Cuando un mosquito se posa en nuestro brazo y nos pica, sentimos la necesidad de rascarnos lo más rápido posible para eliminar la picazón. Esto también ocurre si, por ejemplo, una mosca decide caminar sobre nuestra piel con sus patas peludas.
La picazón es, ante todo, una señal protectora. Nos ayuda a evitar que los parásitos introduzcan patógenos potencialmente peligrosos en el cuerpo cuando no estamos atentos, pues nos alerta de su presencia. Sin embargo, aunque producen la misma necesidad de rascar, no todos los picores son iguales para el cerebro.
Así lo indican los científicos del Instituto Salk, quienes han revelado una vía neuronal que se dedica a diferenciar esta sensación en “picazón mecánica” y “picazón química”.
Dos formas de picar, dos tipos de picores

Resulta que la picazón causada por un insecto que se arrastra sobre la piel se conoce como «mecánica», y es distinta al picor «químico» generado por un irritante como la saliva del mosquito.
Sus hallazgos, publicados en la revista Neuron, muestran que una pequeña población de neuronas transmite la información de la picazón desde la médula espinal hasta el cerebro. Y una vez allí, se identifican las señales de neuropéptidos que regulan ambos tipos de picazón para determinar qué patógeno lo causó.
Estamos hablando de una vía neuronal que impulsa sensaciones tanto mecánicas como químicas. Algo que nunca antes se había considerado, ya que ambos escenarios provocan la misma respuesta: el rascado.
¿Cómo llegaron a esta conclusión entonces? Pues bien, el descubrimiento se basa en trabajos previos en el laboratorio de Goulding. Un par de años antes, se identificaron neuronas en la médula espinal que controlaban la picazón mecánica mas no la picazón química. Así mismo, se observó que una pequeña región del cerebro envíaba señales de amenazas, tanto externas como internas, a través del picor.
Entonces, tomando ambos datos en cuenta, los miembros del Instituto Salk decidieron estudiar la actividad inducida por la picazón en las neuronas de varios ratones.
Señales mecánicas vs. señales químicas

Durante el experimento, se centraron en el papel específico de algunas neuronas en la transmisión de señales de picor al cerebro. Al hacerlo, descubrieron que podían activar una picazón mecánica al eliminar una vía inhibitoria en el cerebro. Esto debido a que, en el tronco encefálico, diferentes células respondían al picor mecánico y al químico.
Esto permitió al equipo clasificar el “centro de alarma” del cerebro, como se le conoce a la región, en dos grupos: una vía de picazón química y una vía de picazón mecánica.
«Descubrimos que si sensibiliza una vía, se puede estimular un estado de picazón patológico y viceversa. Esto indica que estas dos vías actúan juntas para impulsar la picazón crónica».
Sung Han, profesor asistente y titular de la Cátedra de Desarrollo de Pioneer Fund

Sus hallazgos en ratones pueden extrapolarse a los humanos, ya que ambos comparten similitudes genéticas. Por lo tanto, este estudio proporciona información fundamental sobre cómo nuestro cerebro codifica estas dos formas de picazón. Por no mencionar que podría impulsar el desarrollo de nuevos tratamientos para los pacientes que sufren una variedad de afecciones crónicas con picazón, como la dermatitis atópica y la psoriasis.
La prevalencia de la picazón crónica aumenta a medida que envejecemos, eso es un hecho. Por esta razón, es importante saber lo que sucede con los circuitos neuronales que transmiten la picazón a medida que nos hacemos mayores.
Este es solo el primer paso hacia esa comprensión de la picazón en su totalidad, así que no hay mucho que comentar. Pero podemos asegurar que, ya sea una señal mecánica o una química, la decisión de rascarse es causada únicamente por este grupo de neuronas en el cerebro.
Referencias:
Identification of an essential spinoparabrachial pathway for mechanical itch https://dx.doi.org/10.1016/j.neuron.2023.03.013