Las redes sociales se hicieron para una sola cosa: compartir contenido a modo de imágenes, videos o textos. Sin embargo, eso no lo convierte en un buen hábito.
Estar ansioso por compartir contenido puede hacernos más susceptibles a las noticias falsas o fake news. Esto debido a que pensamos menos en si esa información es cierta o no, y más en el deseo de darla a conocer.
Así lo indican los investigadores del MIT, quienes llevaron a cabo un experimento con varios usuarios activos en Twitter y Facebook.
Lo malo de compartir contenido a diario
Durante la investigación, le pidieron a los participantes que evaluaran por su cuenta si las noticias que habían encontrado en línea sobre la pandemia de Covid-19 eran veraces o no. Para ello, realizaron un pequeño cuestionario en el que se les preguntaba primero si compartirían ese contenido, y luego qué tan precisa era la información.

Curiosamente, las personas que compartían con frecuencia en sus redes sociales eran un 35 % peores a la hora de distinguir las verdades de las falsedades. De hecho, tuvieron un 18 % menos de éxito cuando se les preguntó acerca de compartir el contenido justo después de evaluarlos.
Si bien es cierto que el hábito de compartir contenido y la capacidad de juzgarlo ocurren en dos procesos diferentes en el cerebro, los resultados sugieren que existe un vínculo entre ambos.
“Incluso el simple hecho de considerar si compartir noticias en las redes sociales los confunde. Notamos que esto reduce la capacidad de las personas para distinguir la información real de la falsa”.
David Rand, profesor del MIT
¿Por qué este hábito afecta nuestra percepción de la verdad?
Las redes sociales cambian nuestra sensibilidad a los estímulos, varios estudios lo han demostrado. Sin embargo, el problema no parece estar en nuestra mente sino en nuestra forma de juzgar.
Al realizar la encuesta, los investigadores estaban explorando dos hipótesis: la primera sobre el intercambio, y la segunda sobre los juicios de noticias. Ellos pensaban que, si se les preguntaba sobre la veracidad de una noticia que compartirían, las personas serían más exigentes con respecto al contenido porque no querrían asociarse con noticias engañosas.

Sin embargo, ocurrió todo lo contrario. Cuando se les preguntó si compartirían la información, las personas empezaron a creer en los titulares en los que antes no habrían creído.
Esto puede parecer absurdo, pero es producto de una distracción generalizada. Al preguntarle a la gente sobre la veracidad de algo, los estamos incitando a tomar una postura. Y al preguntarles sobre si lo compartirían o no, los estamos incitando otra vez. Así que, al cuestionales ambas cosas al mismo tiempo, lo que estamos haciendo es confundirlos al punto de impedirles analizar ese texto correctamente.
“Si te dijera que iba a compartirlo, entonces digo que lo creo porque no quiero que parezca que compartí algo en lo que no creo. Tenemos evidencia de que eso no es lo que está pasando. En cambio, se trata de una distracción más generalizada».
Ziv Epstein, estudiante del grupo Human Dynamics del MIT
Esto quiere decir que las personas susceptibles a las falsedades parecen estar más influenciadas por sus patrones de actividad en línea que por una intención activa de engañar a otros. Aunque eso no hace menos dañino su hábito de compartir noticias falsas, insultos o contenido de odio.
Pero, quizás, con estos datos y un poco de trabajo, esas plataformas de redes sociales podrían rediseñarse para crear entornos en los que sea menos probable confundirse al compartir contenido.
Referencias:
The social media context interferes with truth discernment https://dx.doi.org/10.1126/sciadv.abo6169