Han pasado casi sesenta años desde el primer mensaje enviado al espacio en busca de vida extraterrestre, pero todo sigue igual. Hasta donde sabemos, los científicos no han contactado con otras formas de vida ni hallado pruebas que respalden su existencia. Esto a pesar de que, estadísticamente hablando, existe una alta probabilidad de que haya algo más allá arriba. 

Ante el silencio de las radios, se han planteado muchas teorías. Sin embargo, tras descartar la idea de una extinción masiva o la falta de detectores sensibles, un investigador de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) parece haber encontrado la razón más probable: una humilde burbuja. 

Este experto asegura que debemos ser pacientes, pues la Tierra podría tener una burbuja alrededor que bloquea las ondas de radio emitidas por los extraterrestres. En consecuencia, sin importar cuantas señales mandemos, las posibilidades de detectar señales en los próximos años son escasas.

¿Realmente vivimos en una burbuja a prueba de extraterrestres? 

Globo terráqueo / Vía Pexels

Puede sonar extraña, pero esta teoría está bien fundamentada. De hecho, se basa en un modelo estadístico utilizado anteriormente para estudiar materiales porosos como esponjas, solo que, en este caso, se implementó para evaluar la distribución de emisores de señales extraterrestres. Tanto aquellos que pueden estar en algún lugar del espacio, como aquellos que simplemente no existen. 

El modelo de investigación comienza con la suposición de que hay al menos una señal electromagnética en la Vía Láctea en un momento dado, y que la Tierra ha estado en una burbuja tranquila durante al menos seis décadas o más.

Si este es el caso, estadísticamente deben haber menos de 1 a 5 emisiones electromagnéticas por siglo en cualquier parte de nuestra galaxia. ¿Qué quiere decir esto? En pocas palabras, son más comunes las supernovas que las señales extraterrestres. Esto debido a que la aparente burbuja en la que vivimos es como una esponja porosa. 

“Es posible que hayamos tenido la mala suerte de descubrir cómo usar los radiotelescopios justo cuando atravesábamos una parte del espacio en la que las señales electromagnéticas de otras civilizaciones estaban ausentes”.

Claudio Grimaldi, biofísico del EPFL

La Tierra está en silencio

Señales en el cosmos / Vía Pexels

El mensaje de esta teoría se puede resumir en dos palabras: “ser pacientes”. Buscar rastros de vida extraterrestre en el Universo requiere tiempo y esfuerzo. Siguiendo el escenario más optimista, con las condiciones establecidas en el modelo, se estima que podrían pasar al menos sesenta años más antes de que tengamos éxito con una transmisión alienígena. Y siguiendo el pesimista, tendríamos que esperar unos 2.000 años para captar una señal con un radiotelescopio.

«Para mí, esta hipótesis parece menos extrema que asumir que estamos constantemente bombardeados por señales pero que, por alguna razón, no podemos detectarlas».

Claudio Grimaldi

En evaluaciones como esta, que involucran probabilidad, a menudo hay suposiciones que se pueden manipular. Es por eso que debemos aclarar algo muy importante: el problema en este caso no son los instrumentos que usamos para observar el espacio, sino una fuerza superior que nos rodea y nos mantiene aislados. 

Quizás mejores herramientas podrían conducir a una mayor probabilidad de hallar vida extraterrestre, pero eso no es lo más importante. Todavía tenemos mucho espacio que cubrir en la búsqueda, por lo que hay que buscar señales en los datos recopilados por otros telescopios en lugar de usar solo los dispositivos para comunicaciones extraterrestres.

Si se hubiera desarrollado una civilización extraterrestre lejos de nuestra galaxia, esta podría estar agrupada alrededor de un grupo de planetas que nuestra burbuja terrestre no alcanza a ver. En consecuencia, solo un dispositivo en el espacio podría percibir esas señales.

Así que, en resumen, hay demasiado espacio para escanear y lo más probable es que no se crucen en nuestro camino suficientes señales extraterrestres. De una u otra forma sí estamos en una “burbuja”.

Referencias:

Inferring the Rate of Technosignatures from 60 yr of Nondetection https://www.doi.3847/1538-3881/acc327

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