Los primeros meses de lactancia son vitales para el desarrollo de los bebés. En este tiempo, no solo crean los lazos afectivos con la madre, sino que sientan las bases para lo que será su desenvolvimiento físico y mental durante toda su vida. Por este motivo, saber qué tipo de consecuencias trae amamantar a los bebés de madres deprimidas nos ayudará a entender cómo estos podrían desempeñarse en su adultez.
Con esta meta, se desarrolló una investigación que se publicó recientemente en la revista científica Neuropsychobiology. Gracias a esta, se ha podido ahondar en áreas del desarrollo de los bebés como su humor, su desarrollo neuronal y sus actitudes dependiendo de variables como el estado anímico de sus madres, el tipo de lactancia y el contacto físico intercambiado.
Esto se vuelve particularmente relevante en el caso de las madres con depresión, ya que se ha visto que la condición puede terminar por impactar también en los bebés. Un detalle que vale la pena investigar ya que, por lo menos en Estados Unidos, al menos 1 de cada 9 mujeres se enfrenta a la depresión postparto.
Como consecuencia, nos encontramos ante un fenómeno común que impacta notoriamente en las futuras generaciones de la sociedad. Por ello, el poder entender claramente cómo este las afecta y en qué áreas, se convierte en una necesidad.
Para medir la relación entre las madres deprimidas y su forma de amamantar a los bebés
Para poder determinar los efectos de la depresión postparto en el desarrollo de las relaciones madre e hijo los investigadores reclutaron a 113 madres con sus respectivos bebés. Estas se dividieron en dos grupos: con y sin depresión.
Luego de esto, en ambos se monitorearon elementos como el tipo de lactancia (si amamantaban o daban biberón) y el contacto físico (caricias, agarres, masajes, etc.) madre-hijo. Además, se midió en los niños el nivel de actividad del encefalograma (EEG). Es decir que se monitoreó la existencia de asimetría entre los hemisferios del cerebro.
La depresión no fue el factor determinante
Las revisiones se hicieron entre el primer y tercer mes de vida de los bebés. Gracias a ellas, establecieron correlaciones entre la depresión en las madres, el modo de amamantar y el contacto físico a la hora de la lactancia. Contra lo que se esperaría, no todos los bebés de madres depresivas experimentaron los mismos problemas de desarrollo.
De hecho, lo que más intervino en el proceso de desarrollo fue el tipo de lactancia que experimentaban. Esto debido a que, incluso si las madres estaban deprimidas, aquellas que amamantaban directamente tenían más contacto físico con su bebé. Por esto, creaban lazos más fuertes y sanos con él.
Por otro lado, el amamantar con biberón disminuyó el contacto físico y colaboró con un nivel mayor de asimetría de la función cerebral. Curiosamente, incluso los bebés de madres sin depresión experimentaron una versión más leve de este problema cuando eran alimentados constantemente con biberones.
La falta de contacto físico determinó posibles conductas posteriores
Justamente la disminución del contacto físico madre-hijo fue lo que pudo establecer cambios en el posterior desarrollo de los bebés. Por ejemplo, aquellos que lo tuvieron en menor medida, se mostraron más propensos a tendencias motoras de retraimiento e inhibición de las conductas de socialización.
“En última instancia, nuestro estudio proporciona evidencia de que el cuidado sensible que ocurre, incluso para las madres con depresión posparto en el contexto de una lactancia materna más predominante, puede redirigir el riesgo neurofisiológico, temperamental y socioemocional a través de experiencias táctiles diádicas en el desarrollo temprano”, concluyeron los autores.
Referencia:
Affectionate Touch in the Context of Breastfeeding and Maternal Depression Influences Infant Neurodevelopmental and Temperamental Substrates: https://doi.org/10.1159/000511604