En apariencia, calamares y pulpos son prácticamente lo mismo: dos animales esponjosos con ocho brazos y un par de ojos gelatinosos. Pero su estilo de vida refleja cuán diferentes son en realidad, especialmente a la hora de comer.
Aunque ambos pueden saborear el mundo a través de sus tentáculos, lo que perciben es completamente diferente. Dos artículos recientes han revelado qué sustancias están sintonizadas a los receptores de los pulpos y de los calamares, y los resultados son fascinantes.
Los pulpos parecen tener la capacidad de detectar materiales que no son muy solubles en agua, como la grasa y el aceite. Por lo tanto, logran percibir sabores dulces, salados, amargos y ácidos en el entorno. Algo que no podemos decir de los calamares, ya que sus ventosas solo detectan los sabores amargos.
¿Entonces los pulpos están más desarrollados? No lo sabemos, pero esta divergencia en su paladar definitivamente hace que actúen diferente al momento de cazar, capturar y protegerse de los depredadores.
Una cuestión de gustos
Los cefalópodos son, de momento, los únicos animales marinos que pueden saborear al tocar. Tienen receptores quimiotáctiles en las ventosas que combinan los sentidos del gusto y el tacto, por lo que es como si sus dedos fueran también sus lenguas.
Esta particularidad se conoce desde 2020, cuando se empezaron a estudiar los receptores. Para que nos hagamos una idea, son un grupo de proteínas agrupadas en forma de tubo, extremadamente similares a los receptores que se encuentran en los humanos. No obstante, nosotros tenemos estas estructuras en el cerebro mientras que en los cefalópodos se encuentran únicamente en los tentáculos.
Hasta aquí, los pulpos y los calamares son parecidos. Sin embargo, analizando los receptores se hace evidente la diferencia.
Los investigadores descubrieron que los receptores de los pulpos son activados por moléculas grasas, incluidos los esteroides similares al colesterol. Esto le permite al cefalópodo buscar en el fondo marino y las grietas presas que le gustaría comer. Por no mencionar que los capacita para rechazar una fuente potencial de alimento que no tenga un buen sabor.
En el caso de los calamares, los receptores en sus ventosas solo se activan al entrar en contacto con sabores amargos. Esto hace que duden más, o rechacen por completo, los alimentos recubiertos con un compuesto amargo. Probablemente porque es el único sabor que les ayuda a determinar qué es y qué no es comestible.
¿Por qué pulpos y calamares perciben sabores diferentes?

El último ancestro común entre los dos cefalópodos vivió hace unos 300 millones de años. Desde entonces, los calamares y los pulpos han forjado sus propios caminos evolutivos, lo que ha dado lugar a algunas adaptaciones fascinantes.
Los investigadores descubrieron que los receptores quimiotáctiles diferentes habían surgido después de que los calamares y los pulpos se separaran. Entonces, todo parece indicar que se desarrollaron de forma independiente para impulsar nuevas estrategias de caza.
“Este es un ejemplo de evolución convergente y divergente que pueden explotarse para comprender la base molecular de la novedad en todos los niveles de organización biológica».
Ryan Hibbs, neurobiólogo en la Universidad de California
Todavía hay muchas preguntas sin respuesta, como por ejemplo, ¿por qué los pulpos necesitaban receptores más diversos? ¿O qué tanto han influido estos mecanismos en su comportamiento? Pero es evidente que estos receptores únicos sientan las bases para comprender las principales transiciones funcionales en los cefalópodos.
Así que puede que este paladar divergente nos ayude a entender cómo surgieron criaturas marinas tan extrañas como los calamares o los pulpos.
Referencias:
Structural basis of sensory receptor evolution in octopus https://doi.org/10.1038/s41586-023-05822-1
Sensory specializations drive octopus and squid behaviour https://doi.org/10.1038/s41586-023-05808-z