Muy pocos logran afrontar la rutina con una sonrisa. Las personas felices tienen distintas maneras de pensar y de actuar. Es gracias a su actitud positiva que logran mantener un estado de alegría duradero y, francamente, envidiable.
Aunque parezca que hay personas que nacen con esa felicidad desbordante y otras que no, en realidad todos podemos convertirnos en “personas felices”. Solo debemos cambiar algunos hábitos en nuestro día a día.
¿Cuáles serían esos hábitos? Los psicólogos han descubierto que las personas felices suelen tener relaciones sólidas, una buena salud física y una mente activa. Así que hemos recopilado cuatro prácticas sencillas que te ayudarán a disfrutar de las pequeñas cosas.
Esto es lo que hacen las personas felices para mantenerse motivadas.
Construye nuevas amistades y refuerza las antiguas

Dicen que la amistad es la mejor medicina, y no se equivocan. Hablar, escuchar, compartir y divertirnos con amigos y familiares es un hábito que puede ayudarte a liberar estrés y aumentar la producción de serotonina.
Un estudio reciente demostró que una interacción corta con una persona cercana hace que nuestros días sean mejores. Da igual el tema de conversación, si se gastan bromas o si demuestran afecto. Lo importante es tener esa conexión social, ya que naturalmente buscamos consuelo para sentirnos más felices y realizar otras actividades.
Así que intenta hablar con tus seres queridos cada día o al menos escribirles un mensaje. Pasar demasiado tiempo a solas puede generar emociones negativas.
¡Muévete!

Pasar horas sentado frente a un computador no te hará feliz. Tu cuerpo necesita moverse, como mínimo, una hora todos los días.
La actividad física regular, aunque no lo creas, ocupa un lugar en la lista de la felicidad. Varios estudios demuestran que el ejercicio estimula la producción de endorfinas, un antidepresivo natural, y además libera serotonina, que es el neurotransmisor de la felicidad por excelencia.
Por lo tanto, dedicar un par de horas al día a actividades como nadar, bailar o hacer yoga, se traducirá en un mayor bienestar a largo plazo.
Entrena tus emociones positivas

Las personas felices no solo se mueven y hablan, también practican activamente el optimismo. ¿Cómo? Pues haciendo pequeñas cosas, como escribir lo que lograron durante el día y lo podrían mejorar.
Es fundamental entender cuál es nuestra perspectiva de la vida y cómo evaluamos las cosas para alcanzar la felicidad. Después de todo, nuestro cerebro suele recordar los eventos traumáticos antes que los felices.
Para entrenar la felicidad, el optimismo y la generosidad, podemos hacer listas con tres cosas buenas que nos hayan pasado, participar en actividades que nos produzcan estas emociones o simplemente descargar una aplicación mindfulness.
Dedícale más tiempo a tu mascota

Casi todas las personas felices tienen mascotas: gatos, perros, loros o ratones. Los animales son parte integral de nuestra rutina, así como una fuente de felicidad instantánea.
Basta con ver un par de vídeos de gatitos en internet, para darnos cuenta de la influencia que tienen las mascotas sobre nuestro estado de ánimo. Además, diversos estudios han confirmado que los perros motivan a sus compañeros humanos a ser más activos y, a su vez, la experiencia compartida aumenta su felicidad.
Las mascotas brindan muchos beneficios saludables: reducen los casos de depresión y ansiedad, al mismo tiempo que ayudan a aumentar nuestros niveles de serotonina. Así que, si te cuesta mantener una actitud positiva cada día, deja que tu mascota se haga cargo.
Habrá ocasiones en las que la vida se vuelva complicada y nuestra felicidad desaparezca. Pero la buena noticia es que todos podemos mejorar nuestros niveles de felicidad incorporando a nuestra rutina aquello que nos hace sentir dichosos. Ese es el secreto de las personas felices.
Referencias:
Habits of happy people – as recommended by a psychologist https://theconversation.com/four-habits-of-happy-people-as-recommended-by-a-psychologist-197326
The Relationships between Physical Activity and Life Satisfaction and Happiness among Young, Middle-Aged, and Older Adults https://doi.org/10.3390/ijerph17134817