El COVID prolongado, conocido como secuelas post-agudas SARS-CoV-2 (PASC), continúa siendo un desafío para la comunidad médica en todo el mundo. Con más de 65 millones de personas afectadas por esta condición debilitante, se ha vuelto imperativo comprender la biología subyacente que impulsa sus síntomas.
Actualmente, no existen tratamientos efectivos ni pruebas específicas para abordar el COVID largo. Sin embargo, los investigadores del Instituto Nacional de Salud de EE. UU. han realizado un estudio exhaustivo para obtener más información sobre esta afección.
En el estudio participaron 12 personas con COVID prolongado, todas mujeres de mediana edad que habían experimentado infecciones leves de SARS-CoV-2 hace aproximadamente nueve meses. Estas personas ahora sufrían de fatiga y dificultades cognitivas que afectaban en gran medida su vida diaria. Los resultados se compararon con un grupo de voluntarios sanos que no habían tenido COVID.

Uno de los hallazgos más notables fue la disparidad en el recuento de células inmunitarias entre los dos grupos. Aquellos con COVID prolongado presentaron una reducción en el número de células T de memoria, que son responsables de reconocer amenazas específicas y activar una respuesta inmunitaria eficiente. Por otro lado, mostraron un aumento en el número de células B secretoras de anticuerpos y células asesinas naturales activadas, que se encargan de eliminar células dañadas.
Además, se observó un aumento en las moléculas de control inmunológico, como TIGIT y PD-L1, en las células inmunitarias de las personas con COVID prolongado. Esto podría indicar un agotamiento inmunológico y una respuesta anormal a la infección.
COVID prolongado y sus efectos en la calidad de vida
Los investigadores también examinaron la disfunción en el sistema nervioso autónomo, que controla funciones como la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Muchas personas con COVID prolongado experimentan síndrome de taquicardia ortostática postural (POTS), manifestado por un corazón acelerado, mareos y sensación de desmayo al cambiar de posición. Durante las pruebas, se observó que tenían dificultades para regular su frecuencia cardíaca y presión arterial en respuesta a estímulos fisiológicos.
Aunque estudios previos sugerían que los síntomas neurológicos prolongados podrían estar relacionados con la inflamación en el tronco encefálico y el bulbo olfativo, la resonancia magnética no reveló ninguna anomalía estructural en estas regiones.

A pesar de que aún se necesita más investigación, estos hallazgos preliminares sugieren que las inmunoterapias podrían ser exploradas como un posible tratamiento para el COVID prolongado en futuros ensayos clínicos. Esto podría brindar esperanza a las personas que viven con esta condición y ayudar a aliviar la enorme carga de salud pública que representa el síndrome.
La lucha contra el COVID largo continúa, y los investigadores están comprometidos en profundizar en la comprensión de sus mecanismos subyacentes. Con el tiempo, se espera que se desarrollen mejores enfoques terapéuticos y estrategias de manejo para mejorar la calidad de vida de aquellos afectados por esta afección. El estudio mencionado aquí ha sido publicado en Neurología: Neuroinmunología y Neuroinflamación, y representa un paso importante hacia el entendimiento y tratamiento del COVID prolongado.
Referencias:
Deep Phenotyping of Neurologic Postacute Sequelae of SARS-CoV-2 Infection: https://doi.org/10.1212/NXI.0000000000200097