Este verano está superando todas las expectativas meteorológicas. El hemisferio norte ya ha llegado a los 40°C, y en países como España y Portugal las muertes se han vuelto algo recurrente con nada nueva ola de calor.
De hecho, se estima que en un par de semanas las temperaturas podrían aumentar, otra vez, y cobrarse hasta 4.000 vidas. Un nivel de mortalidad que se acerca peligrosamente al episodio de hipertermia que acabó con 14.000 personas en 2003.
Viendo este panorama, la preocupación es algo inevitable. Pero para poder protegernos de los efectos letales de las olas de calor es necesario que entendamos primero cómo un golpe de calor puede matar.
La clave está en el aumento de la temperatura

Para que nuestras células funcionen correctamente, nuestro cuerpo debe mantener una temperatura estable entre los 36 y los 37 grados centígrados. Ni muy fría ni muy caliente.
Si la temperatura corporal aumenta por encima de estos valores, todo se descompone. El intestino deja de funcionar, el cerebro empieza a perder sus facultades cognitivas, y las células se secan y mueren. Básicamente, la persona sufre una respuesta inflamatoria devastadora que puede acabar con su vida en cuestión de horas.
Es por eso que se dice que hasta la fiebre puede ser letal para el ser humano, si supera los 43°C de temperatura.
Lamentablemente, las muertes causadas por una ola de calor no pueden corregirse solo con agua y compresas frías, pues la hipertermia actúa mucho más rápido de lo que imaginamos.
Y lo peor es que afecta a todos por igual. Tanto a las personas mayores con menor resistencia cardiovascular, como a los jóvenes que tienen una buena condición física.
¿Cómo identificar una ola de calor mortal?
En teoría, todas las olas de calor acaban produciendo hipertermia. Así que no podemos predecir cuál será mortal y cuál no. Todo depende de la edad de la persona, sus patologías previas y el lugar en donde se encuentre.
Pero lo que sí podemos es identificar el nivel de agotamiento biológico que esa ola de calor está generando. Lo único que tenemos que hacer es prestar atención a nuestro cuerpo y distinguir con rapidez los síntomas más evidentes, según comentan varios Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
Por ejemplo, la primera fase de la hipertermia suele ser similar a una insolación. Sentiremos náuseas, vómitos e incluso calambres, acompañados por una sudoración abundante y un pulso acelerado.
En este punto, es muy poco probable que la persona sufra una muerte súbita a causa de la ola de calor. Solo debe moverse a un lugar fresco y aplicar paños húmedos para empezar a recuperarse del aumento de temperatura.
Pero si la persona ignora estos síntomas, entonces es posible que el simple agotamiento se convierta en un golpe de calor. Una condición que suele ocurrir cuando el cuerpo supera los 40°C.
Los golpes de calor son un tanto más peligrosos para el cuerpo, pues la sudoración se detiene. Lo que ocasiona que la piel se torne rojiza y se seque. Además, los vasos sanguíneos se dilatan, por lo que la persona también puede empezar a delirar o incluso desmayarse en el acto.
Sin embargo, con una actuación rápida, es posible todavía evitar la muerte durante esa ola de calor.
El verdadero problema llega cuando la persona sufre un golpe de calor y no hay nadie cerca que lo asista, ya que, para dilatar los vasos sanguíneos de la piel, el cuerpo debe contraer los vasos sanguíneos del intestino. Lo que aumenta la posibilidad de que las toxinas intestinales se filtren dentro de las células, desencadenando así una respuesta inflamatoria masiva.
Así que todas las muertes que ocurren durante una ola de calor en realidad son causadas por los efectos secundarios de las toxinas intestinales, que:
- Inflaman los tejidos y órganos.
- Descomponen las células musculares, derramando su contenido en el torrente sanguíneo.
- Sobrecargan los riñones.
- Y crean microhemorragias en el cerebro.
Entonces, ¿cómo podríamos prevenir una muerte durante las próximas olas de calor?

Cuando el calor golpeó en 2003 a toda Europa, las personas mayores fueron las que más sufrieron sus efectos. Algunos cadáveres fueron hallados en sus hogares, cerca de la entrada principal. Casi como si hubieran tratado de salir a buscar ayuda.
Otros por su parte, se quedaron literalmente atrapados. Como ocurrió con un hombre de 80 años, cuya cirugía de cadera reveló que no podía bajar las escaleras por sí mismo.
Más allá de lo lamentable de estos casos, lo que esto nos demuestran es que quedarse en casa no basta para prevenir las muertes durante una ola de calor. En especial, ahora que las temperaturas están aumentando sin control.
Lo más recomendable para prevenir estos casos es seguir los consejos del Departamento de Servicios de Salud de Arizona y combinar varias medidas preventivas, como:
- Beber al menos 2 litros de agua al día, o cada vez que sintamos sed.
- Evitar el consumo de alcohol y cafeína.
- Usar ropa ligera y de colores claros, o sombrillas para desviar los rayos del Sol.
- Comer en pequeñas cantidades, aunque implique comer más.
- Evitar los ejercicios extenuantes y las salidas a lugares alejados.
- Y mantener el aire acondicionado al máximo en los hogares.
Al menos hasta que llegue septiembre y el riesgo de las olas de calor se minimice.
Referencias:
Why do heat waves kill so quickly? https://www.livescience.com/55129-how-heat-waves-kill-so-quickly.html
Why Extreme Heat is So Deadly https://www.scientificamerican.com/article/why-extreme-heat-is-so-deadly/