Mujer de rasgos indígenas cargando a su hijo en la espalda.
Vía PixaHive.

Los periodos pre y postnatales son momentos de desarrollo cruciales para los niños. Durante este tiempo, el organismo construye sus primeras defensas y crea las herramientas que necesitará para interactuar con el mundo exterior. Como parte de este proceso, el bebé durante la lactancia aprovecha gran parte de los nutrientes y células que la madre le transfiere a través de la leche.

Sin embargo, el resultado de esta situación dependerá en gran medida de lo que las madres consuman y luego transmitan a sus pequeños. En la actualidad, ya existen lineamientos que indican el tipo de dieta que ellas deberían seguir para garantizar un desarrollo sano para el pequeño. No obstante, dichas instrucciones siguen estando sujetas a cambios y actualizaciones.

Con esto en mente, los investigadores Candice Quin, Sanjoy Ghosh, Chuanbin Dai, Jacqueline A. Barnett, Alexander M. Garner, Rachael K. H. Yoo, Wesley F. Zandberg, Amy Botta, Monika A. Gorzelak y Deanna L. Gibson del UBC Okanagan desarrollaron un proyecto de investigación dedicado a comprender el efecto del consumo materno de grasas durante la lactancia en la salud de los bebés.

Los resultados del estudio que se llevó a cabo en la Facultad de Ciencias Irving K. Barber, se publicaron virtualmente en Molecular Nutrition & Food Research. Dentro de ellos, se observó que los cambios en la ingesta de grasas no solo tienen un efecto directo sobre la salud de los bebés, sino que también pueden dejar una marca que determinará la fuerza de su sistema inmunológico a largo plazo.

Sobre los tipos de grasa, la lactancia y la salud del bebé a largo plazo

Madre sosteniendo a su bebé.
Vía Pixy.org

Esta no es la primera vez que se estudia el efecto que el consumo de grasa en las madres tiene con respecto a la salud de los bebés. No obstante, hasta la fecha estos solo se habían limitado a identificar los cambios inmediatos realizados por estos componentes, y no cómo evolucionan en el tiempo.

Por ahora, se sabe que de las tres clases de ácidos grasos –saturados (SFA), monoinsaturados (MUFA) y poliinsaturados (PUFA)– aquellas dietas ricas SFA y MUFA suelen ser las más beneficiosas.

Por su parte, los PUFA (divididos principalmente en PUFA n-3 y PUFA n-6) suelen verse como una mala alternativa durante el embarazo. Todo debido a que se cree que interfieren de forma negativa con el bacterioma del bebé cuando la madre se los transmite durante la lactancia.

«El objetivo era investigar cómo los hábitos alimentarios maternos pueden afectar las comunidades microbianas intestinales de la descendencia y sus patrones asociados de moléculas de azúcar, que pueden ser importantes en las respuestas inmunitarias a las enfermedades infecciosas«, comentó el Dr. Gibson.

Como se sabe, el bacterioma es la base para la creación de la microbiota intestinal –destinada a proteger al individuo contra patógenos malignos–. Esta a su vez, ha mostrado tener una influencia notoria en la fortaleza general del sistema inmunológico y, por ende, en la resistencia a enfermedades infecciosas.

Según los datos que se tienen hasta ahora, una madre debería alejarse de los PUFA durante la lactancia para proteger a su bebé. Pero, la nueva investigación nos ha demostrado que no todo es blanco y negro. Por lo que, si queremos proteger la salud de los bebés a largo plazo, será necesario que reformulemos estas recomendaciones.

La alimentación de una madre durante la lactancia determinará la salud de su bebé a largo plazo

El nuevo estudio, realizado a través de un modelo experimental en ratones, demostró que el uso específico de los PUFA n-3 fue beneficioso para el crecimiento del bacterioma a largo plazo. En otras palabras, el que la madre consumiera grasas polisaturadas y las transmitiera a su bebé durante la lactancia se convirtió en un beneficio para su descendencia hasta después de alcanzar la madurez.

Las crías de ratón ingirieron los PUFA n-3 durante la lactancia mostraron una mayor resistencia a las enfermedades infecciosas durante su adultez. Este efecto se potenció incluso más cuando se mezcló este tipo de ácido graso polisaturado con los SFA.

«Nuestros hallazgos desafían las recomendaciones dietéticas actuales y revelan que la ingesta materna de grasa tiene un impacto transgeneracional en la susceptibilidad de su descendencia a la infección intestinal, probablemente habilitada a través de interacciones microbio-inmunes», declaró el Dr. Gibson.

Debido a esto, los investigadores concluyen que se hace evidente la necesidad de realizar una revisión a los lineamientos nutricionales actuales que se ofrecen a las mujeres embarazadas. Pues, en su estado actual, estos podrían estar dejando por fuera un elemento clave para el desarrollo sano de los bebés.

Aun así, cabe destacar que la investigación apenas fue una primera fase realizada en un modelo animal. Por lo que, antes de hacer cambios, será necesario desarrollar más estudios que complementen este y permitan determinar con certeza los beneficios de los PUFA n-3.

Referencia:

Maternal Intake of Dietary Fat Pre‐Programs Offspring’s Gut Ecosystem Altering Colonization Resistance and Immunity to Infectious Colitis in Mice: https://doi.org/10.1002/mnfr.202000635

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