Nuestro sistema intestinal es como nuestro segundo cerebro. Gracias a él, las células reciben todos los nutrientes que necesitan en un orden y momento preciso. Pero, muchas veces, interrumpimos ese delicado equilibrio sin darnos cuenta, cuando intentamos contener las ganas de ir al baño.
Todo depende de que vayamos al baño cuando el cuerpo lo pide

Aunque es difícil predecir cuándo es el momento de evacuar, los gastroenterólogos recomiendan que, ante las ganas, siempre busquemos un baño. Esto debido a que varios estudios han demostrado que frenar el tránsito intestinal siempre afecta de una u otra manera a nuestra salud.
En los casos más leves, esta práctica puede ocasionar dolor estomacal, hinchazón o hemorroides, por causa del estreñimiento. Pero, si somos asiduos a contener habitualmente las ganas de ir al baño, es posible que acabemos desarrollando cáncer colorrectal o diverticulosis (pequeñas bolsas en las paredes intestinales).
Las heces son un tema tabú en la actualidad. Nadie discute qué son, cómo nacen o a dónde van a parar. En consecuencia, pasan desapercibidas, causando estragos a medida que se acumulan en el intestino.
Por ejemplo, la mayoría desconoce que, además de bacterias, estos desechos de alimentos están compuestos por agua, carbohidratos, materia nitrogenada y grasa. Con lo cual, mientras más tiempo permanecen en el sistema, más propensos son a fermentar. Una vez que esto ocurre, se desprenden sustancias químicas que acaban pegándose al intestino, produciendo así una “autointoxicación”.
Los metabolitos, como se le conocen a estas sustancias, pueden quedarse a infectar al intestino o viajar por el resto del cuerpo para producir otras enfermedades. Todo por culpa de que decidimos contener las ganas de ir al baño.
Por fortuna, según los gastroenterólogos, existen varias señales que pueden ayudarnos a predecir nuestro tránsito intestinal de tal manera que no nos sorprenda fuera de casa.
Conociendo nuestro “tiempo de tránsito”
Si buscamos una respuesta en Google para esto, lo más probable es que nos diga que iremos al baño tres veces al día. Sin embargo, esto es solo un estándar.
Por lo general, cada persona desarrolla su propia frecuencia, tomando en cuenta varios factores.
La dieta

Dependiendo de lo que hayamos comido, es posible que vayamos más rápido o más lento al baño. Alimentos ricos en fibra como los cereales integrales, las frutas y las verduras suelen estimular a las bacterias en el intestino. Con lo cual el tránsito de las personas que siguen dietas saludables es más rápido.
Por el contrario, si el pan y las frituras son la comida de cada día es posible que el intestino tarde en procesar los nutrientes. Lo que se traduce en mucho más tiempo entre la ingesta y las ganas de ir al baño.
La cantidad de agua

El agua es fundamental para todos los procesos de la vida, por algo el ser humano está hecho de un 70% de agua. En este caso particular, este líquido ayuda a “lubricar” el intestino.
Por una parte, esto permite que los restos alimenticios pasen fácilmente del intestino delgado al grueso. Pero, sobre todo, ayuda a que el colon absorba los nutrientes con más facilidad, haciendo más rápida la evacuación.
El acto de “comer”

A principios del siglo XX, los fisiólogos determinaron que comer era por sí solo un poderoso estímulo para los intestinos. Básicamente porque llenar el estómago después de varias horas vacío genera un reflejo gastrocólico. Usualmente más potente en las mañana, después del desayuno.
Los bebés son el mejor ejemplo de este efecto, pues suelen evacuar tan pronto comen para vacían sus intestinos. Sin embargo, un par de minutos ignorando esta sensación puede ocasionar que desaparezca. Es por eso que, para no contener las ganas de ir al baño, es importante prestarle atención a cuándo aparece este estímulo.
La regla de oro para ir al baño

Aunque los gastroenterólogos tienen un método mucho más curioso para calcular el tiempo de tránsito de las heces. Se le conoce como “regla de oro” y básicamente determina la velocidad con la que cada cuerpo digiere un alimento.
Para medir esto, basta con tragar un puñado de maíz semicrudo y esperar a que la naturaleza haga lo suyo.
Una vez que veamos los granos amarillos en las heces, lo que resta es calcular el intervalo entre la ingesta del maíz y la evacuación. La cantidad de horas resultante, sería en teoría nuestro “tiempo de tránsito intestinal”.
Aunque, si somos propensos al estreñimiento o a contener las ganas de ir al baño, es posible que esta medida varíe una o dos horas cada día. Por tanto, deberíamos evitar durante ese plazo lugares muy concurridos, sin acceso a los baños.
Ante todo, no deberíamos contener las ganas de ir al baño
Para los gastroenterólogos lo importante aquí es entender que, cuando el colon llama, hay que escucharlo.
Mejorar radicalmente los hábitos intestinales es complicado, y ellos lo saben. Principalmente porque supone mejorar la dieta, la cantidad de ejercicio diario y el consumo regular de agua. Pero prestarle atención a nuestro cerebro intestinal y no contener las ganas de ir al baño no es difícil. Todo lo que hace falta es un poco de empeño.
Referencias:
Why holding back your urge to poop can wreak havoc on your insides: A gastroenterologist explains https://medicalxpress.com/news/2022-05-urge-poop-wreak-havoc-insides.html