Los pulpos están llenos de rarezas que no dejan de sorprendernos. Una de ellas es su capacidad para saborear con sus tentáculos: pueden agarrar a sus presas y degustarlas al mismo tiempo con lo que vendrían siendo sus brazos.
¿Cómo es eso posible? Aunque muchos piensan que los octópodos vienen del espacio exterior, podemos asegurar que no hay nada misterioso en esta habilidad. Un par de estudios encontraron varias células sensoriales en las ventosas de estos animales, capaces de recoger sabores en una superficie o sustancias químicas que flotan en el agua.
Hay células para el tacto y otras para el gusto, pero ambas recubren los tentáculos. Por lo tanto, los pulpos parecen tener extremidades extraordinarias que podrían ayudarles a distinguir algo inanimado de un sabroso almuerzo de camarones, pescado o cangrejo.
Saborear al tocar

Los investigadores saben desde hace mucho tiempo que los pulpos tienen más neuronas en los brazos que en el cerebro central. Esto es lo que permite que cada extremidad funcione de forma independiente, como si tuvieran ocho cerebros en lugar de uno.
Sin embargo, no eran conscientes de que cada brazo puede sentir el ambiente y saborearlo de forma diferente. Fue gracias a un equipo de la Universidad de Harvard que encontraron una estructura distintiva en la superficie de las células del tentáculo. Estamos hablando de cinco proteínas en forma de barril agrupadas para crear un tubo hueco.
Dentro de estas proteínas hay al menos 26 genes que pueden crear millones de combinaciones químicas distintas para detectar varios gustos: dulce, salado, amargo, ácido, y umami.
Cuando los investigadores analizaron el genoma de los pulpos, notaron que estos receptores tienden a unirse a moléculas «grasosas» que no se disuelven en agua. Por lo tanto, están optimizados para detectar sustancias químicas en superficies como la piel de un pez o el fondo del mar.
“Nuestros resultados demuestran que el sistema nervioso del pulpo distribuido periféricamente exhibe propiedades excepcionales de filtrado de señales, las cuales están mediadas por receptores sensoriales altamente especializados”.
Lena van Giesen, bióloga molecular en la Universidad de Harvard
Células quimiotáctiles, ¿el secreto de los pulpos?

Sus resultados sugieren que estas células sensibles evolucionaron de forma independiente después de que los ancestros de calamares y pulpos, famosos cefalópodos, divergieran hace unos 300 millones de años. Se desconoce la razón, pero probablemente surgieron para facilitar las cacerías.
“Los pulpos suelen sentarse en el fondo del mar y buscar presas a tientas, por lo que tener una variedad de tentáculos sensibles es crucial”. Cliff Ragsdale, biólogo evolutivo de la Universidad de Chicago
Para demostrarlo, el equipo de Harvard observó por primera vez a dos pulpos hembras en acción. Le ofrecieron a cada uno su comida favorita, un cangrejo violinista, junto a un objeto inanimado a través de un agujero en el tanque. Los pulpos se soltaban al tocar el objeto, pero curiosamente los tentáculos que encontraban un cangrejo atraerían a la presa más cerca.
Tal comportamiento sugiere que estas células quimiotáctiles envían señales solo en el primer momento en que el pulpo hace contacto con un objeto. Por lo tanto, ayudan al animal a distinguir la comida más apetitosa.
Además, los receptores no respondieron a las sustancias químicas comunes que producen una sensación de olor y gusto en la mayoría de los animales. Solo fueron sensibles a la cloroquina, un compuesto que los humanos encuentran amargo, y a unas moléculas llamadas terpenoides, sustancias defensivas que emiten animales marinos como las medusas, las esponjas y los moluscos.
“Nuestros hallazgos plantean muchas preguntas, incluida la forma en que los retoños envían información sensorial al cerebro del pulpo y cómo el cerebro la interpreta. Sin embargo, el análisis genético indica que al menos tres especies de pulpos tienen un sistema sensoriomotor único”.
Cliff Ragsdale, biólogo evolutivo de la Universidad de Chicago
Así que todo parece indicar que los pulpos tienen el sentido del gusto en los tentáculos, por lo que son capaces de saborear todo a su alrededor.
Referencias:
How octopuses taste with their arms https://doi.org/10.1038/d41586-023-01010-3