Un nuevo estudio ha encontrado que la actividad física puede contrarrestar algunos de los efectos negativos de dormir muy poco o demasiado tiempo. La investigación, publicada en el European Journal of Preventive Cardiology, examinó los efectos conjuntos de la actividad física y la duración del sueño sobre el riesgo de mortalidad mediante la acelerometría. El estudio incluyó a 92,221 adultos de 40 a 73 años de edad en la cohorte del Biobanco del Reino Unido que usaron una pulsera con acelerómetro durante una semana entre 2013 y 2015. Los resultados mostraron que el aumento de los niveles de actividad física debilitó los riesgos de mortalidad asociados con la duración del sueño de corta o larga duración.

Tanto el ejercicio suficiente como el sueño saludable contribuyen a prolongar la esperanza de vida. Sin embargo, no ha quedado claro cómo la actividad física puede interactuar con la duración del sueño para promover la salud. La principal limitación de estudios previos fue el uso de la actividad física y el sueño autoinformados, que es subjetivo y puede ser inexacto. Por el contrario, un dispositivo acelerómetro registra el movimiento, lo que proporciona estimaciones objetivas y más fiables de la actividad y la duración del sueño.

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Ejercicio puede contrarrestar los efectos negativos del sueño insuficiente o excesivo

La duración del sueño por noche se clasificó como corta (menos de seis horas), normal (seis a ocho horas) o larga (más de ocho horas). El volumen total de actividad física se dividió en terciles (bajo, intermedio, alto). Los datos de mortalidad se obtuvieron de los registros de defunción. El resultado primario fue la muerte por todas las causas. Los criterios de valoración secundarios fueron la muerte por enfermedad cardiovascular y la muerte por cáncer.

Los investigadores examinaron cómo la actividad física influyó en el impacto del sueño en la mortalidad, primero observando el volumen de actividad y segundo la actividad física de moderada a vigorosa. Los análisis se ajustaron por factores que podrían influir en la relación, incluida la edad, el sexo, el origen étnico, las privaciones, el nivel de educación, la medición de la estación del sueño, el índice de masa corporal, la dieta, el tabaquismo, el consumo de alcohol y el trabajo por turnos.

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Relación entre sueño, ejercicio y riesgo de muerte

En relación al nivel de actividad física, se encontró que en aquellos que tenían cantidades bajas, tanto el sueño corto como el sueño largo se asociaron con un aumento del 16% y del 37% respectivamente en el riesgo de muerte por todas las causas. En los participantes con cantidades intermedias de ejercicio, solo el sueño breve se relacionó con un aumento del 41% en la probabilidad de muerte por todas las causas.

Por otro lado, en aquellos con una gran cantidad de ejercicio, la duración del sueño no se vinculó con el riesgo de muerte. En lo que respecta a la muerte cardiovascular, los durmientes cortos con un bajo volumen de ejercicio tenían un riesgo elevado del 69%. Dicho riesgo desaparecía cuando el ejercicio aumentaba a volúmenes moderados o altos. En el caso de la muerte por cáncer, las personas que dormían mucho tiempo con poca cantidad de ejercicio tenían un riesgo elevado del 21%. Pero este riesgo desaparecía con volúmenes moderados o altos de ejercicio.

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Efectos del sueño y ejercicio en la salud

Se observaron resultados similares en cuanto a la actividad física moderada a vigorosa. En los participantes que no cumplían con las recomendaciones de la OMS, tanto el sueño breve como el sueño prolongado se relacionaron con un aumento del 31% y del 20% respectivamente en el riesgo de muerte por todas las causas. Sin embargo, estos riesgos desaparecieron en aquellos que cumplieron con las recomendaciones. En el caso de la muerte cardiovascular, los durmientes cortos que no cumplían con las recomendaciones sobre la intensidad del ejercicio tenían un riesgo elevado del 52%. Este riesgo desaparecía en aquellos que sí cumplían las recomendaciones. Por último, en la muerte por cáncer, las personas que dormían mucho y no cumplían con las recomendaciones tenían un riesgo elevado del 21%. Pero este riesgo desaparecía en aquellos que seguían las recomendaciones de la OMS.

El Dr. Zhang concluyó que «nuestros hallazgos sugieren que los esfuerzos para promover la salud deben centrarse tanto en la actividad física como en la duración del sueño para prevenir o retrasar la muerte prematura en adultos de mediana edad y mayores, en lugar de centrarse en un solo comportamiento. En un escenario ideal, las personas deberían obtener cantidades saludables tanto de sueño como de actividad física. Sin embargo, nuestro estudio indica que hacer suficiente ejercicio puede compensar parcialmente el impacto perjudicial de una mala noche de sueño».

Referencias:

Joint Association of Physical Activity and Sleep Duration with Risk of All-cause and Cause-specific Mortality: A Population-Based Cohort Study Using Accelerometry: https://dx.doi.org/10.1093/eurjpc/zwad060

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