Los humanos naturalmente sienten la necesidad de controlarlo todo y no cometer errores. Así ha sido desde que se empezaron a cuestionar su existencia, y es algo todavía se mantiene presente en la comunidad científica. Un investigador, por ejemplo, puede pasar toda su vida buscando la respuesta absoluta a un problema porque siente que esa es “la mejor manera”. Pero el perfeccionismo no nos está ayudando en lo absoluto, más bien está retrasando soluciones que podrían impulsar la evolución humana.
Así lo explica el profesor de la Universidad de Duke, Adrián Bejan, quien además considera que la perfección es nuestro peor enemigo. En parte porque este deseo de dar lo mejor conlleva un desgaste físico y emocional considerable, lo que puede aumentar los niveles de estrés, agotamiento y ansiedad. Pero especialmente porque la naturaleza no es perfecta.
La evolución es una secuencia de cambios de diseño que ocurren por sí solos en una dirección, muchas veces, impredecible. Nunca se une a un solo punto, por lo que un científico no podría hallar una explicación única usando su tablero de dibujo.
Un sistema o animal en evolución es libre y, por ende, es capaz de elegir lo que funciona y lo que no. Así que necesitamos cambiar la perfección por algo de imperfección para poder avanzar como especie.
Otro enfoque en la evolución humana

La ciencia a menudo busca pistas en la naturaleza para resolver desafíos, pero ¿qué pasaría si se empezara a mirar en la dirección opuesta? Esa es la pregunta que plantea Adrián Bejan en un nuevo artículo publicado en la revista Biosystems.
“Si los solucionadores de problemas y los constructores tuvieran la libertad de perder la nota más alta absoluta, ¿cuántos serían los diseños plausibles? En ingeniería, diseño, teatro o incluso arquitectura, cualquier diseño se beneficia de la capacidad de tomar decisiones buenas pero imperfectas”.
Adrián Bejan
Para demostrar su hipótesis, el profesor usó dos ejemplos relativamente simples: uno con las pasarelas que transportan pasajeros de un tren y otro con un pájaro que agita sus alas.
Si se mantiene constante el área total, pero con la libertad de cambiar el largo y el ancho de una pasarela de tren, se podría llevar a todos los pasajeros a su destino mucho más rápido. De igual forma, si se tiene en cuenta las diversas fuerzas involucradas en el aleteo de las aves, se puede formular una ecuación para el ritmo de las alas necesario para mantener una velocidad constante.
¿Qué relación tienen estos ejemplos con la evolución humana? No mucho, Bejan los eligió solo porque implicaban cambiar solo una variable. En pocas palabras, proporcionaban un solo grado de libertad: en el primer caso por la forma de una habitación, y en el segundo caso por el ritmo de aleteo de un ala.
Con las ecuaciones de la solución en la mano, el profesor muestra que proporcionar incluso un 1 % de margen de imperfección abre un nuevo espacio de diseño en un 28 %. Por lo tanto, antes de buscar y perfeccionar pistas, podría ser beneficioso predecir la naturaleza sin mirarla.
Abrazar la imperfección

Lo que Adrián Bejan intenta demostrar en su artículo, grosso modo, es que si uno está casado con la idea de lo “absoluto”, nunca se creará nada nuevo.
«Perseguir el mejor diseño no ayuda. La enseñanza de la ciencia debe ir de la mano con la libertad de disparar, acertar cerca del blanco y seguir adelante. No necesitamos perfeccionismo porque el objetivo final no es solo acertar en la diana, sino tener más flechas para seguir explorando».
Adrián Bejan
En temas más complejos que involucran muchas variables, como es el caso de la evolución humana, estas pequeñas tolerancias a la imperfección podrían crear una gama aún más amplia de soluciones. Es por eso que es importante centrarse menos en encontrar diseños óptimos absolutos y más en usar la libertad para moverse hacia conceptos completamente nuevos.
Así que la lección aprendida en este caso es que la ciencia debería empezar a predecir cómo funciona la naturaleza y el ser humano en lugar de buscar la respuesta perfecta. No obstante, podemos aplicar esta idea en otros aspectos de nuestra vida pues “el perfeccionismo no nos llevará a ningún lado”
Referencias:
Perfection is the enemy of evolution https://dx.doi.org/10.1016/j.biosystems.2023.104917