Los huesos están siempre cuidándonos. Nos ayudan a permanecer erguidos, protegen nuestras entrañas, y poner en funcionamiento los músculos. Sin embargo, los científicos han descubierto que el esqueleto tiene mucho más que ofrecer, y es incluso capaz de comunicarse con otras partes de nuestro cuerpo. Algo que hasta los momentos se creía que solo podía hacer cerebro a través del Sistema Nervioso.
Conversaciones de hueso a hueso y de esqueleto a órgano
De acuerdo a los investigadores, las células óseas en los huesos pueden comunicarse con los riñones, el cerebro. el tejido adiposo y los músculos. Esto gracias a la acción de los osteocitos, uno de los tres tipos de células que conforman el esqueleto, y que es capaz de moldear los huesos durante las distintas fases de crecimiento.
“El hueso no solo contiene osteoblastos y osteoclastos que construyen la matriz dura, sino también osteocitos que la descomponen. Esto permite que el hueso se remodele a sí mismo a medida que el niño crece y se repare durante toda la vida”.
Gerard Karsenty, fisiólogo de la Universidad de Columbia en Nueva York
Al parecer, estas células óseas producen una molécula de crecimiento llamada FGF23, que es enviada por el torrente sanguíneo hasta los riñones para controlar la cantidad de fósforo en el cuerpo. Gracias a esto, el esqueleto puede comunicarse con el riñón y hacer que expulse el fósforo innecesario del cuerpo, de tal manera que la médula ósea pueda seguir produciendo cientos de miles de millones de células sanguíneas.
Pero esto no es lo único que pueden hacer los huesos. El esqueleto también segregan una hormona llamada osteocalcina que, además de promover la regulación del fósforo y el calcio que necesitan las células sanguíneas, también se han vinculado con los siguientes efectos positivos en el cuerpo:
- Aumento de la producción de hormonas sexuales en los hombres.
- Regulación de los neurotransmisores vinculados al aprendizaje y la memoria en el cerebro.
- Tonificación muscular durante el ejercicio, por la interacción física con los huesos que tiran del músculo y hacen que aumente su crecimiento.
¿El origen de la relación entre el esqueleto y el cuerpo es la supervivencia?
Aunque se desconoce el motivo de esta relación entre los huesos y las estructuras del cuerpo, los investigadores aseguran que siempre han estado allí.
De hecho, un estudio del año 2000 reveló que la leptina, una hormona metabólica depresora del apetito, era capaz de suprimir el crecimiento óseo para ahorrar energía. Tal como si el estómago le dijera al esqueleto que es hora de cortar comunicaciones porque se está llevando todos los suministros del cuerpo.
Karsenty cree que este vínculo entre los huesos y los órganos podría haber iniciado hace millones de años, como un mecanismo de supervivencia entre los primeros vertebrados. Principalmente porque hace miles de años la comida era escasa, por tanto, la energía y el vigor físico eran vistos como amenazantes para otras especies.
“Es posible que los primeros vertebrados, tanto machos como hembras, respondieran a la vista de un depredador aumentando los niveles de energía, a través de los efectos de la testosterona y la función muscular. Así debieron evolucionar durante miles de años, dejando estas redes de comunicación activas”
Gerard Karsenty, fisiólogo de la Universidad de Columbia en Nueva York
Sin embargo, no existen pruebas químicas o arqueológicas que respalden estas suposiciones sobre el origen.
La importancia de las comunicaciones óseas
Lo que sí está claro, mediante estudios en ratones, es que los huesos tienen distintas formas de escuchar y comunicarse con el resto del cuerpo. Ya sea desapareciendo y reapareciendo, o través de hormonas, células o interacciones físicas.
Aunque muchas veces estas conversaciones son unidireccionales. Como en el caso de las comunicaciones con el intestino, en las cuales los microbios son los principales encargados de liberar ácidos grasos para regular el crecimiento de los huesos.
Esta serie de conexiones complejas han llevado a los científicos a pensar que pueden aprovechar estas conversaciones celulares para desarrollar nuevos tratamientos que frenen el envejecimiento óseo. Después de todo, los huesos no son de piedra.
A medida que envejecemos el crecimiento de los huesos se retrasa, ocasionando la aparición de enfermedades óseas y fracturas severas. Pero ahora es posible que muchas de estas patologías puedan frenarse con el uso de probióticos de administración oral o de inyecciones cutáneas que más tarde el cuerpo dirija a los huesos.
Quién sabe hasta dónde puedan llevar un par de conversaciones químicas a la ciencia y la osteología.
Referencias:
How Bones Communicate With the Rest of the Body https://www.smithsonianmag.com/science-nature/how-bones-communicate-with-the-rest-of-the-body-180979643/