El reciente estudio publicado ha redescubierto uno de los casos más singulares y extraños de lesión cerebral en la historia de la medicina: el caso del Paciente M. Este individuo, que recibió un disparo en la cabeza durante la Guerra Civil Española en 1938, despertó con una percepción del mundo completamente invertida.
Este fenómeno intrigó a Justo Gonzalo Rodríguez, un destacado neurocientífico de la época, quien propuso que la magnitud y la posición de una lesión cortical determinan el efecto que esta produce. Entre los años 1945 y 1950, Gonzalo desarrolló estas hipótesis en profundidad a través de observaciones clínicas, plasmándolas en su obra «Dinámica cerebral: La actividad cerebral en función de las condiciones dinámicas de la excitabilidad nerviosa» (Vol. 1, 1945; Vol. 2, 1950). A partir de 1952, amplió su teoría sobre la dinámica cerebral, basándola no solo en conceptos fisiológicos, sino también en la idea de gradientes cerebrales. Introdujo los conceptos de similitud y alometría de los sistemas dinámicos, revolucionando la comprensión de la neurofisiología.
La relación entre Gonzalo y el Paciente M se inició cuando el neurocientífico visitó al paciente en el Hospital de Sanidad Militar de Godella, durante la Guerra Civil española. A partir de entonces, ambos establecieron una relación duradera que permitió a Gonzalo estudiar la organización funcional cerebral y desarrollar una concepción original de la neurofisiología basada en las leyes de la excitabilidad nerviosa. El objetivo de su trabajo era redescubrir al Paciente M y proporcionar una interpretación fisiológica de la dinámica cerebral.

Percepción invertida: el fascinante caso del Paciente M
El Paciente M experimentaba una percepción del mundo invertida: las personas y los objetos parecían provenir del lado opuesto al que realmente estaban. Esta inversión se extendía también a su oído y sentido del tacto. Sorprendentemente, podía leer letras y números impresos tanto en su orientación normal como al revés, sin percibir diferencia alguna. Incluso el mundo físico parecía estar invertido. Esto provocaba que se confundiera con los trabajadores que caminaban sobre andamios.
Además de la percepción invertida, el Paciente M experimentaba otros síntomas peculiares. Por ejemplo, la visión de colores despegados de los objetos, la aparición de objetos en tripleta y la daltonismo. A pesar de estos síntomas, se informó que el Paciente M lidiaba con su condición de manera bastante tranquila.
Gonzalo dedicó casi 50 años de estudio al Paciente M, lo que condujo a un cambio significativo en la forma en que comprendemos el cerebro. Durante la década de 1940, Gonzalo propuso que el cerebro no consistía en secciones independientes, sino que sus funciones estaban distribuidas en gradientes a lo largo del órgano, desafiando así la visión convencional de la época.
Según el neuropsicólogo Alberto García Molina, del Institut Guttmann de España, en el pasado se veía al cerebro como una serie de «cajitas». Según esta visión, cuando se alteraba una de estas «cajitas», se suponía que se producía un déficit específico. Sin embargo, el Dr. Gonzalo cuestionó esta concepción modular del cerebro, ya que no podía explicar los interrogantes que surgían con el Paciente M. Fue así como Gonzalo desarrolló su teoría de la dinámica cerebral, rompiendo con la visión predominante sobre el funcionamiento cerebral.

El legado del Paciente M: una revelación en las lesiones cerebrales
Al estudiar al Paciente M y a otros individuos con lesiones cerebrales, Gonzalo propuso que los efectos del daño cerebral dependen del tamaño y la posición de la lesión. Demostró que estas lesiones no destruyen funciones específicas, sino que afectan el equilibrio de diversas funciones, tal como ocurrió en el caso del paciente M. Gonzalo identificó tres síndromes:
- el síndrome central, que involucra alteraciones en múltiples sentidos;
- el síndrome paracentral, similar al central pero con efectos no uniformemente distribuidos;
- y el síndrome marginal, que afecta las vías cerebrales relacionadas con sentidos específicos.
Este trabajo pionero, basado en un caso asombroso, no es tan reconocido como debería ser. Sin embargo, la hija de Gonzalo, Isabel Gonzalo-Fonrodona, ha colaborado con García Molina en un nuevo artículo que describe la investigación relacionada con el Paciente M. Según el estudio, los casos únicos han sido una fuente valiosa de evidencia científica alternativa para comprender la función cerebral a lo largo de cientos de años, complementando los metanálisis y los grandes ensayos clínicos actuales.
El hecho de que las ideas sobre el cerebro similares a las de Gonzalo sigan siendo prominentes es una evidencia de que su interpretación de las lesiones y la percepción invertida del Paciente M estaba en lo correcto.
Referencias:
Redescubriendo al paciente M: Justo Gonzalo Rodríguez-Leal y su teoría de la dinámica cerebral: https://doi.org/10.33588/rn.7607.2023062