Muchas personas aseguran haber tenido experiencias cercanas a la muerte; a pesar de ello, la ciencia sigue escéptica respecto a las interpretaciones habituales que muchos dan a estos episodios. Por fortuna, el escepticismo no opaca la curiosidad, y un equipo de investigaores de Dinamarca y Bélgica decidió explorar su origen.

En su artículo en la revista Brain Communications presentan los resultados de su investigación, que apuntan a nada más y nada menos que el instinto de supervivencia. Una estrategia denominada tanatosis, común en animales como las zarigüeyas, podría estar detrás de las experiencias cercanas a la muerte que reportan muchos humanos.

Tanatosis, una estrategia de supervivencia que evolucionó

Una estrategia de supervivencia muy popular es fingir la muerte durante un encuentro con un depredador y se conoce como tanatosis. Los animales actuales, como la zarigüeya, nos dan excelentes ejemplos de ello, pero en realidad se trata de una mecanismo muy antiguo.

«Como estrategia de supervivencia, la tanatosis es probablemente tan antigua como la respuesta de lucha o huida», dice Daniel Kondziella, neurólogo de Rigshospitalet, Hospital Universitario de Copenhague.

La universalidad de las experiencias cercanas a la muerte

Imagen de una tragedia en el ojo de una niña en escala de grises.

Las experiencias cercanas a la muerte han sido descritas por personas en diferentes partes del mundo, en diferentes tiempos históricos y en culturas diversas. Es difícil afirmar que surgen por influencia del medio, pero también lo es afirmar que involucre algo sobrenatural.

La universalidad de estas situaciones ha llevado a los científicos a pensar que se trata de una característica biológica. Sin embargo, este campo es delicado y no el más sencillo de explorar.

Ciertas hipótesis apuntan a que la tanatosis podría ser la base de las experiencias que suelen reportar los seres humanos. De comprobarse, sería lógico interpretarlas como un mecanismo evolutivo que funciona también para nuestra supervivencia.

Las experiencias cercanas a la muerte podrían ser un mecanismo de supervivencia

Los investigadores de la Universidad de Copenhague y la Universidad de Lieja decidieron explorar esta posibilidad en un trabajo reciente. Partiendo de protocolo prerregistrado, demostraron que la tanatosis es una estrategia de supervivencia altamente preservada en numerosas especies de peces, reptiles, aves y mamíferos (incluidos los humanos).

Persona disparada en el aire durante un accidente.

A propósito de ello, la investigación arrojó que los humanos que son atacados por animales grandes y temerarios, como los leones y los osos pardos, pueden recurrir también a la tanatosis.

Algo similar se observa en la jungla urbana actual, donde el contacto con depredadores humanos como los agresores sexuales y depredadores artificiales como los automóviles (que causan accidentes de tránsito), también puede detonar este comportamiento así como lo que solemos llamar experiencias cercanas a la muerte.

Y no se trata solo de meras suposiciones. Los autores indican en su estudio que la fenomenología y los efectos de la tanatosis y las experiencias cercanas a la muerte se superponen. Por ende, es posible considerar un vínculo evolutivo entre ambas experiencias.

Mecanismos cerebrales similares

Con base en ello, la conclusión fue que la «tanatosis es la base evolutiva de las experiencias cercanas a la muerte y que su propósito biológico compartido es el beneficio de la supervivencia».

Otro punto de apoyo para la hipótesis es que los mecanismos cerebrales propuestos detrás de la simulación de muerte son similares a los involucrados en las experiencias cercanas a la muerte. A ello sumamos la posibilidad de que el desarrollo de las vocalizaciones y el lenguaje en los humanos permitiera la expresión de la interpretación propia de la experiencia.

«Esto refuerza aún más la idea de que los mecanismos evolutivos son una pieza importante de información necesaria para desarrollar un marco biológico completo para las experiencias cercanas a la muerte», explica Kondziella.

En definitiva, puede que sean una vertiente evolutiva de la capacidad de fingir la muerte en situaciones que lo ameritan. Nuestro contacto con depredadores salvajes es limitado ahora, pero nuestro instinto de supervivencia sigue activo y parece protegernos incluso en situaciones que no los involucran.

Referencia:

The evolutionary origin of near-death experiences: a systematic investigation. https://academic.oup.com/braincomms/advance-article/doi/10.1093/braincomms/fcab132/6307709

Romina Monteverde

Venezolana, ingeniera química, redactora y autodidacta.

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