Usando un cóctel de sangre sintética, los investigadores de la Universidad de Yale han logrado restaurar parcialmente las células cerebrales de 32 cerdos muertos.
Su intento de reanimación en realidad comenzó hace tres años, en 2019, cuando descubrieron que era posible “revivir” ciertas células animales a los pocos minutos de la muerte clínica. Sin embargo, el éxito de este experimento ha llegado recientemente, luego de que lograran mantener con vida estas células por más de 6 horas. El tiempo suficiente como para poder utilizarlas en futuros trasplantes de órganos.
¿Los científicos están creando células “zombis” para los trasplantes?

En teoría, sí. Muchos científicos han apodado a estas células como “zombis”, dado a que los cerdos no revivieron después de la intervención. Sus corazones seguían quietos y sus ondas cerebrales planas, solo las células neuronales se activaron.
Aunque, por supuesto, la intención de estos científicos nunca fue restaurar la conciencia de estas criaturas. Lo que querían probar era si, aún después de la muerte, se podían extraer órganos para trasplantar.
Los cerdos fueron sacrificados en el laboratorio una hora antes de empezar el experimento. El equipo conectó los cuerpos a un sistema circulatorio mecánico llamado OrganEx, similar a las máquinas de bombeo para el corazón y los pulmones, y les inyectó un fluido sintético para activar las células. Algo así como un elixir hecho a medida para los cerdos.
Muchos ingredientes del líquido todavía son secretos, pero en general, era una mezcla de antibióticos y hemoglobina que buscaba disminuir la tasa de muerte celular y suprimir la inflamación que daña a las células. Un factor de riesgo importante para los trasplantes de órganos.
Al inyectar esto, el equipo observó que ciertas células “volvían a la vida” dentro de los cerdos muertos. Y lo que era más importante, desempeñaban nuevamente las funciones celulares que alguna vez tuvieron. Con lo cual estas células “zombies” podrían ser el primer paso para lograr órganos universales.
“Esta tecnología también podría limitar el daño a los órganos después de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares graves. Idealmente, esto le dará a la gente la oportunidad de luchar para recuperarse de condiciones potencialmente fatales”.
Zvonimir Vrselja, investigador en neurociencia de la Facultad de Medicina de Yale
Pero todo gran hallazgo siempre viene con un dilema ético

Quizás estas células cerebrales en los cerdos muertos puedan usarse en humanos vivos, o servir de punto de partida para prolongar el periodo de supervivencia de otros órganos trasplantados como el hígado, el corazón o los riñones. Pero es muy poco probable que todas las clínicas acepten este método, porque “no es un proceso ético”.
Los investigadores no solo sacrificaron a los 32 cerdos, sino que también evitaron que algo parecido a la conciencia despertara en ellos.
Todos los experimentos se llevaron a cabo a temperaturas que inhibirían cualquier tipo de actividad cerebral, y los cerdos fueron anestesiados antes del ataque cardíaco que acabó con sus vidas. Con lo cual este tipo de investigación plantea importantes preguntas éticas sobre los límites entre la vida y la muerte.
Por ejemplo, ¿qué pasaría si los científicos un día deciden resucitar los órganos de alguien después de su muerte? Esto solo con la finalidad de conseguir la pieza que necesitan para trasplantar. O por otro lado, ¿todos los trasplantes a futuro serían con cerdos muertos?
“Suponemos que la muerte es una cosa, es un estado de ser. ¿Pero hay formas de muerte que son reversibles? ¿O no?”.
Dr. Robert Porte, cirujano de trasplantes de la Universidad de Groningen
Mientras continúe este debate, los científicos no podrán realizar investigaciones similares en humanos. Así que pasará un tiempo antes de que se hable nuevamente sobre este tema. Tal y como ocurrió con el caso del primer trasplante de corazón de cerdo.
Referencias:
Scientists revived organ cells in dead pigs https://www.engadget.com/scientists-revive-dead-pigs-organ-cells-165915907.html?src=rss
Cellular recovery after prolonged warm ischaemia of the whole body https://doi.org/10.1038/s41586-022-05016-1