Antes teníamos que salir de casa para ver a nuestros familiares y amigos cercanos, pero ahora solo necesitamos activar la cámara del teléfono o computador para empezar a socializar.
Las videoconferencias se han convertido en parte de nuestro día a día. Si no podemos ir a la oficina, planificamos una reunión virtual con nuestro jefe desde casa. Si nuestros amigos se mudaron lejos, hacemos videollamadas a primera hora de la mañana. Esta facilidad para comunicarnos desde cualquier parte del mundo puede parecer mil veces mejor que las interacciones cara a cara, pero realmente no es así.
Dos nuevos estudios dirigidos por investigadores de Stanford Medicine examinaron cómo nos sentimos durante las videoconferencias y han concluido lo siguiente: las interacciones virtuales en realidad son duras y difíciles para el cerebro.
¿Por qué? Pues simplemente por la dinámica de las plataformas virtuales.
Interacciones en línea vs. interacciones en persona

Sus hallazgos sugieren que las videoconferencias cambian nuestro comportamiento del habla. Aunque podemos trabajar con la misma eficacia en ambas situaciones, las interacciones en línea limitan un aspecto particular de la conversación conocido como los “turnos”. Es decir, cuando se cambia de orador a receptor y viceversa.
En estas reuniones virtuales, suelen haber menos turnos que en las interacciones cara a cara. En consecuencia, hay personas que hablan más y otras que se quedan escuchando.
«Si se interrumpen en Zoom todo el tiempo, es un poco incómodo, por lo que parece que las personas simplemente reducen esta iniciación de turnos».
Stephanie Balters, becaria postdoctoral en el laboratorio de Allan Reiss
Según comentan los expertos, esto produce sentimientos de angustia y tristeza por la falta de interacción. Después de todo, una parte siente que su opinión no es tomada en cuenta mientras que la otra considera que es la única interesada en la conversación.
Además, se necesita hacer un gran esfuerzo para escuchar a alguien hablar por horas. El cerebro tiene que procesar toda esa información e interpretarla en tiempo récord para no perderse.

“El silencio crea un ritmo natural en una conversación cara a cara. Sin embargo, cuando sucede una videollamada, estos silencios nos hacen sentir subconscientemente incómodos. Las conversaciones en línea son más exigentes en ese aspecto”.
Gianpiero Petriglieri, experto en gestión y tecnología.
Por no mencionar que algunos oradores pierden las señales verbales y las afirmaciones de los oyentes por problemas de conexión, ruidos o muteos accidentales. Así que, en definitiva, son interacciones bastante agotadoras.
Entonces, ¿son mejores las conversaciones cara a cara?
Nuestros encuentros sociales son más satisfactorios cuando estamos cerca del orador, así lo afirman los estudios. Para demostrarlo, llevaron a cabo un experimento con 72 participantes. La mitad de las parejas se conocieron en persona, la otra mitad parejas que se conocieron en Zoom.
Se le pidió a cada pareja que hablara entre sí para identificar cuatro reglas de seguridad vial, diseñar una solución para aumentar el agua en los hogares, y discutir momentos en los que sus necesidades no fueron satisfechas. Todo ello mientras sus interacciones fueron grabadas en video y audio, y su actividad cerebral fue monitoreada usando neuroimágenes.

Cuando los investigadores estudiaron los datos de las neuroimágenes, encontraron patrones distintos. Durante las interacciones en persona, el cerebro estaba mucho más relajado. En cambio, durante las interacciones virtuales se activaron muchas regiones cerebrales que podrían sugerir que ambos cerebros están trabajando más o luchando por escucharse.
Los investigadores también identificaron ciertos patrones de coherencia cerebral relacionados con más turnos. Mientras más turnos había, mayor era el sentido de cooperación entre las parejas.
Así que sí, las interacciones en línea son mucho más duras para el cerebro. Pero los investigadores aseguran que se podrían aumentar los sentimientos positivos en las videoconferencias con un simple gesto: expresar aprecio por la otra persona.
Después de completar las tareas, se les pidió a los participantes que pasaran dos minutos expresando su agradecimiento por su pareja. El breve ejercicio tuvo un gran impacto en la actividad cerebral: tanto las parejas en persona como las virtuales informaron sentir más conexión con sus parejas. Por lo tanto, si bien puede ser difícil socializar en línea, hay métodos para hacer esta experiencia tan amena como las reuniones cara a cara.
Referencias:
Interactions Alter Conversational Behavior and Interbrain Coherence https://dx.doi.org/10.1523/JNEUROSCI.1401-22.2023
Expressing appreciation is linked to interpersonal closeness and inter-brain coherence, both in person and over Zoom https://dx.doi.org/10.1093/cercor/bhad032