La montaña más alta del mundo es el hogar de uno de los mejores trepadores y cazadores de la estepa: el gato de Pallas.
Muchos pensaban que este felino rechoncho estaba extinto, pues desapareció de su hábitat natural hace algunos años. Pero una expedición científica reveló que todo este tiempo había estado oculto en la cima del Monte Everest, a 5.190 metros de altura.
«Es fenomenal descubrir una especie rara en un lugar inhabitable. El descubrimiento del gato de Pallas muestra la rica biodiversidad de este remoto ecosistema alpino y extiende el área de distribución conocida de esta especie al este Nepal».
Tracie Seimon, doctora a cargo de la Expedición Perpetua Planeta Everest
Los investigadores no pudieron verle la cara al felino durante su viaje de casi cuatro semanas. Solo encontraron muestras de heces con el ADN del manul, por lo que se sabe muy poco sobre su estilo de vida en la cima del mundo. Sin embargo, lo más probable es que el gato montés llegara al Everest huyendo de algo o alguien. Probablemente de las cámaras porque se trata de una especie extremadamente adorable.
Sobre el gato de Pallas

El manul tiene una apariencia peculiar, muy diferente a la del gato común. Esto debido a que se trata de un felino de origen prehistórico, con más de 12 millones de años de antigüedad.
Fue descubierto por el zoólogo Peter Simon Pallas en 1776, quien lo describió como “un gato salvaje con apariencia doméstica”. Quizás suene extraño, pero si vemos una imagen del gato lo entenderemos.
El gato de Pallas (Otocolobus manul) mide entre 45 y 65 centímetros y pesa entre 2,8 y 5 kilogramos, así que físicamente concuerda con el tamaño de un minino doméstico. Además, sus patas son cortas en relación al cuerpo, como la famosa raza munchkin que hoy en día es popular en redes sociales.
No obstante, aunque parezca una bola de pelo adorable, se trata de un felino salvaje. Tanto así que ninguno de los intentos por domesticarlo han resultado exitosos.
A diferencia de otros gatos, sus pupilas son redondas. Principalmente porque están diseñadas para ver presas en la nieve: desde conejos hasta aves. Es por eso que, en cautividad, sus crías tienen una alta tasa de mortalidad.
Felinos en la cima del mundo
El hallazgo de manules en el Monte Everest es, sin duda, un hito para la comunidad científica en general. No solo porque reafirma la supervivencia de estos gatos, sino también porque sugieren que la montaña más alta del mundo podría ser el hogar de muchas especies “extintas” o amenazadas.
Los investigadores encontraron las heces del gato de Pallas en dos ubicaciones del Everest: la primera a 60 metros de distancia y la segunda a 5.190 metros de altura. Es decir, en el territorio del panda rojo, otro animal que está en peligro de extinción debido a la caza y la pérdida de hábitat.
Además, durante el análisis apareció el ADN de un comadreja de montaña en las muestras, una importante fuente de alimento para el gato de Pallas.
“Estos resultados son una ilustración perfecta de por qué el Everest es una piedra angular para estudiar y explorar los ecosistemas de la Tierra. Esperamos que la confirmación de esta nueva especie carismática genere conciencia y educación sobre la diversidad en este icónico Patrimonio Mundial».
Tracie Seimon
La cantidad de turistas que visitan la montaña ha aumentado drásticamente, de unos pocos miles en la década de 1970 a más de cincuenta mil en 2019. Sin embargo, el gato de Pallas pasó desapercibido hasta 2019, cuando esta expedición dio con sus heces.
Así que, puede que existan otras especies escurridizas en la cima del mundo. En cualquier caso, lo más relevante de este descubrimiento es, en sí, el gato de Pallas. No sabemos cuántos hay en el Everest, qué comen o cómo viven, pero es evidente que siguen habitando el planeta.
Referencias:
First report of Pallas’s Cat in Sagarmatha National Park—Mount Everest Region, Nepal http://www.catsg.org/index.php?id=175