La depresión es la tercera causa principal de discapacidad en todo el mundo. Sin embargo, el 80% de los pacientes tendrá una recaída en los cinco años posteriores a la remisión. Y más del 30% no responderá a al menos dos tratamientos antidepresivos y se le diagnosticará depresión resistente al tratamiento. En este contexto aparece la ketamina como tratamiento alternativo de la depresión, y en este artículo te mostramos cómo fue su evolución a lo largo de los años.
Evolución de la ketamina en el tratamiento de la depresión
La ketamina se utilizó por primera vez en la práctica clínica en la década de 1960. Se optó por emplearla como una alternativa más segura al anestésico fenciclidina (PCP). Dicho anestésico se suspendió en Estados Unidos debido a la alta incidencia de delirio posoperatorio con alucinaciones.
En 1970, la FDA aprobó la ketamina como anestésico general. Mientras que en la actualidad se encuentra en la lista de medicamentos esenciales de la Organización Mundial de la Salud. Pero la investigación sobre los efectos antidepresivos de la ketamina solo ha despegado en las últimas dos décadas.
En 2000, un equipo de la Facultad de Medicina de Yale realizó el primer ensayo controlado aleatorio para demostrar los efectos antidepresivos de la ketamina. Los investigadores demostraron que una sola dosis subanestésica de ketamina mejoró la depresión. En algunos casos, condujo a una recuperación casi completa, en menos de 24 horas.
Para 2010, muchos médicos comenzaron a adoptar la ketamina de forma preventiva en su práctica clínica. Y en 2019, la FDA aprobó el antidepresivo Spravato a base de ketamina para tratar la depresión resistente al tratamiento. Luego lo aprobó para tratar la ideación y el comportamiento suicida en adultos con depresión mayor.
Desde entonces, el potencial antidepresivo de la ketamina ha cautivado a investigadores, compañías farmacéuticas y pacientes por igual.

Algunos efectos positivos y negativos de la ketamina
Los pacientes más enfermos pueden comenzar a responder a la ketamina tan pronto como unas pocas horas después de la administración. Los investigadores también sospechan que podría ayudar a desarrollar un cerebro más resistente a largo plazo. Sin embargo, la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos clasifica a la ketamina como una droga de la Lista III. Esto significa que tiene un potencial moderado a bajo de dependencia física y psicológica.
Además, puede causar otros efectos secundarios extremos, incluido un estado de conciencia alterado de corta duración inmediatamente después del tratamiento. Esto se conoce médicamente como un episodio disociativo, un efecto adverso si la dosis es lo suficientemente alta.
Sin embargo, los rápidos efectos antidepresivos de la ketamina la perfilan como el avance psiquiátrico más importante de las últimas décadas. Ahora los científicos están intentanto reducir los efectos menos deseables de la ketamina. También proponen tratamientos no convencionales para la depresión, como la psilocibina psicodélica.
La ketamina también afecta el cerebro de manera diferente a otros medicamentos antidepresivos populares que se consideran “monoaminérgicos”. La ketamina aumenta los niveles de los llamados químicos cerebrales “monoamina” serotonina, dopamina y norepinefrina para mejorar el estado de ánimo. Sin embargo, este fármaco parece afectar principalmente a un químico cerebral diferente llamado glutamato, que ayuda a estimular las células cerebrales para comunicarse.
Los investigadores también creen que la ketamina puede revertir el daño a las conexiones entre las células cerebrales causado por el estrés crónico. Esta puede ser la razón por la que sus efectos antidepresivos parecen durar más en dosis consecutivas. Por lo tanto, la ketamina podría ayudar a proteger contra la recaída de la depresión.
El futuro de la ketamina
El éxito de Spravato ha estimulado a otras compañías farmacéuticas a volver al desarrollo de antidepresivos. Hoy en día están surgiendo decenas de empresas que se dedican a la investigación y el desarrollo de la ketamina. Algunas de estas empresas están trabajando en nuevos sistemas de administración del fármaco, que van desde parches hasta microagujas.
Las nuevas tecnologías pronto permitirán tratamientos que funcionen de inmediato sin efectos secundarios. Todavía queda mucho camino por recorrer.
A pesar de los muchos obstáculos que quedan con respecto al acceso a la ketamina, los protocolos de tratamiento y los efectos secundarios, con la inquietud viene el optimismo. Tanto los pacientes como los proveedores esperan que la ketamina marque el comienzo de una nueva era de tratamientos farmacológicos novedosos y revele una imagen más clara de los fundamentos neurológicos de la depresión.
Referencias:
The Past, Present and Future of Using Ketamine to Treat Depression: https://www.smithsonianmag.com/science-nature/a-brief-history-of-ketamines-use-to-treat-depression-180980106/