En Nairobi, Kenia, se tiran unas 50 millones de toneladas de desechos electrónicos cada año. Podemos encontrar tanto restos de teléfonos usados como plomo y otros metales pesados que contaminan el aire y causan lluvias ácidas.
Sin embargo, dos kenianos autodidactas han descubierto cómo darle la vuelta a esta crisis ambiental. En su pequeño laboratorio improvisado en las afueras de Nairobi, el dúo está construyendo prótesis biorrobóticas con esos desperdicios. No para venderlas precisamente, sino para ayudar a los vecinos que perdieron alguna extremidad a causa de un accidente industrial.
«Vimos a las personas que viven con discapacidades pasar por muchas dificultades y deseábamos hacerlas sentirse mucho más capaces».
David Gathu
Los dos autodidactas, Moses Kiuna de 29 años, y David Gathu de 30 años, crearon su primera prótesis en 2012. Y desde entonces, no han dejado de innovar con brazos biorrobóticos que parecen fabricados por una compañía. Aunque el único ingrediente es la chatarra.
De los desechos a las prótesis

Solo una de cada diez personas que necesitan una prótesis puede acceder a ella en todo el mundo, debido al alto costo de fabricación. Esto hace que en los países pobres sea prácticamente imposible tratar una discapacidad, como la pérdida de una extremidad.
No obstante, con materiales más económicos, se podrían crear prótesis accesibles e igual de funcionales para los pacientes. Eso es lo que todavía intentan demostrar estos kenianos, que han estado recorriendo vertederos alrededor de la capital durante más de una década.
Sus dispositivos utilizan un receptor de auriculares para captar señales cerebrales y convertirlas en una corriente eléctrica, que luego se envía a un transmisor para hacer que la prótesis se mueva. Aunque el proceso suena muy sofisticado, en realidad es producto de muchas pruebas y errores.
Gathu abandonó la escuela a los 17 años y Kiuna abandonó la universidad un par de años después. Por lo tanto, tuvieron que estudiar neurofisiología por su cuenta, leyendo libros, y practicar lo aprendido con el único material que tenían disponible: los desechos electrónicos.
Fue entonces cuando dieron con la receta para darle una segunda vida útil a la chatarra, como brazos biorrobóticos. Y siendo honestos, no les ha ido nada mal con ella.
Innovando para ayudar a otros

Hasta ahora, el dúo de kenianos ha ayudado a 20 personas discapacitadas que necesitaban una prótesis con urgencia. Sin embargo, esperan ofrecer sus brazos biorrobóticos y otras innovaciones a muchos otros pacientes alrededor del mundo. Después de todo, al hacerlo no solo están brindando una mano amiga a quienes se quedaron sin una, sino que también están resolviendo poco a poco la crisis ambiental en su país.
“Le dimos nuestro primer brazo protésico a un vecino que había perdido su extremidad, eso lo ayudó a operar solo en la casa. La innovación es lo que impulsará el futuro».
Moses Kiuna
Además, cuando llegó el Covid-19, ellos construyeron un dispositivo para esterilizar billetes con tecnología infrarroja. Y más tarde, un generador de energía verde que convertía el oxígeno en electricidad, con el objetivo de hacer frente al cambio climático. Ambos dispositivos salvaron la vida de cientos de personas en Nairobi.
Por lo tanto, estos dos autodidactas son la prueba de que cualquiera puede hacer una contribución significativa simplemente poniendo un poco de interés en el otro: ya sea un vecino, amigo o familiar.
Referencias:
Kenyan innovators turn e-waste to bio-robotic prosthetic https://medicalxpress.com/news/2023-03-kenyan-e-waste-bio-robotic-prosthetic.html