El tiburón blanco, protagonista de una de las películas más taquilleras de la historia, posee una adaptación genética que le permite curar algunas heridas bastante espantosas en un tiempo sorprendentemente corto. Es casi como si tuviera un superpoder en su ADN.

Los científicos han estado siguiendo a este depredador por muchos años, y han tomado cientos de fotos que demuestran su capacidad de regeneración.

Por ejemplo, en 2017, un gran tiburón blanco llamado “Crescent” fue visto con una aleta dorsal prácticamente desgarrada por la mitad. Probablemente a causa de una pelea con otro tiburón o un depredador mayor. Sin embargo, recientemente, Crescent apareció frente a la costa de Massachusetts, Estados Unidos, y su aleta estaba en perfecto estado. De hecho, parecía haber sido cosida nuevamente con una precisión quirúrgica.

Aunque cueste creerlo, no fue atendido por ningún biólogo marino. En realidad, su herida cicatrizó gracias al curioso ADN del vertebrado.

El genoma del tiburón blanco es un “éxito evolutivo”

De acuerdo con los expertos, los tiburones pueden curar casi por completo heridas de medio metro de largo en seis meses. Esto debido a que poseen un genoma mucho más grande que el humano, con varios genes repetidos. 

En teoría, los genomas con mucho ADN repetido deberían ser un problema para la estabilidad genética, ya que hay más genes y células aparentemente vulnerables a las mutaciones diarias. Pero en el caso del tiburón blanco, esta es una gran ventaja.

Gracias a su adaptación en varios genes vinculados con la curación de las heridas, es posible potenciar la cicatrización y la regeneración de tejido. 

Por ejemplo, en un estudio anterior se descubrió que un gen clave involucrado en la producción de coágulos de sangre sufrió adaptaciones en el ADN de los tiburones. Por lo tanto es poco probable que estos vertebrados sufran problemas vasculares.

Comparación de la cantidad del ADN de varios tiburones, peces y el humano / Créditos: PNAS

Estos resultados demuestran que el poder de autocuración de los tiburones es un vestigio de sus antepasados. Es decir, los primeros peces vertebrados que vivieron hace 400.000 millones de años.

Curarse o morir

Aunque el tiburón blanco es considerado el rey del océano, y de hecho se encuentra en la parte superior de la cadena alimentaria, su supervivencia no está asegurada. 

Este pez gigante se enfrenta a otros depredadores feroces, como las orcas, que pueden dejarlos seriamente heridos. Es por eso que, más que un superpoder, esta adaptación es necesaria para hacer frente a la dureza y la caída de otros de su especie.

Además, cuando los tiburones blancos copulan, las cosas pueden ponerse agresivas. A menudo, el macho muerde a la hembra para mantenerla cerca, y no estamos hablando de una “mordida amistosa”. Como los tiburones tienen dientes afilados, esta mordedura provoca heridas en la hembra que tienen que sanar sin infectarse. 

De estos comportamientos surge la necesidad de curarse eficientemente de las heridas en poco tiempo. 

Tiburones en el océano / Vía Pxhere

“Se nota que los largos apéndices que se encuentran cerca de su aleta pélvica, los claspers, se utilizan para aferrarse a las hembras durante la cópula. Quizás es por eso que las hembras de los grandes tiburones blancos pueden tener una piel dos veces más gruesa que los machos”.

Mahmood Shivji, investigador de la Universidad Nova Southeastern en Florida

Ahora bien, ¿por qué solo los tiburones pueden curarse? Eso todavía sigue siendo un misterio. 

Como los tiburones son criaturas tímidas y pocos estudios han examinado directamente sus habilidades, no sabemos nada sobre la evolución de su piel o ADN. Sin embargo, varios estudios sugieren que estas adaptaciones podrían ayudar a curar heridas, prolongar la vida y también a evitar el cáncer. 

La flexibilidad genética del tiburón blanco es, sin duda alguna, su mayor virtud. Es por eso que todos los científicos que estudian su ADN dejan de verlo como una amenaza, y prefieren llamarlo «una maravilla evolutiva”.

Referencias:

White shark genome reveals ancient elasmobranch adaptations associated with wound healing and the maintenance of genome stability https://doi.org/10.1073/pnas.1819778116

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