¿Qué esperar después de un año en el espacio? Sabemos que la falta de gravedad y el aislamiento repercuten negativamente en el cuerpo humano, lo que supone un reto para los astronautas que planean llegar a Marte en 2040. Pero a menudo se piensa que la pérdida ósea y los problemas de visión son los únicos cambios tras una estancia prolongada en el espacio, cuando realmente no es así. 

Nuestra especie evolucionó para prosperar en la Tierra, dentro de su atmósfera, no para sobrevivir en ambientes cósmicos con microgravedad y radiación. Así que, en muchos aspectos, la exploración espacial puede cambiar el físico de los astronautas por un par de meses o durante toda su vida. 

Como prueba de ello, aquí te traemos 6 formas en las que el espacio afecta al cuerpo humano (generalmente para peor).

La pérdida muscular 

Astronauta entrenando sus piernas / Créditos: BBC

Un astronauta puede perder hasta el 20% de su masa muscular mientras pasa tan solo cinco días en microgravedad. Así lo explican los expertos de la NASA, quienes aseguran que esto se debe a la falta de carga.

Al igual que ocurre con los huesos, en un ambiente sin peso, los músculos reciben muy pocos estímulos y comienzan a debilitarse rápidamente. Esto ocurre principalmente en las partes del cuerpo responsables del soporte de la postura, como las extremidades inferiores y el tronco. La buena noticia es que este tipo de cambio no es permanente, puede corregirse con entrenamiento. Pero aún así, la capacidad física de los astronautas llega a reducirse cerca de un 40% después de una semana en el espacio.

Los estudios sugieren que este fenómeno es un resultado directo de que las células musculares produzcan menos proteínas, no tanto de una degradación de las fibras musculares existentes. Ahora bien, sea cual sea la causa, es algo que encontraremos al salir de la Tierra. 

Dolores de espalda

Espalda / Vía Pexels

Los astronautas a menudo se quejan de dolor de espalda después de regresar a casa de vuelos espaciales de larga distancia. Esta no es una coincidencia, sino más bien otro efecto de la microgravedad. 

Nuestra columna vertebral suele mantener su típica forma, ligeramente curvada, gracias a que la gravedad de la Tierra la empuja hacia abajo. Pero esto no suele ocurrir en el espacio exterior, pues no hay ninguna fuerza que mantenga las vértebras en su posición. En consecuencia, la espalda se alarga y se endereza un poco, lo que puede causar dolor. 

Estudios de la NASA aseguran que la columna vertebral puede «crecer» hasta 7,6 centímetros en el espacio, especialmente durante períodos prolongados de microgravedad. Además, la ingravidez puede provocar también una degeneración en los discos intervertebrales, los cojines amortiguadores entre las vértebras. En definitiva, dos condiciones que causan molestias a largo plazo. 

Un sistema inmune debilitado 

Astronauta de la NASA / Vía Pexels

En las naves espaciales, no hay muchos anticuerpos que puedan proteger a los astronautas. Se ha demostrado que la radiación cósmica, la microgravedad y el estrés físico de los viajes espaciales pueden debilitar el sistema inmunológico de los astronautas y hacerlos más susceptibles a infecciones y enfermedades.

¿Por qué? Todo parece indicar que estas condiciones adversas reducen la cantidad y la función de los macrófagos. Este es un tipo de glóbulo blanco que mata microbios dañinos y regula la acción de otras células del sistema inmunitario. Sin él, muchas bacterias pueden volverse resistentes en el cuerpo humano. 

Coágulos de sangre en el espacio 

Glóbulos rojos / Vía Pixabay

Al igual que cualquier otro músculo, el corazón depende del tirón continuo de la gravedad terrestre para mantenerse funcional. La gravedad atrae la sangre del cuerpo hacia el centro del planeta, obligando al corazón a contraerse lo suficientemente fuerte como para impulsar la sangre hacia arriba. Por lo tanto, en condiciones de microgravedad, el corazón puede sufrir graves lesiones.

Algunos astronautas vuelven a la Tierra con corazones mucho más pequeños, debido a la baja resistencia gravitatoria. Otros por el contrario desarrollan una disfunción en los tejidos que recubren los vasos sanguíneos, lo que aumenta el riesgo de coágulos sanguíneos durante o después de los vuelos espaciales.

Inflamaciones sin un motivo aparente 

Manos enlazadas de astronautas / Vía Pexels

Las misiones espaciales de larga distancia también pueden aumentar los niveles generales de inflamación en el cuerpo. Eso se demostró hace un par de años, gracias a dos astronautas que eran gemelos idénticos: Scott y Mark Kelly.

En un momento dado, Scott fue enviado a una misión espacial de un año mientras Mark permanecía en la Tierra. Cuando Scott regresó, los científicos aprovecharon la oportunidad para comparar cómo reaccionaban sus cuerpos en entornos tan diferentes. Fue entonces cuando descubrieron que el cuerpo de Scott era más propenso a la inflamación en microgravedad. Además, un tipo de citocina en su sangre permaneció elevado durante casi seis meses al regresar a casa.

Todo parece indicar que la inflamación elevada que provoca el espacio puede aparecer a los pocos días, y causar enfermedades cardíacas o resistencia a la insulina.

Daños en el cerebro y el ADN

Hebra de ADN / Vía Pexels

Y para finalizar, debemos destacar que los astronautas enfrentan un mayor riesgo de daño en el ADN que nosotros como terrícolas. Esto debido, nuevamente, a la radiación cósmica y la microgravedad. 

Las partículas cargadas de los rayos cósmicos pueden dañar las hebras de ADN directa o indirectamente mediante la producción de radicales libres, un tipo de molécula inestable. La microgravedad, por otro lado, puede interrumpir los procesos naturales de reparación del ADN, lo que aumenta aún más el riesgo de mutaciones genéticas. 

Esto, a su vez, puede alterar la forma y el peso de la materia blanca y gris del cerebro. Algo sumamente preocupante, ya que se trata de cambios que pueden estar presentes varios meses después de que los astronautas aterricen en la Tierra.

Así que vivir más de un año en el espacio puede ser todo un desafío para el cuerpo humano.

Referencias: 

The NASA Twins Study: A multidimensional analysis of a year-long human spaceflight https://doi.org/10.1126/science.aau8650 

How the body changes in space — usually, for the worse https://www.livescience.com/health/ways-the-body-changes-in-space

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