Desde 1970, los pacientes con trastorno por consumo de heroína utilizan metadona para reducir los efectos negativos de la abstinencia. Esta sustancia tiene un poderoso efecto analgésico, capaz de aliviar el intenso deseo de consumir drogas al actuar sobre los receptores opioides en el cerebro. Pero, curiosamente, la metadona también es una droga y del mismo tipo que la heroína. 

¿Entonces estamos sustituyendo una sustancia por otra? El empleo de metadona como tratamiento para la heroína ha generado cierta resistencia por sus inconvenientes. Después de todo, los opioides sintéticos también causan adicción, somnolencia, vértigo o náuseas. Sin embargo, revisando su historia podemos llegar a entender por qué sigue siendo el tratamiento principal en los programas de deshabituación. 

Orígenes de la metadona

Este opioide sintético fue creado a finales de la Segunda Guerra Mundial ante la escasez de morfina. Durante esa época se utilizó para luchar contra el dolor crónico hasta que, en 1960, comenzó a distribuirse como un analgésico. Esto hizo que muchos médicos en Estados Unidos se plantearan su uso en una terapia de sustitución para heroinómanos. 

Soldados / Vía Pexels

De hecho, en 1965, Marie Nyswander y un equipo de la Universidad Rockefeller probaron esta sustancia con pacientes adictos a la heroína y, para su sorpresa, obtuvieron grandes resultados. La metadona había transformado por completo a estas personas: su abstinencia disminuyó al punto que podían volver a la escuela, conseguir trabajos y conectar con familiares y amigos. 

A diferencia de la morfina o la heroína, la metadona tiene una duración de acción mucho más lenta. Esto quiere decir que los pacientes pueden estar entre 19 y 40 horas bajo sus efectos después de la primera dosis. Algo que facilita enormemente el control diario en el consumo de drogas. 

Es por eso que la metadona se popularizó en muy poco tiempo como un tratamiento más de deshabituación. En 1970, ya no era un experimento radical que ocurría dentro de los muros de la Universidad Rockefeller. Por el contrario, estaba en los titulares, y la gente tenía opiniones y muchas preguntas al respecto.

¿Una terapia contra la heroína o un sustituto?

Para los médicos de la época, la metadona no era una solución en absoluto. Principalmente porque, si bien permitía que el paciente pudiera llevar una vida mucho más normalizada, no curaba la dependencia de estas personas. 

Hubo una enorme cantidad de escepticismo. Después de todo, la idea de las terapias de abstinencia era la «recuperación», es decir, estar fuera de las drogas. Tener pacientes que toman otro opioide indefinidamente suponía un cambio radical en el tratamiento.

Sin embargo, la metadona estaba superando todas las expectativas. A los pacientes les estaba yendo bien, de hecho, uno de ellos obtuvo un título en ingeniería aeronáutica. Un reconocimiento impresionante, y todo esto mientras tomaba metadona. 

De igual forma, los presos que usaban esta sustancia podían trabajar, hablar, eran ordenados y no robaban dentro de sus celdas. Así que el gobierno estadounidense concluyó que esto es lo que debían hacer: darle a los pacientes con dependencia un opioide todos los días, pero una legal y analgésico.

“Es como una vitamina. Viven en el hospital durante unas dos semanas y pasan de la heroína de la calle a la metadona. Allí estabilizan la dosis y luego vienen todos los días a la clínica a tomar su metadona por la mañana. Eso los transforma en miembros de la sociedad respetuosos de la ley, que pagan impuestos y que funcionan”.

Marie Nyswander 

¿Realmente necesitamos metadona?

A medida que estos primeros programas de metadona se difundieron, también dividieron profundamente a la gente. ¿Era esto realmente un tratamiento? ¿Podría llamarse medicación con metadona? 

Mano sosteniendo pastillas / Vía Pexels

Incluso se planteó en algún punto cambiar esta sustancia por métodos menos radicales, especialmente para las mujeres embarazadas con problemas de adicción. Sin embargo, ninguna de estas propuestas podía compararse al “cielo sintético” que ofrecía la metadona.

¿A qué nos referimos con esto? Esencialmente a sus efectos, pues se trata de un opioide hecho para solucionar problemas. 

Si bien el riesgo de sobredosis no desaparece en los consumidores de metadona, sucede de forma mucho menos frecuente que cuando se administra heroína. Además, en grandes dosis puede bloquear cualquier subidón de euforia si un adicto decide que quiere seguir adelante e inyectarse un poco de heroína. Esto debido a que es un antagonista, es decir, actúa bloqueando la activación de los receptores opioides. 

Por lo tanto, en vez de controlar la abstinencia y el deseo de consumir la droga, trata el trastorno evitando que las drogas produzcan efectos de recompensa. Es gracias a esto que pueden llevar vidas más normales, pues sus emociones están estables. 

“¿Es una molécula de metadona más inmoral que una molécula de insulina? No deberíamos confundir la medicación con la inmoralidad”.

Katie Hafner, locutora en el podcast The Lost Women of Science

Puede que otros opioides cumplan la misma función, pero la metadona ha demostrado ser el método más eficaz hasta la fecha. Y a medida que se establecieron más clínicas y comenzaron a aparecer las llamadas “fábricas de píldoras”, esto se hizo evidente. 

Hoy en día es indispensable para tratar la adicción a la heroína pero, sobre todo, para darle a los pacientes la posibilidad de trabajar, estudiar y disfrutar de la vida. 

Referencias:

Methadone Maintenance versus Synthetic Heaven: Inside the Historic Fight over Heroin Treatment https://www.scientificamerican.com/article/methadone-maintenance-versus-synthetic-heaven-inside-the-historic-fight-over-heroin-treatment/

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