Muchos estudios poblacionales hablan sobre cuán grave es para el medioambiente que los seres humanos tengan cada día más bebés, pero nuestra raza no está ni cerca de alcanzar los índices de reproducción de otras especies.
Podríamos pensar que esta baja tasa de nacimientos humanos es el resultado de una decisión personal de las parejas. O incluso de las regulaciones públicas que ciertos países han creado para prevenir la sobrepoblación. Pero no sería del todo correcto, pues también existe un factor biológico que impide que el ser humano tenga decenas de bebés: sus cromosomas.
Una nueva investigación realizada por la Universidad de Bath afirma que los seres humanos tienen “cromosomas egoístas” que impulsan la infertilidad y la muerte prematura de los embriones.
¿Qué significa tener cromosomas egoístas?

A diferencia de otras especies, como los peces, muchos embriones humanos suelen formarse con un número incorrecto de cromosomas. Con lo cual los óvulos acaban abortando a las pocas semanas, antes de que la madre sepa que está embarazada.
De hecho, se estima que más del 70% de los óvulos humanos fertilizados tienen un número incorrecto de cromosomas, a menudo entre los 45 y los 47.
Recordemos que todo óvulo fertilizado debe contener 46 cromosomas, 23 de la madre y 23 del padre. Esta es la forma en la que el material genético de ambos puede juntarse para crear un bebé saludable.
Si la cantidad de cromosomas es incorrecta, lo más probables es que el embrión muera en el útero. Solo en casos excepcionales, como los de los bebés con síndrome de Down, es que pueden observarse tres copias del mismo cromosoma coexistiendo en una persona. Aunque la posibilidad de llegar a término con esta clase de bebés es solo del 80%.
A esto es a lo que los investigadores denominan como “cromosomas egoístas”, pues para que los humanos tengan bebés, es necesario que los óvulos y los espermatozoides se pongan de acuerdo en cuanto al material genético.
¿Por qué los cromosomas humanos presentan tantos errores durante la gestación?

No existe una respuesta biológica precisa que explique por qué los humanos tienen que pasar por tantos problemas para tener un bebé. Sin embargo, el equipo ha determinado varias causas que podrían jugar en contra.
En principio, los óvulos humanos. Al parecer, los cromosomas adicionales suelen venir de los óvulos de la madre en la mayoría de los casos, no de los espermatozoides del padre. Posiblemente por una malformación durante ese ciclo menstrual o por la reducción de la proteína Bub1 que desaparece a medida que las madres envejecen.
Luego está el impulso centromérico. Durante las dos primeras etapas de gestación, el embrión humano es más susceptible a sufrir mutaciones en sus cromosomas. Por lo tanto, puede que un cromosoma se cuele o se duplique de forma egoísta en el óvulo, iniciando un proceso de aborto natural.
En el reino animal, ninguno de estos errores cromosómicos es tan frecuente. Por ejemplo, las aves solo tienen un 10% de probabilidad de desarrollar óvulos defectuosos a lo largo de su vida. Y los peces y anfibios ni siquiera tienen esa posibilidad en sus más de 2 mil embriones. Con lo cual podrían ser efectivamente las razones detrás de los problemas reproductivos humanos.
Sin embargo, varios estudios han encontrado que cuando algunos cromosomas detectan que están a punto de ser destruidos, cambian lo que hacen para evitar que el embrión humano muera.
“El cromosoma egoísta a menudo estará en los hermanos y hermanas que obtienen la comida extra. Pero eso beneficia a la otra descendencia de esa madre”.
Laurence Hurst, director del Centro Milner para la Evolución
Lo que significa que quizás el problema no es del todo genético. Simplemente el ser humano no está hecho para tener tantos bebés. Al igual que el resto de mamíferos que alimentan a su descendencia en el útero.
Quizás en un futuro esto pueda cambiar, pero por lo pronto agradezcamos que los seres humanos tengan al menos un bebé a lo largo de su vida.
Referencias:
Why it is so hard for humans to have a baby? https://phys.org/news/2022-07-hard-humans-baby.html
Selfish centromeres and the wastefulness of human reproduction https://dx.doi.org/10.1371/journal.pbio.3001671