En la madrugada del 26 de abril de 1986, cuando dos explosiones sacudieron la planta de energía nuclear de Chernóbil, la ciudad se volvió inhabitable. Las personas huyeron y dejaron atrás a sus mascotas, pensando que nunca las volverían a ver por culpa de la radiación.
Sin embargo, más de 35 años después, los descendientes de esos perros siguen deambulando entre los edificios abandonados. Han logrado encontrar comida, reproducirse y sobrevivir en los entornos más duros y sin ayuda de los humanos. Pero, ¿cómo es esto posible?
Todos sabemos que, en los días posteriores al accidente, los equipos de rescate mataron a miles de animales para detener la propagación de la radiactividad. Y aún si hubieran escapado de la carnicería, sería muy difícil vivir en uno de los lugares más radiactivos de la Tierra.
En teoría, todo iba en contra de estas mascotas peludas. Pero un estudio reciente, publicado el 3 de marzo en Science Advances, reveló algunos detalles curiosos sobre los 302 perros salvajes que viven en la planta de energía.
¿Cómo sobrevivir a la radiación en Chérnobil?
El accidente en el reactor arrojó material radiactivo al aire. Como resultado, la vida en la planta y en las áreas circundantes se acabó: los pinos se secaron y muchas especies de insectos desaparecieron.
Sin embargo, los animales que estaban lejos de la explosión no corrieron con la misma suerte. Un puñado de estudios han informado que algunas golondrinas de granero y moscas de la fruta en Chérnobil sobrevivieron debido a mutaciones genéticas positivas.
Esto es importante porque son justamente las mutaciones las que han alejado a las personas de la planta nuclear por varias décadas. Para nosotros, una mutación causada por la radioactividad es un riesgo. Pero eso fue precisamente lo que salvó a los cachorros abandonados en la zona de exclusión, un área de 2.600 kilómetros cuadrados.
O al menos eso indican los investigadores de la Universidad de Carolina del Sur en Columbia. Durante tres años, recolectaron varias muestras de sangre sedando a los perros de Chérnobil con dardos tranquilizantes. Así descubrieron que los cachorros que vivían en la planta de energía, ahora bajo un sarcófago, eran genéticamente distintos de sus parientes que vivían a pocos kilómetros.
La mayoría eran labradores, pero en su ADN había varios genes de otras razas así como variaciones desconocidas. Esto probablemente por la radiación, aunque no descartan otros factores como la endogamia o los contaminantes no radiactivos.
“Estamos ante una oportunidad de oro para ver qué sucede cuando generaciones de grandes mamíferos viven en un ambiente hostil. Los perros tienden a compartir muchos de los mismos espacios y dietas que los humanos, por lo que pueden sentar las bases para responder una pregunta crucial: ¿Cómo sobrevivir en un entorno hostil como este durante 15 generaciones?”.
Elaine Ostrander, genetista de los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU
¿Qué podemos aprender de los perros en Chérnobil

Los investigadores aseguran que la mayoría de los perros que están estudiando parecen ser descendientes de las mascotas que los residentes abandonaron en Chérnobil.
Algunos de los perros viven en la planta de energía, un entorno industrial distópico. Otros están a unos 15 kilómetros, y los últimos a casi 45 kilómetros de distancia. Allí se han mantenido durante décadas, lo que demuestra que las preocupaciones soviéticas sobre cómo los perros migrarían y propagarían material radiactivo eran exageradas.
Estos animales están cazando otras criaturas en la zona, comiendo los alimentos traídos por los voluntarios y apareándose muy cerca de casa. Por lo tanto, parece que estas mutaciones leves en su ADN fueron más una ventaja que un problema.
Sin embargo, esto no quiere decir que los humanos corran con la misma suerte si se exponen a los niveles actuales de radiactividad en Chérnobil. Los investigadores están todavía analizando qué es diferente, qué ha cambiado en su ADN, qué ha mutado, y cómo esto los ha ayudado a sobrevivir sin consecuencias. Así que no hay mucho que podamos aprender todavía de estos animales, más allá de hacerle frente a los problemas con actitud.
«Aunque son salvajes, todavía disfrutan mucho de la interacción humana. Cuesta creer que no sientan rencor o miedo hacia nosotros”.
Elaine Ostrander
Pero, sin duda, en los perros está la clave para volver algún día a Chérnobil.
Referencias:
What Chernobyl’s stray dogs could teach us about radiation https://doi.org/10.1038/d41586-023-00629-6
The dogs of Chernobyl: demographic insights into populations inhabiting the nuclear exclusion zone https://dx.doi.org/10.1126/sciadv.ade2537