Seguramente alguna vez habrás notado algo bastante curioso (y pequeño) que es recurrente en todas las esculturas griegas: el pene diminuto de los hombres. Hoy en día esa característica definitivamente choca con lo que es considerado “ideal” en el cuerpo masculino, pero para la época la razón detrás de esa decisión estética es mucho más seria de lo que piensas: un pene pequeño denotaba inteligencia.
A pesar de las habilidades de los escultores griegos para crear figuras muy realistas, la tendencia de esculpirles penes pequeños es muy marcada en la época porque, en realidad, los penes pequeños eran los más codiciados.
El pensamiento de la Antigua Grecia determinaba que los hombres con penes grandes tenían escaso control sobre sus impulsos y una fuerte incapacidad de actuar moderadamente. En cambio, los hombres con penes pequeños eran vistos como machos dominantes. Esta tendencia continuó por mucho más tiempo en la historia, incluso en el renacimiento italiano.

Esto se refleja en todas las esculturas de personajes masculinos ideales, como los Bronces de Riace o El David, en contraste con los más repudiados, como los sátiros u otros demonios. Mientras los últimos son representados con un miembro grande y erecto, en el caso de los primeros, los artistas prácticamente no se detienen en esta zona del cuerpo.

Contamos con incluso descripciones de eruditos de la época acerca de los elementos que debía tener un hombre ideal, tal como lo describió el comediógrafo Aristófanes en ‘Las Nubes’:
Pecho sano, anchos hombros, lengua corta, glúteos fuertes y miembro pequeño”.
Entonces un pene pequeño en las esculturas griegas representaba la superioridad espiritual del personaje, su virtud y la belleza ideal propia de un héroe capaz de mantener la continuidad de la polis.