Por mucho que nos pueda gustar la soledad, los humanos necesitamos compañía casi tanto como agua, aire o alimento. Pasar muchas horas aislado del mundo ocasiona una reacción biológica desagradable, que nos hace perder energía poco a poco. Así lo explican los psicólogos Ana Stijovic y Paul Forbes de la Universidad de Viena en Austria.
Ellos encontraron sorprendentes similitudes entre el aislamiento social y la privación de alimentos. Al parecer, ocho horas de soledad pueden agotarnos tanto como pasar ocho horas sin comer. Esto debido a que ambas situaciones alteran la respuesta homeostática del cuerpo, el “centro de control” que nos ayuda a equilibrar la presión sanguínea, la temperatura corporal, la frecuencia respiratoria, los niveles de glucosa y otros procesos internos.
Investigaciones previas ya habían sugerido que el aislamiento duradero, como el que vivimos durante la pandemia de Covid-19, nos pone en riesgo en más de un sentido. Pero nunca antes se había explorado el porqué.
Ahora tenemos una idea mucho más clara de lo que ocurre en nuestro cuerpo cuando nos alejamos de otras personas.
Menos energía y más fatiga

Para estudiar a fondo este fenómeno, los psicólogos reunieron a 30 voluntarios que fueron examinados durante tres días separados de ocho horas cada uno. El primer día llevaron a cabo una prueba sin contacto social, el segundo día una prueba sin comida, y para el último día limitaron tanto el contacto social como la comida.
De forma paralela, el equipo estudió a otros 87 participantes que vivían en Austria, Italia o Alemania durante los períodos de restricción por culpa del Covid-19. Estas personas habían pasado al menos ocho horas aislados, así que se les pidió que respondieran preguntas a través de sus teléfonos inteligentes. Siendo precisos, las mismas interrogantes que se preguntaron en la prueba de laboratorio: sobre el estrés, el estado de ánimo y la fatiga.
Curiosamente, tanto la prueba de laboratorio como el experimento de campo mostraron que las personas afectadas por la falta de compañía suelen sentirse tan agotadas como aquellas que pasan largas horas privadas de alimento.
«Ambos estados indujeron una disminución de la energía y un aumento de la fatiga, lo cual es sorprendente dado que la privación de alimentos literalmente nos hace perder energía pero el aislamiento social no debería».
Paul Forbes
Entonces, es evidente que la comparación entre no tener interacción social y no tener sustento alimenticio es completamente válida.
¿Necesitamos compañía para sentirnos bien?

Estas pruebas también revelaron que las personas que viven solas o que disfrutan particularmente de las interacciones sociales son las más propensas a sentirse agotadas cuando se aíslan. Sus niveles de energía cayeron en picada durante los días en los que no interactuaron con nadie en comparación con los días en los que tuvieron algunas conversaciones breves.
Así que sí, necesitamos compañía para evitar esta reacción biológica. Pero, ¿por qué?
El hecho de que veamos este efecto, incluso después de un breve período de aislamiento, es debido a lo que los expertos llaman “la respuesta homeostática social”. Para alcanzar un equilibrio en nuestras funciones vitales, el cuerpo tiene una serie de recursos de autorregulación que se denominan homeostasis. Estos mecanismos corrigen ciertas alteraciones, pero hay varios factores que pueden provocar que el balance se rompa: el medio en el que vivimos, el aire que respiramos o los alimentos que ingerimos.
Cuando ocurre esto, el cuerpo intenta volver a equilibrarse provocando reacciones biológicas que pueden llegar a consumir mucha energía. Entonces, a medida que se extiende el tiempo de aislamiento, es probable que el daño empeore.
«Sabemos que la soledad a largo plazo y la fatiga están relacionadas, pero nunca antes habíamos estudiado los mecanismos inmediatos que subyacen a este vínculo».
Ana Stijovic
Estudios previos han sugerido que la soledad puede causar desde obesidad hasta un riesgo significativo de muerte prematura. Por lo tanto, si bien es cierto que pasar tiempo a solas puede ser relajante para algunas personas, no hay que olvidar a los otros. Necesitamos equilibrar los breves momentos de aislamiento con los de socialización para ser más felices al final del día.
Referencias:
Homeostatic Regulation of Energetic Arousal During Acute Social Isolation: Evidence From the Lab and the Field https://doi.org/10.1177/09567976231156413