Seguramente has escuchado y seguido al pie de la letra esta afirmación: “Solo se necesitan 21 días para cambiar y formar un nuevo hábito”. Maxwell Maltz, famoso cirujano plástico en los años 60, fue el primero en utilizarla. Esa cifra, de hecho, se basó en sus observaciones sobre el tiempo que les tomó a los pacientes adaptarse a sus nuevas caras.
Desde entonces, nos aferramos a la idea de que en unas pocas semanas podemos hacer cambios significativos en nuestra vida, como empezar una nueva dieta o despertarse a la misma hora todos los días. No obstante, se necesita más tiempo del que imaginas para formar un nuevo hábito.
¿Cuánto exactamente? Eso depende del tipo de comportamiento pero, en promedio, debemos trabajar 66 días para que se integre con éxito a la rutina y se vuelva automático. Es decir, hay que dedicarle dos meses como mínimo a cada hábito.
Entre 21 y 254 días, no hay un “número mágico”

Recientemente, los investigadores de la Universidad de Chicago y la Universidad de Pensilvania descubrieron que algunos hábitos tardan más en formarse que otros. Las personas que empezaban a entrenar por primera vez, por ejemplo, tardaban alrededor de seis meses en entrar en el ritmo. Sin embargo, solo se necesitaban un par de semanas para desarrollar el hábito de lavarse las manos.
Estudios anteriores también habían sugerido que, contrario a la creencia popular, las personas tardan aproximadamente dos meses en establecer un hábito vinculado a una señal diaria como desayunar. Esto fue lo que motivó al equipo a estudiar el tema a fondo.
Para ello analizaron los datos de más de 30.000 personas que se ejercitaron unas 12 millones de veces durante cuatro años, y los datos de más de 3.000 trabajadores de hospitales que se lavaron las manos colectivamente 40 millones de veces durante casi 100 turnos. Todo ello a través de herramientas de aprendizaje automático capaces de monitorear cuándo los comportamientos se volvían predecibles y, por lo tanto, un hábito.
“Vigilamos a los participantes para determinar su compromiso con cierto comportamiento. Los miembros del gimnasio tenían que deslizar el dedo al llegar. El personal involucrado en un estudio separado que monitoreaba el lavado de manos en los hospitales tenía que escanear una tarjeta de identificación cada vez que se lavaban las manos”.
Colin Camerer, investigador en el Instituto de Tecnología de California
Al hacerlo, encontraron una gran variación en el tiempo de formación de hábitos: tomó entre 18 y 254 días para que las personas sintieran que se había vuelto automático.
Resultados y hábitos

Si había pasado más tiempo desde la última vez que fueron al gimnasio, era menos probable que los participantes regresaran. Además, dos tercios de los asistentes se apegaron a los mismos días de la semana, siendo los lunes y los martes sus días de entrenamiento.
En cuanto a hacer que su nuevo hábito de ejercicio se mantuviera, tomó entre cuatro y siete meses lograrlo. Es decir, más del doble de lo que habían encontrado estudios anteriores.
Y lo mismo sucedió con los trabajadores de la salud. Si bien fue solo cuestión de semanas antes de que comenzaran a lavarse las manos de forma rutinaria, algunos tardaron más tiempo del esperado en adquirir este comportamiento.
Esto demuestra que formar un nuevo hábito realmente depende de la persona, y de cuánto tiempo y esfuerzo le dedica. No existen atajos ni “fechas límite” que nos ayuden a cambiar nuestro estilo de vida, ya que las rutinas se forman lentamente.
La psicología empezó a difundir el mito común de que se necesitan 21 días para formar un nuevo hábito con tal de motivarnos. Pero, curiosamente, han causado que muchas personas se frustren o se rindan al no ver resultados después de unas semanas. Entonces, esta nueva investigación, fuera del ámbito artificial de los laboratorios de psicología, puede ser útil para motivarnos de una forma más realista.
No necesitamos contar hasta los 21 días. En realidad, necesitamos entrenar nuestra paciencia como mínimo dos meses para cambiar cualquier comportamiento, por pequeño que sea.
Referencias:
What can machine learning teach us about habit formation? Evidence from exercise and hygiene https://doi.org/10.1073/pnas.2216115120