Para nadie es un secreto que Picasso tuvo muchas amantes a lo largo de su vida, pero entre las que más quedaron a la sombra debido a su relación con Picasso está Henriette Théodora Markovitch, mejor conocida como Dora Maar, una de las fotógrafas surrealistas más importantes del siglo pasado.
Picasso y Maar se conocieron a las afueras de París cuando ella trabajaba en una filmación en los estudios Billancourt. Picasso era 26 años mayor que ella y tenía una relación con Marie-Thérèse Walter, pero eso no les impidió convertirse en amantes durante los siguientes ocho años.
Picasso ya era un artista mundialmente reconocido, pero ella también había hecho trabajos fotográficos experimentales que la convirtieron en una de las mejores fotógrafas surrealistas de la historia.
Surrealismo y realismo







Los primeros trabajos de Maar consistieron en fotografías de moda, principalmente. Sin embargo, poco tiempo después, empezó a experimentar con los collages de imágenes y elementos oscuros con el objetivo de contar historias bastante dramáticas. Emma Lewis, cocuradora de la exhibición sobre la obra de Maar en la Tate Modern, cataloga su obra como “glamour oscuro”.
Pero además de la moda, Maar también enfocó su lente en las zonas más marginales de París y elaboró varios trabajos documentales. Se enfocó en capturar cómo era la situación de las personas de la zona.
En general, la fotografía documental se veía en exposiciones y no en forma impresa. Pero ella se situaba políticamente a la izquierda y en la Gran Depresión su trabajo documental sobre la difícil situación de los pobres era importante para ella: tenía vínculos con la radical Asociación de escritores y artistas revolucionarios”.








Su historia con Picasso
A pesar de su trabajo fotográfico, era complicado para una mujer destacar entre los grandes artistas de la época debido al estigma social. Por ende, Maar terminó siendo reconocida como la amante del artista y su obra se popularizó muchos años más tarde.

Sin embargo, se dice que Maar fue una de las amantes que Picasso más apreciaba. La profesora Mary Ann Caws, que escribió un libro sobre los trabajos de Maar hace más de 20 años, dice que ella fue la más intelectual de las musas del artista.
Hablaba español, lo que significaba que podían tener conversaciones reales sobre los eventos convulsivos de la década de los 30. Era hermosa, pero creo que Picasso se sintió atraído por la dramática chispa que tenía”.
Además, a pesar de que ella afirmó nunca haber modelado para él, este la tomó como referencia para varias de sus obras. Una de las más famosas es “Dora Maar au Chat”, de 1941.

Pero tan solo un año después de esta obra, la pareja se separó. Su relación afectó mucho a la fotógrafa, quien se mudó a Menérbes, en la Provenza francesa. Esto también la inspiró a explorar el mundo de la pintura, tal como lo asegura Caws:
Cuando todo terminó, gritaba y estaba furiosa. Pero cuando se estableció en el sur, desarrolló sus propias habilidades como pintora, algo que solía ser ignorado cuando la gente escribía sobre ella. Esas pinturas pueden ser bastante destacadas, pero sus mejores fotografías son increíbles”.

Luego de su separación con el artista, Maar comenzó a comportarse de forma extraña y paranoica. Fue psicoanalizada por el psiquiatra Jacques Lacan y posteriormente internada en el hospital de Sainte-Anne, en donde le aplicaron un tratamiento con electroshock.
El mejor amigo de Maar, Paul Éluard, acusó a Picasso del daño físico y psicológico que le había causado a su amiga, pues el artista la había maltratado durante sus años de relación. Se dice que incluso la golpeaba cuando discutían.
El daño que recibió Maar la hizo aislarse durante muchos años, y al final de su vida, se había propuesto investigar lo más profundo de su ser dentro de su propio apartamento. Falleció en 1997 a los 90 años, dejando tras de sí 130 Picassos que le había regalado el artista y una de las carreras de fotografía surrealista más importantes de la historia.