La Feria Estatal de Colorado fue el escenario que vio a Jason Allen llevarse el primer lugar en la categoría de “arte digital/fotografía manipulada digitalmente”. Y lo hizo con su obra «Théâtre D’opéra Spatial”. Lo que sorprendió a muchos es que logró alcanzar ese logra gracias a la inteligencia artificial Midjourney. Para Allen, la victoria fue un triunfo inesperado, pero para mucho fue una controversia. Una en la que se disputaba el futuro de la inteligencia artificial en el arte.
Midjourney, DALL-E y otras herramientas de texto a imagen son solo algunas de las herramientas que se ha abierto camino en el proceso creativo. ¿Acaso las piezas creadas con inteligencia artificial marcarán la pauta en el futuro del arte?
Esto piensa Cansu Canca, profesor asociado de investigación en Northeastern y fundador del Laboratorio de Ética de IA: «Es importante tener en cuenta las implicaciones de la automatización y lo que significa para los humanos que podrían ser ‘reemplazados. Pero esto no necesariamente requiere tener miedo de volverse obsoletos. En cambio, la pregunta que debemos hacernos es qué queremos de las máquinas y cómo podemos usarlas mejor en beneficio de los humanos».
¿Cuáles son las preocupaciones que giran en torno a la inteligencia artificial y el arte?
Más allá del plagio, el gran cuestionamiento es este: con tan solo presionar un botón, es posible crear una obra de arte que hubiera llevado miles de horas crear a mano.
Derek Curry, profesor asociado de arte y diseño en Northeastern, no cree que el arte de la inteligencia artificial reemplace el trabajo creativo de los humanos. Y es que la tecnología tiene sus límites. De hecho, Curry afirma que «gran parte de la exageración es muy similar a lo que sucedió a fines del siglo XIX con la fotografía».
De manera similar a la fotografía, Curry señala que los humanos juegan un papel importante en la creación de arte generado por IA de lo que la mayoría de la gente supone.

Curry añade lo siguiente: «Existe este proceso de ida y vuelta. Uno que, para mí, como alguien que trabaja materialmente con esto, no se siente automatizado en absoluto. Todo el mundo habla de ‘el algoritmo hizo esto’ o ‘el algoritmo hizo aquello’. Desde mi experiencia, no parece que el algoritmo esté haciendo mucho. Tienes que empujarlo a lo que sea que realmente quieras que haga».
Según Deirdre Loughridge, profesora asociada de música en Northeastern: “Si el arte generado y asistido por IA se acepta más comúnmente, los artistas tendrán que repensar cómo hacen su trabajo, emplear su tiempo y estructurar su proceso creativo”.
Loughridge argumenta que existe una falta general de alfabetización tecnológica en torno a la IA que conduce a percepciones erróneas sobre lo que puede hacer por los artistas. Por ejemplo, en la música, la inteligencia artificial se ha utilizado para la transferencia de timbres o tonos. Ello les permite a los cantantes usar sus voces como sintetizadores y cantar en un software que transforma el tono en el sonido de un instrumento diferente.
Hay que ver el potencial y no la desventaja
La inteligencia artificial debe ser visto en el arte como una herramienta más que ayudará a los artistas a brillar. De hecho, Jennifer Gradecki (profesora asociada de diseño) y Derek Curry trabajaron juntos para desarrollar una especialización en computación creativa en Northeastern. El objetivo del curso será proporcionarles a los estudiantes una comprensión crítica y creativa sobre cómo se puede utilizar la inteligencia artificial. El primer curso, introducción a la computación creativa, comenzó este otoño y hay planes para realizar otro curso de introducción en la primavera.
Gradecki y Curry esperan mostrarles a los estudiantes que la IA no es diferente a cualquier otra herramienta artística. Y que los artistas siempre están sujetos a los límites de su creatividad y sus herramientas, ya sea que utilicen un pincel, una cámara o una red neuronal. Por tanto, el arte le sigue perteneciendo a los artista y no a la IA.