Ante la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial militar inicie, surgen muchas preguntas: ¿Cómo llegamos a esto? ¿Qué podemos hacer para defendernos? ¿A quién ayudar y a quién no?
Puede que nos sintamos abrumados en estos momentos, pero no por eso debemos dejar de lado a la ciencia; ya que, aunque no nos guste admitirlo, los avances científicos están relacionados con las guerras. O dicho de otra manera, los científicos dependen de la adrenalina y de la inversión económica que las fuerzas militares les ofrecen para mejorar a las ciencias.
De hecho, la física y la química iniciaron en los terrenos de batalla, como una forma de proteger a la comunidad amada. Por eso, es el mejor momento para recordar cómo la ciencia ha avanzado sigilosa entre guerra y guerra.
La ciencia y las guerras van de la mano
Seguramente el primer avance científico que se nos viene a la mente al pensar en las guerras es la energía atómica y las bombas nucleares que destruyeron Hiroshima y Nagasaki en 1945. Pero existen muchas incursiones previas a la Segunda Guerra Mundial que le dieron reputación a los científicos dentro del campo militar.
Por ejemplo Arquímides, quien en el siglo III desarrolló los espejos parabólicos para concentrar los rayos de sol y quemar las naves enemigas; o incluso a Leonardo Da Vinci, que se hizo popular por desarrollar un prototipo de tanque moderno en el siglo XV.
Pero ninguno de estos inventos nos afecta directamente en nuestro día a día, como lo han hecho los sisguientes aportes matemáticos, químicos y tecnológicos.
De la lógica científica a la tecnología

Antes de la Primera Guerra Mundial existían muy pocos vehículos. De hecho, el primer prototipo de automóvil fue desarrollado por el ejército británico como un “buque terrestre”, por lo que es lógico pensar que esta primera guerra impulsó el desarrollo tecnológico del transporte, con la creación de vehículos submarinos y aviones.
Pero las actividades militares también fueron clave para el desarrollo de lo que más amamos hoy en día: El internet. Quizás muchos lo desconozcan pero ARPANET, como se llamó la red primaria de comunicaciones por computadora fue desarrollada por el Departamento de Defensa de Estados Unidos en 1958. Esto a fin de mantener las comunicaciones militares en el país durante la Guerra Fría con la Unión Soviética.
Del combustible fósil a la guerra por la energía atómica

Por otro lado, la Segunda Guerra Mundial dio paso a la creación de fuentes energéticas novedosas, ya que el combustible fósil era escaso y costoso. Entre ellas, los primeros intentos de turbinas eólicas, y la energía de hidrógeno que se desarrolló para propulsar los tanques de ataque bajo el agua.
Aunque la más conocida fue, por supuesto, la energía atómica inventada en 1938 por tres físicos alemanes. Inicialmente, los científicos propusieron utilizar esta potencia atómica recién descubierta para explotar montañas y crear bases en su lugar; pero todos sabemos que terminó por convertirse en un arma química utilizada por Estados Unidos para acabar la Segunda Guerra Mundial.
De las ambulancias a las vacunas

Durante la Primera Guerra Mundial, también se dieron otros avances científicos importantes y centrados en la medicina. Esto debido a que el tratamiento de los heridos en los campos de batalla era especialmente limitado.
Quizás el más conocido de todos sea el de Marie Curie, una física polaca que desarrolló la primera unidad de rayos X para evaluar a los soldados. Al ver su utilidad, los militares decidieron incorporar esta máquina a sus vehículos de transporte para monitorear a los heridos en su trayecto hacia el hospital, creando accidentalmente lo que hoy conocemos como “ambulancias”.
De igual forma, para 1915 los tratamientos eran muy limitados, y no solo por la guerra. Muchas naciones simplemente no sabían cómo hacer frente a enfermedades como la malaria, la sífilis o el tifus, hasta la llegada del bacteriólogo americano Walter Reed. Este soldado halló las investigaciones de Louis Pateur, durante su viaje a Francia, y logró desarrollar las primeras vacunas bacterianas. Antígenos que está demás decir que en estos tres años han sido claves para nuestra vida.
Sin embargo, el mayor avance de la medicina se dio durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Alemania, la Unión Soviética y los Estados Unidos descubrieron que ciertos gases tenían un efecto neurotóxico mortal, y comenzaron a implementarlo para acabar con las tropas enemigas.
El gas sarín fue uno de estos, capaz de matar a 200 personas en 5 minutos. Pero el más reconocido hoy posiblemente es el LSD sintético, inventado accidentalmente por el suizo Albert Hofmann en 1843, y comprado más tarde por la CIA para ser utilizado como un manipulador cerebral.
¿Los científicos se nutren de las guerras para avanzar?
Con cada nueva guerra surgen nuevos retos para la humanidad. Estos hacen que la ciencia se impulse de una u otra manera para asegurar nuestra supervivencia. Podemos ver esto claramente con el Covid-19, que ha incitado una revolución médica sin precedentes en solo tres años.
No estamos diciendo con esto que deban impulsarse las guerras en favor del avance científico. Las guerras siempre son eventos muy desafortunados que sacan lo peor de los seres humanos y traen muerte, pobreza y desesperanza, y por eso no deberían repetirse nunca.
Pero eso no significa que puedan ayudar a la humanidad a entender que hay otras formas de avanzar de manera más pacífica, centrándose en la ciencia y no en la violencia.
Referencias:
¿Es cierto el mito de que la ciencia avanza más rápido en tiempo de guerra? https://www.abc.es/ciencia/abci-cierto-mito-ciencia-avanza-mas-rapido-tiempo-guerra-201902180212_noticia.html
El robo del cerebro de JFK y otros cinco oscuros episodios de la ciencia en tiempos de guerra https://www.abc.es/ciencia/abci-robo-cerebro-y-otros-cinco-oscuros-episodios-ciencia-tiempos-guerra-
The Science Before the War https://www.thenewatlantis.com/publications/the-science-before-the-war