Mujer mordiéndose las uñas de las manos.
Crédito: Ken Kaminesky. Vía Getty Images.

Eliminar viejos hábitos requiere de una sumatoria de tiempo y esfuerzo que a muchos nos cuesta dominar. Por lo general, se considera que existen fórmulas predeterminadas que podemos seguir para poder dejar a atrás comportamientos o patrones que ya no deseamos en nuestra vida. Sin embargo, a la hora de ponerlo en la práctica, nos demos cuenta de que no es un proceso tan sencillo.

Los hábitos, como tales, se engranan en nuestra cotidianidad y se hacen parte de nuestro día a día. Por este motivo, los atletas suelen sentir que “necesitan” entrenar, ya que su cuerpo se ha acostumbrado a ello. Igualmente, las personas con adicciones también se habitúan a consumir una sustancia equis, que termina por hacerlos también sentir la “necesidad” de buscarla.

En ambos casos la biología actúa de formas distintas –algunas más beneficiosas que otras– para llevar a los individuos hasta aquello a lo que están “acostumbrados”. Por este motivo, a la hora de romper un hábito viejo, nos vemos enfrentados con los aprendizajes que nuestro propio organismo desea repetir. En consecuencia, la tarea a muchos se nos puede hacer más compleja de lo esperado cuando queremos eliminar un hábito dañino.

El mito de los 21 días

Dentro de las ideas que se han dispersado sobre los hábitos y el tiempo que toma tanto eliminarlos como crearlos, una de las más comunes corresponde al mito de los 21 días. Esta creencia se inició gracias al libro ‘Psycho-Cybernetics’ (1960) del cirujano plástico Maxwell Maltz.

Dentro de su escrito, este recalcaba que sus pacientes solían tardar unos 21 días en habituarse a su las nuevas características de su rostro. Por lo cual, se asumía que luego de este tiempo se había creado el “hábito” de ver su nueva cara.

No obstante, a pesar de que sus observaciones fueron válidas, no es posible dar una cifra tan específica a los procesos de creación y reemplazo de hábitos. De hecho, los lapsos para estos pueden ser mucho más variados de lo que esperaríamos.

Crear un hábito toma más tiempo de lo que creemos

Como una prueba de lo diferentes que puede ser el tiempo requerido por una persona para desarrollar o eliminar hábitos, podemos mencionar la investigación publicada en el European Journal of Social Psychology durante el 2009. Dentro de esta, los investigadores Phillippa Lally, Cornelia H. M. Van Jaarsveld, Henry W. W. Potts y Jane Wardle del University College London estudiaron los laptos requeridos para el establecimiento de un hábito.

Para esto, observaron a un total de 96 personas durante 12 semanas. En algunos casos anteriormente reportados, se ha visto que algunos patrones se pueden adoptar en 18 días y que otras incluso llegan a requerir 254 para arraigarse. Pero, en el estudio, como promedio, los nuevos hábitos se establecieron luego de 66 días.

¿Cuál es el tiempo real que nos toma el eliminar viejos hábitos?

Ahora, usando la información antes mencionada, también podemos entender entonces que el tiempo para eliminar viejos hábitos también podrá variar. Para formar un nuevo patrón de conducta usualmente necesitamos básicamente tiempo y mucha voluntad. Ahora, para poder deshacerse de uno, se necesitará otro poco de esta misma mezcla.

Sin embargo, lo que cambiará acá es que no se estará trabajando sobre un terreno “nuevo”. Según comentó el psicólogo Timothy Pychyl en Hopes and Fears para Alison Nastasi, el eliminar hábitos viejos en realidad es simplemente establecer nuevos sobre los patrones antiguos.

En otras palabras, para eliminar el hábito de fumar, por ejemplo, es mejor cambiarlo poco a poco por otro, en lugar de eliminarlo por completo. Como una opción para esto existen entonces los chicles de nicotina y los cigarrillos eléctricos, que ayudan a los individuos a cambiar paso a paso una costumbre por otra.

Ahora, la dificultad estará en que, para construir un nuevo hábito predeterminado, este tendrá que hacerse más potente y notorio que el original. Acá, el tiempo que haya pasado el hábito en nuestra vida, determinará qué tan difícil será eliminarlo.

Por ejemplo, si un adulto que ha pasado toda su vida mordiéndose las uñas busca cambiar su hábito, probablemente se demore más tiempo en hacerlo que un niño pequeño que apenas está comenzando. Igualmente, un fumador habitual de años tendrá más problemas para dejar el cigarro que uno que apenas tenga un año con el vicio. Todo porque el hábito estará más arraigado en su cerebro y será más difícil reemplazarlo con otro patrón.

¿Hay un truco para dejar atrás los viejos hábitos?

Al igual que con el tiempo determinado para eliminar los hábitos, no existe tampoco una fórmula específica para deshacerse de ellos. En general, si se cuenta con tiempo, motivación y voluntad, el proceso solo requerirá de constancia y paciencia.

Por lo que, en general, todo lo que se requiere es encontrar buenos motivadores que le permitan a las personas seguir adelante con su meta. De esta forma, poco a poco irán dando los pasos necesarios para eliminar los malos hábitos en el tiempo y podrán reemplazarlos con otros más beneficiosos.

Referencia:

How are habits formed: Modelling habit formation in the real worldy: DOI: 10.1002/ejsp.674

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