Al principio, las redes sociales tenían el objetivo de hacer que las personas lograran conectar con otras de forma más fácil. ¿Recuerdan la razón por la que Zuckerberg creó Facebook? Quería que la gente de la universidad pudiera flirtear con otra sin problema. Pero ahora, gracias al avance de las redes, se están desarrollando otros fenómenos. Y uno de los más alarmantes es la dismorfia de Snapchat.
Esta enfermedad surge, precisamente, porque las personas se encuentran cada día más expuestas a las redes sociales y no precisamente con el fin de lograr salir con alguien.
Del amor al reflejo de sí mismo al afecto por los filtros de Instagram, Snapchat o Tiktok

En la mitología griega solía hablarse de Narciso, un joven hermoso que estaba obsesionado con su mismo reflejo. Se miraba a sí mismo fijamente cada día en el lago, al punto de quedarse completamente absorto.
Algo así ocurre hoy en día con las redes sociales, pero en lugar de un lago, tenemos a un smartphone con un montón de filtros de Snapchat e Instagram. Solo que estas aplicaciones no resaltan nuestra belleza, la modifican.
Lo curioso de todo esto es que el destino final de ambas historias: la de Narciso y las personas obsesionadas con los filtros, es igual de trágica. Narciso se ahoga en el lago y los jóvenes del smartphone pueden caer en la llamada dismorfia de Snapchat.
¿Qué es la Dismorfia de Snapchat, Tiktok o Instagram?

El término fue acuñado por el doctor Tijion Esho. Y, aunque el fenómeno no se puede considerar una enfermedad formal, sí es una situación en alza que ya está preocupando a varios cirujanos estéticos a lo largo del mundo.
¿Pero qué es exactamente esta enfermedad? Pues, para hacerlo simple, es cuando las personas se obsesionan con el resultado de sus fotos con filtros de Snapchat, Instagram o Tiktok . Al punto de ir a un cirujano plástico para que este les transforme su rostro y los haga ver como salen en su adorado selfie.
Una expectativa realista no hace que sea más sano
Ciertos cirujanos consideran que el hecho de que las personas traigan fotos de sí mismas es un avance, ya que no tienen la expectativa irreal de verse iguales que Jennifer López. Sin embargo, aquí viene la pregunta del millón: ¿es esto precisamente sano?
Analicemos cada pretensión estética un segundo:
Los que aspiran a ser Jennifer López: Ciertamente, no todos pueden tener la estructura ósea de otra persona, así que llegar a una completa similitud es casi imposible. Sin embargo, hay medios que ayudan a las personas a asemejarse un poco a ese ideal de belleza.
Los que desean verse como en su selfie de Instagram: Bueno, aquí no hay una aparente alteración, solo estás viendo a tu “yo mejorado”. Pese a ello, olvidamos que muchos de estos filtros suelen agrandar los ojos, efecto que es imposible alcanzar con una cirugía. Incluso hay filtros que transforman el tono de piel de la persona o le agrega demasiados pómulos que en el selfie están bien, pero no en la vida real.
¿Qué nos queda de todo esto? Saber que desear asemejarse al selfie que te tomaste esta mañana, puede ser igual de dañino que intentar volverse una copia de Jennifer López.
¿Las redes sociales nos hacen más infelices?
Ahora bien, ¿qué hay detrás de todo este fenómeno de la dismorfia de Snapchat? De acuerdo a un estudio del 2015 de la Oficina Nacional de Estadística de Reino Unido , las personas que pasan más de tres horas en redes sociales, son aquellas que suelen desarrollar problemas psicológicos. Pues empiezan a sentir baja autoestima y frustración.
Esto ocurre por lo siguiente: los selfies con filtros nos alejan de lo que somos en la vida real. Tal sensación experimentó Kacie, una chica de 29 años, que se consideraba poca cosa para su pareja, ya que no lograba asemejarse a la Kacie del filtro con corona de flores. Eso la hizo ir a cirugía plástica, para así lograr verse como ella deseaba.
Incluso hay personas que no sienten la necesidad de operarse, pero viven constantemente con un sentimiento de no estar a la altura. Hoy en día, el no ser capaces de vernos como los selfies con filtro, genera una inconformidad enorme.
Esto nos hace pensar que compararse a sí mismo con otra persona es menos doloroso que compararse con nuestro yo mejorado de los selfies con filtro.
¿Hay alguna forma de parar la dismorfia de Snapchat?

Algunos cirujanos, cuando veían que sus pacientes estaban muy obsesionados con sus selfies, los enviaban inmediatamente a un psicólogo. No queremos ser clichés, pero la única forma de parar esto es teniendo más conciencia de uno mismo y amándonos como somos.
Solo así, no seremos unos narcisos que se hunden cada día más en el pozo de los filtros de Snapchat, Instagram o Tiktok. Es necesario salir de esas aguas y adorar el reflejo real de nuestro rostro en el espejo.