Vitamina B2, carbón activado y alga nori, estos son algunos de los ingredientes de la primera batería comestible. Sí, leíste bien. En el futuro, las baterías podrían alimentar herramientas de diagnóstico o disolverse de forma segura en nuestros estómagos.
Uno de los mayores obstáculos de la electrónica siempre ha sido la toxicidad de sus componentes. Algunas de las sustancias químicas presentes en los dispositivos modernos, como los metales pesados, retardadores de llama o agentes antiestáticos, pueden llegar a ser cancerígenos para el ser humano. Esto ha retrasado durante muchos años los avances médicos para monitorear y tratar nuestra salud desde el interior del cuerpo.
Sin embargo, esta nueva y diminuta batería podría cambiarlo todo al proporcionar una fuente de alimentación inofensiva.
De químicos a sustancias comestibles

El prototipo nació en el Laboratorio de Electrónica Impresa y Molecular del IIT, y fue creado por un equipo que tenía cierto gusto por los ingredientes exquisitos. Solo hace falta ver su receta para saberlo.
- La base de la batería está hecha de riboflavina, más conocida como vitamina B2, que actúa como ánodo. Ello junto con la quercetina, contenida en las almendras y las alcaparras, que actúa como cátodo.
- Estos electrodos se encapsularon en cera de abeja de la que emergen, a partir de un soporte derivado de la celulosa de oro comestible. En esencia, la cobertura dorada que a veces utilizan los pasteleros para la decoración.
- Además, el separador necesario en toda batería para evitar cortocircuitos se hizo con la famosa alga nori que envuelve el sushi.
- Y para aumentar la conductividad eléctrica, los investigadores emplearon un fármaco de venta libre con carbón activado, y un poco de agua.
Quizás esta mezcla no sea digna de una estrella Michelin, pero lo que le falta en sabor lo compensa en seguridad. Esto debido a que está hecha de sustancias totalmente comestibles y, como tal puede ingerirse o disolverse en el estómago una vez que haya hecho lo que sea necesario. Además, su potencial eléctrico es abrumador.

Una deliciosa fuente de alimentación
Esta batería funciona a 0,65 voltios inofensivos, y proporciona una corriente de 48 microamperios durante 12 minutos. Esto quiere decir que mantiene su carga durante docenas de ciclos, y eso que solo mide alrededor de un centímetro cuadrado.
Si alguna vez has tenido una cámara u otro dispositivo insertado en el cuerpo, como un marcapasos, seguro sabrás lo cómoda que puede llegar a ser esta batería. No solo porque evita el riesgo de intoxicación, sino también porque es mucho más conveniente y fácil de extraer en caso de que sea necesario.
Los investigadores creen que usos potenciales futuros van desde circuitos y sensores comestibles, que pueden monitorear enfermedades en tiempo real, hasta la alimentación de sensores para analizar las condiciones de almacenamiento de los alimentos.

Por ejemplo, las baterías comestibles podrían usarse para elaborar un dispositivo que verifique que los alimentos sean seguros y cumplan con los estándares requeridos antes de ser ingeridos, o mientras están en el intestino. Aunque, cabe destacar que necesita estar fuera del cuerpo humano para recargarse.
“Estamos desarrollando dispositivos con mayor capacidad y reduciendo el tamaño total. Estos desarrollos se probarán en el futuro para impulsar robots blandos comestibles».
Mario Caironi, investigador de electrónica molecular en el Instituto Italiano de Tecnología
Todo esto aún está lejos de materializarse, claro está. Pero los investigadores detrás del prototipo esperan que su trabajo conduzca a nuevos desarrollos en el campo, como baterías más grandes y sostenibles con ingredientes naturales.
Así que en el futuro podríamos ver el nacimiento de una nueva generación de dispositivos electrónicos, hechos con algas, celulosa y frutos secos.
Referencias:
An Edible Rechargeable Battery https://doi.org/10.1002/adma.202211400