Si a nadie nunca se le hubiera ocurrido el concepto de felicidad, seguramente seríamos mucho más felices hoy. Después de todo, a raíz de este concepto han surgido frases como “lo mejor que puedes hacer por tu felicidad es bajar tus expectativas”.
No es ningún secreto que las grandes aspiraciones pueden llevarnos a grandes decepciones. Sin embargo, creer que las personas más felices del mundo son así solo porque esperan muy poco también es un error.
Un profesor de sociología finlandés, el país de la felicidad según los sondeos, analizó el secreto de su buen humor y optimismo. Y al hacerlo, concluyó que no deberíamos bajar nuestras expectativas para ser más felices. Las altas expectativas son importantes porque nos permiten soñar y crear metas para trabajar.
Así que te podemos asegurar que nada bueno saldrá al tirar tus aspiraciones por la ventana, hablando de manera figurativa.
Secretos de la felicidad

Las ciencias sociales han dedicado buena parte de sus esfuerzos a indagar qué cosas nos proporcionan felicidad. Gracias a ellas sabemos que, a través de un proceso llamado contraste mental, todos creamos juicios sobre nuestras expectativas y decidimos qué sueños son alcanzables y cuáles debemos dejar ir.
Por ejemplo, podemos imaginarnos viviendo en un departamento lujoso con nuestros mejores amigos o viajando por el mundo. En general, somos capaces de imaginar cualquier cosa aunque en la vida real estemos sentados mirando al techo.
¿Qué tiene esto que ver con nuestra felicidad? Mucho más de lo que imaginas.
A menudo, las personas piensan que el contraste mental entre esos sueños y la realidad es dañino. En especial cuando nos imaginamos, por ejemplo, con varios hijos a pesar de tener un problema de fertilidad.
Pero las altas expectativas, lo crean o no, también nos mantienen optimistas, para que sigamos adelante frente a la adversidad. Cuando a alguien le sucede algo malo y desarrolla la expectativa de que todo saldrá bien, esto puede llevarlo a dar pasos positivos hacia adelante.
Volviendo al ejemplo anterior. Una persona con problemas de fertilidad, que sueña con tener hijos, puede tomar la decisión de someterse a un tratamiento para conseguir ese objetivo. Algo que nunca haría una persona que no espera nada de la vida.
Altas expectativas vs. bajas expectativas

En general, las aspiraciones nos ayudan a anticipar posibles obstáculos, tomar medidas para superarlos y, sobre todo, vivir con la ilusión de alcanzar esa meta. Aunque no podemos negar que, cuanto más realista sea la aspiración, mayor será nuestra motivación para trabajar en ella.
Las bajas expectativas, por otro lado, limitan nuestra capacidad de desarrollarnos y crecer. Esto debido a que solo nos dedicamos a hacer aquello que nos pide la sociedad, la familia o nuestro propio organismo, sin esperar nada a cambio.
Si no tenemos aspiraciones de éxito, por ejemplo, es más probable que nos demos por vencidos o ni siquiera nos molestamos en aplicar para un puesto de trabajo. De igual forma, si no tenemos ninguna meta amorosa, nunca conseguiremos una pareja.
Entonces, como podemos ver, hay una clara diferencia entre las altas expectativas y las bajas expectativas. Unas pueden generarnos ilusión y motivación, mientras que las otras pueden ocasionar sentimientos de impotencia y desesperación.
Por lo tanto, lo mejor que podemos hacer por nuestra felicidad es tener altas expectativas. Tanto para adaptarnos a las circunstancias cambiantes como para seguir adelante.
¿Nuestros sueños pueden hacernos más felices?

Sí y no. Si bien es útil establecer altas expectativas para nosotros mismos, también debemos tener en cuenta a amigos, profesores, colegas o familiares.
Curiosamente, somos más felices cuando otras personas tienen altas expectativas de nosotros. Pero, cuando los demás tienen bajas expectativas de nosotros, generalmente nos sentimos peor. A esto se le conoce como efecto Pigmalión y es bastante común en la adolescencia y en los entornos laborales.
Así que, para ser felices, deberíamos buscar el equilibrio entre estos dos elementos: nuestras expectativas y las de los otros.
“Todos tenemos anhelos. Algunos se convierten en metas y otros se convierten en un deseo de toda la vida que probablemente nunca se hará realidad. Pero ambos son indispensables para motivarnos”.
Jolanta Burke, autora en la Universidad de Medicina y Ciencias de la Salud
Puede que las personas no quieran tener grandes expectativas porque quieren protegerse de la decepción, lo cual es una preocupación completamente válida. Sin embargo, aprender a manejar nuestros sueños y metas puede hacernos mucho más felices que simplemente abandonarlos.
Referencias:
The Grim Secret of Nordic Happiness https://slate.com/news-and-politics/2021/04/finland-happiness-lagom-hygge.html
Having low expectations probably won’t make us happier – here’s what psychology research says https://theconversation.com/having-low-expectations-probably-wont-make-us-happier-heres-what-psychology-research-says-203084