Volver a la vida después de un accidente o un episodio traumático como una congelación es algo con lo que muchas personas sueñan. Sin embargo, son pocos los casos que demuestran cuán posible es revivir un cuerpo congelado, tieso y sin pulso.
El más sonado, quizás, sea el de Jean Hilliard. Una adolescente de Minnesota que en la víspera del Año Nuevo de 1980 sufrió una congelación severa de 6 horas a -30 ° C. Esto debido a que se tropezó de camino a casa de su mejor amiga y nadie se percató de su desaparición.
Los médicos que la trataron al día siguiente no pensaban que sobreviviría, pues su piel estaba tan dura que no podían ponerle una vía intravenosa, y su pulso apenas llegaba a los 12 latidos por minuto. Pero, contra todo pronóstico, la joven no solo volvió a la vida a los 49 días, sino que lo hizo sin presentar daños permanentes en el cerebro o en el cuerpo.
¿Cómo lo logró?

Muchos creen que la recuperación de Jean Hilliard fue “un milagro”, ya que casos similares al suyo suelen convertirse fácilmente en muertes por hipotermia. Sin embargo, las historias de personas que sobreviven a temperaturas bajo cero no son tan raras como pensamos.
Hay quienes han vuelto a la vida después de sufrir una congelación en condiciones controladas. Básicamente porque, al bajar la temperatura corporal lentamente, el cuerpo suele reducir el flujo sanguíneo como una forma de hibernación. Lo que permite que la demanda de oxígeno sea mucho menor, y por ende, el consumo de los órganos deje de ser mortal.
De allí que la criogenización, como se le conoce a este proceso de congelación, sea una terapia aceptada en muchos hospitales y centros especializados.
Entonces, ¿hay vida después de la congelación?

Sí, si el proceso es llevado a cabo por un equipo médico con rigurosas medidas de seguridad.
En entornos poco controlados suele ser bastante raro que una persona sobreviva al estado de hipotermia, pues el cambio de temperatura es extremo. Sin embargo, Jean Hilliard nos demostró que eso no necesariamente significa que sea imposible.
Cuando la encontraron, la temperatura de su cuerpo era de apenas 27°C, lo que serían 10 grados por debajo de la temperatura promedio de un ser humano. Además, su rostro estaba pálido y congelado, sus ojos eran sólidos y su piel parecía un trozo de carne recién salida del congelador.
No obstante, con un par de almohadillas térmicas, el cuerpo de Hilliard recuperó la salud a los pocos días.
Podemos entender este suceso tan curioso de una sola forma, y es que “milagrosamente” la mujer logró evadir el mayor problema de la hipotermia extrema: los cristales de hielo.
Como sabemos, el cuerpo humano está compuesto casi en su totalidad por agua. Si bien esto es una ventaja en los climas cálidos, en condiciones gélidas es nuestra condena particular, ya que el agua helada suele hincharse hasta el punto de romper sus contenedores. Lo que vendrían siendo en nuestro caso los vasos sanguíneos.
Si los cristales de hielo se forman en el lugar equivocado, es posible que las venas colapsen. Y como resultado, la persona experimente la muerte de una buena parte de sus músculos y órganos vitales.
Varios animales han desarrollado adaptaciones ingeniosas para lidiar con estos cristales. Como es el caso de los dracos de aleta negra antárticos, que producen glicoproteínas para asegurar su vida después de la congelación. O incluso las ranas de la madera, que inundan su cuerpo con glucosa para mantener a las células calientes.
Sin embargo, los humanos somos más criaturas de sangre caliente, por lo que no contamos con esa clase de protección. Nuestra única defensa ante el frío son los espasmos musculares, y ni siquiera ellos pueden librarnos de una hipotermia.
Mitos y realidades sobre la congelación

Dicho esto, resulta evidente entonces que no todos somos capaces de sobrevivir a una congelación.
Hay personas como Jean Hilliard que, aunque en la superficie parecía estar congelada y tiesa, debajo de la piel logró mantener el funcionamiento de todos sus órganos.
Pero también hay quienes, aún bajo vigilancia médica, pueden sufrir moretones o perder un dedo a causa del frío.
Así que lo mejor que podemos hacer es ignorar esa idea de la vida después de la congelación, y con ella, todos los intentos por criogenizar nuestro cuerpo. Al menos hasta que los expertos aprendan cómo algunas personas pueden lograr cosas tan asombrosas.
Referencias:
Decades Ago, A Woman Survived Being ‘Frozen Solid’. Here’s The Science https://www.sciencealert.com/a-woman-survived-being-frozen-solid-decades-ago-here-s-the-science
Frozen. Thawed. Not dead: Jean Hilliard’s amazing Minnesota story https://www.mprnews.org/story/2018/01/25/jean-hilliard-northern-minnesota-frozen-survived