En muchos países las langostas son consideradas plagas, pero estos pequeños insectos en realidad podrían salvar miles de vidas humanas si les diéramos una oportunidad. 

Un par de científicos de la Universidad de Michigan demostraron que las langostas son expertas en diferenciar las células humanas sanas de las tumorales, usando solo su olfato. Lo que significa que las langostas pueden oler el cáncer en su fase más temprana, cuando ninguna biopsia o análisis oncológico es capaz de detectarlo.

Este nuevo hallazgo podría facilitar el diagnóstico de la enfermedad a futuro, y mejorar las posibilidades de recuperación de los pacientes. Pero también despierta una duda importante: ¿cómo hacen las langostas para oler el cáncer cuando no tienen nariz? 

Las langostas usan su cerebro para detectar el cáncer

Créditos: The New York Times

Podríamos decir que la “nariz” de las langostas está representada por ese par de antenas con pelo que se ubican en su cabeza. Pero estos sensores son la parte más superficial del proceso olfativo.

En realidad, casi todo se lleva a cabo en el cerebro. Las langostas poseen una neurona olfativa que emite pulsos eléctricos, muy parecidos al de los radares, para identificar un olor y localizar su procedencia. 

Trabajos previos ya habían descubierto esta capacidad olfativa en distintas especies de insectos, por lo que los investigadores de este estudio decidieron simplemente probar el alcance de su “nariz”. Esto utilizando electrodos conectados al cerebro de las langostas, para medir su respuesta ante diferentes olores como, por ejemplo, el de las células cancerígenas.

“Los cambios en su actividad cerebral muestran cómo las langostas pueden oler varios tipos de cáncer dentro de las células, y diferenciarlos en unos pocos milisegundos”.

Christopher Contag, microbiólogo en la Universidad Estatal de Michigan.

¿A qué huele el cáncer?

De acuerdo con sus hallazgos, es fácil detectar el cáncer temprano en el aliento de los pacientes. Esto debido a los compuestos orgánicos volátiles (COV) que exhalamos con cada respiración.

El cáncer interfiere con los procesos metabólicos de las células, pues altera los metabolitos que participan en sus reacciones químicas. Con lo cual las células tumorales desprenden un hedor diferente al de las células sanas. 

Sin embargo, solo las langostas parecen percibir este olor. 

Este estudio se limitó a detectar cánceres en la boca, como el cáncer oral o el orofaríngeo. Pero los investigadores creen que las langostas pueden oler otros tipos de cáncer, como los estomacales o pulmonares, por las diferentes firmas de COV producidas.

Así que, las langostas podrían ser los mejores radares

Vía Senasa

Lastimosamente, la tasa de supervivencia de un paciente oncológico es de alrededor del 10 al 20% por ciento cuando un cáncer se detecta en etapa 4. La metástasis ocasiona tumores nuevos en todo el cuerpo que son difíciles de extraer, por lo que la mejor forma de salvar a un paciente con cáncer es detectar la enfermedad en la etapa 1. Es decir, cuando la tasa de supervivencia es del 80 al 90%.

Muchos científicos están trabajando para desarrollar una “nariz biónica” que pueda detectar cambios en los COV. Pero ese dispositivo todavía está lejos de convertirse en una realidad.

Así que este descubrimiento ofrece una solución mucho más simple para abordar el problema cuanto antes.

Si las langostas pueden oler el cáncer gracias a sus neuronas olfativas, entonces es posible “hackear” el cerebro del insecto para utilizarlo en el diagnóstico de enfermedades. Algo así como crear “langostas biónicas” para detectar y diferenciar múltiples tipos de cáncer, e incluso determinar en qué etapa se encuentran.

Solo el tiempo dirá si estas pequeñas plagas para los agricultores se volverán miembros honorarios del personal oncológico.

Referencias:

Locusts Can Smell Cancer, And It Could Give Us a Brilliant New Way to Save Lives https://www.sciencealert.com/locusts-are-actually-great-at-sniffing-out-cancer-scientists-find 

Harnessing insect olfactory neural circuits for noninvasive detection of human cancer https://doi.org/10.1101/2022.05.24.493311

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