Puede que en alguna ocasión hayas sido víctima de un contagio emocional, la forma más básica de empatía. Por ejemplo, cuando le devolviste la sonrisa a ese desconocido que te dio los buenos días, o cuando te molestaste con alguien solo porque él también estaba enojado. 

Esta tendencia a alinearse con las emociones de los demás es bastante común en los seres humanos. De hecho, se dice que nuestros cerebros evolucionaron para ser más empáticos con el tiempo y así mejorar las relaciones sociales. 

Pero nuevos datos del Instituto Gulbenkian de Ciência (IGC) han confirmado que los mecanismos que utilizamos para “empatizar” en realidad se remontan al grupo más antiguo de vertebrados, los peces. Lo que quiere decir que este comportamiento tan humanizado se cultivó en los océanos.

Los peces también pueden “ponerse en los zapatos del otro”

Pez cebra viendo a otro pez cebra / Créditos: Biotech

El equipo portugués descubrió que los peces cebra, famosos sujetos de prueba en ensayos toxicológicos, oncológicos y neurológicos, tienen empatía. Básicamente, pueden leer e imitar las emociones de otros peces a su alrededor. 

Para demostrarlo, llevaron a cabo un experimento con una docena de peces. Algunos de ellos eran de la misma especie, mientras que otros pertenecían a cardúmenes más grandes. 

Curiosamente, cuando los peces cebra encontraban a sus congéneres heridos o en peligro, reflejaban ese comportamiento. En pocas palabras, se sentían igual de aterrorizados que el resto aunque no estuvieran en la misma situación.

“Es impresionante que los peces se acerquen al cardumen en peligro, dado que, en la naturaleza, esto podría significar que un depredador está cerca”.

Kyriacos Kareklas, coautor del estudio

Al analizar sus cerebros, los investigadores notaron que el pez cebra utiliza áreas del cerebro equivalentes a algunas de las que los humanos también utilizan para reconocer y emparejar emociones. Por lo tanto, estamos hablando del mismo tipo de contagio emocional que caracteriza a nuestra especie. 

El secreto detrás de la empatía

Ahora bien, ¿por qué los peces y humanos pueden empatizar? La respuesta está en el neurotransmisor que regula nuestras emociones y el apego hacia otros seres vivos, la oxitocina.  

Mujer apoyando a otra, otra muestra de empatía / Vía Pexels

La oxitocina está presente en la mayoría de los seres vivos, desde mamíferos hasta vertebrados acuáticos. Es uno de los factores que tenemos en común peces y humanos. Por no mencionar que es vital para que desarrollemos emociones como el amor y, al parecer, la empatía. 

Todos los peces cebra que mostraron alteraciones genéticas en la oxitocina o en sus receptores ignoraron por completo a sus congéneres en peligro. Esto demuestra que la molécula es necesaria para sembrar el miedo, por ejemplo, cuando uno de los miembros del cardumen está herido. O también, en nuestro caso, para hacernos sonreír cuando vemos a otra persona sonriendo.

«Nos dimos cuenta de que estos observadores se acercan al banco en peligro incluso cuando vuelven a nadar normalmente, mientras que los peces mutados prefieren estar cerca del grupo que siempre había estado en un estado neutral». 

Kyriacos Kareklas

Entonces, todo parece indicar que la oxitocina es el secreto de la empatía tanto en la superficie como bajo el agua. 

Sin embargo, este es solo el primer paso para entender por qué empatizamos a diario con los demás. Estos peces son el modelo perfecto para estudiar dicho comportamiento social y sus mecanismos neuronales, así que los científicos esperan poder experimentar con “su empatía” en otra ocasión.

Pero, en cualquier caso, estos hallazgos confirman que las emociones de los demás afectan nuestro cerebro y nos hacen actuar inconscientemente en algunas ocasiones. 

Referencias:

Evolutionarily conserved role of oxytocin in social fear contagion in zebrafish https://doi.org/10.1126/science.abq5158

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