En investigaciones previas, ya se ha evaluado el papel que los genes podrían tener a la hora de determinar la longevidad humana. Sin embargo, hasta la fecha, ningún había sido tan claro como el actual a la hora de determinar exactamente qué partes y acciones de nuestra ADN pueden influenciarla.
Dicha investigación se ha publicado recientemente en eLife y también aparecerá en ‘Aging, Geroscience and Longevity: A Special Issue’ (‘Envejecimiento, ciencia geológica y longevidad: edición especial’), de la misma revista. Según los científicos que participaron en la investigación, detalles en el ADN de las personas mayores de 105 años (semi-súpercentenarios) y de 110 años (súpercentenarios) tienen el secreto de su particular longevidad.
Buscando el secreto detrás del envejecimiento saludable
Según Paolo Garagnani, primer autor del estudio, se estudia la longevidad asociada al envejecimiento ya que este es “un factor de riesgo común para varias enfermedades y afecciones crónicas”. Por este motivo, para poder comprender el origen de un proceso de crecimiento sano y prolongado, es necesario observar a aquellos quienes lo han llevado mucho más allá del promedio (los semisúper y súpercentenarios).
Usando los datos de ADN de estos grupos, compararon sus registros con otro control de adultos mayores sanos de 68 años en promedio. De este modo, compararon los patrones de envejecimiento sano comunes (los adultos control) con aquellos que se sale de lo usual (los centenarios).
Al final, identificaron que los 81 semisúper y súpercentenarios tenían genes específicos más desarrollados. Unos que, a su vez, alentaban el desarrollo de ciertos procesos en el organismo que alentaban su longevidad.
Estos cambios en el ADN aparecieron en las poblaciones de mayor longevidad
“Estudios anteriores demostraron que la reparación del ADN es uno de los mecanismos que permite una vida útil prolongada entre las especies. (…) Demostramos que esto es cierto también dentro de los humanos, y los datos sugieren que la diversidad natural en las personas que llegan a las últimas décadas de vida está, en parte, ligada a la variabilidad genética que les da a los semi-supercentenarios la peculiar capacidad de manejar eficientemente el daño celular durante el curso de su vida”, comentó Cristina Giuliani, una de las autoras del estudio.
En otras palabras, con su investigación, los científicos pudieron determinar que efectivamente los genes ayudan a determinar nuestra longevidad. Un detalle que, hasta el momento, solo estaba completamente confirmado en otras especies.
Sin embargo, esto no fue todo. Adicionalmente, identificaron específicamente los cambios del ADN que permitieron a los individuos superar con creces los 100 años de edad. Específicamente, lo que garantizó a estas personas la “longevidad extrema” fueron los genes COA1 y STK17A –que no estuvieron presentes en las muestras control–. Este par alentó el desarrollo de procesos celulares que, a su vez, promovieron el envejecimiento sano del organismo.
La actividad de nuestros genes podría determinar nuestra longevidad

Ahora, no es la mera presencia de los genes lo que hace la diferencia, sino la forma en la que estos influenciaron al organismo. En primer lugar, potenciaron la actividad del gen STK17A. Este intervienen en los procesos de respuesta de las células al daño del ADN, ralentiza la muerte celular y controla las cantidades peligrosas de oxígeno reactivo. En otras palabras, regula que las células se mantengan sanas.
Sumado a esto, el gen BLVRA también se expresó más en algunos tejidos. Él también interviene en la regulación de la salud de las células al eliminar las cantidades excesivas de oxígeno reactivo.
Finalmente, se disminuyó el accionar del gen COA1, lo que ocasionó una menor diafonía entre el núcleo celular y las mitocondrias. En otras palabras, permitió que las células tuvieran un mejor manejo y obtención de energía de sus fuentes naturales.
Menos mutaciones y un ADN más eficiente = mayor longevidad
Esta es la primera vez que se ha hecho una secuenciación del genoma altamente detallada en los semi-supercentenarios y en los supercentenarios. Gracias a esta nueva información, tenemos un vistazo mucho más claro a las posibilidades de la longevidad humana y cómo los genes la pueden determinar.
Gracias a esto, será posible crear marcadores que diferencien en más facilidad un envejecimiento posiblemente sano de uno que no lo será. De esta manera, podrían atacarse factores de riesgo de enfermedades asociadas con la edad de forma temprana, en caso de que los procesos de regeneración de ADN no se muestren tan activos.
Además de este detalle, también se observó que, en seis de los siete genes evaluados en detalle, no se acumularon grandes mutaciones durante el envejecimiento. En otras palabras, los adultos mayores de 105 o 110 años, tuvieron una menor cantidad de mutaciones potencialmente dañinas en sus genes, lo que evitó que desarrollaran enfermedades comúnmente asociadas con la edad.
Este conocimiento también podría ser útil a la hora de realizar diagnósticos y detectar riesgos potenciales. Después de todo, queda claro que, mientras más mutaciones se vean en estos genes, mayores deberán ser las previsiones contra enfermedades futuras, y viceversa.
Referencia:
Whole-genome sequencing analysis of semi-supercentenarians: DOI: 10.7554/eLife.57849
Lea también:
No hay límites para la longevidad, así lo afirma nuevo estudio