origen bélico. Por ejemplo, se emplea en limpiaparabrisas, como repelente de manchas en alfombras, para muebles y ropa, en bombillas e incluso en ciertos productos para el cabello.

En el ámbito médico, se utiliza como material de injerto en cirugías y como recubrimiento de catéteres, ya que mantiene las bacterias y otros agentes infecciosos fuera de la superficie. 

Sin embargo, el uso más importante que se le ha dado a este polímero está relacionado con la cocina. La razón por la que una tortilla no se adhiere a la sartén es porque posee bandas de teflón que le dan impermeabilidad a esos ingredientes. El PTFE es una molécula similar a una cadena larga, hecha de átomos de carbono y flúor. El flúor se une con tanta fuerza a la columna vertebral de carbono que otros átomos no pueden entrar, por lo que simplemente se deslizan por la superficie. 

Por tal motivo, la ciudad de Filadelfia otorgó a Plunkett la Medalla John Scott en 1951 en honor a un invento que contribuyó a la «comodidad, el bienestar y la felicidad de la humanidad».

Esto nos demuestra que la historia de la ciencia está plagada de descubrimientos accidentales que pueden impactar profundamente nuestra vida diaria. Y el teflón es, a nuestro parecer, el mejor ejemplo de ello.

Referencias:

The History of Teflon Fluoropolymers https://www.teflon.com/en/news-events/history#

April 6, 1938: Discovery of Teflon https://www.aps.org/publications/apsnews/202104/history.cfm

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