Los perros son conocidos como los mejores amigos del hombre y su capacidad de entender no solo nuestras palabras sino también nuestras actitudes los ha convertido en espléndidos compañeros. Por este motivo, no son pocas las veces en las que hemos escuchado alabar su particular inteligencia y capacidad de entendernos mucho más que otros animales.
En general, esto no tendría que sorprendernos considerando la relación tan cercana que han tenido el humano y el perro desde épocas antiguas. Y mucho menos si sumamos que los perros son mucho más propensos a buscar el contacto humano, en comparación con otros animales.
Sin embargo, esta “comunicación” que existe entre personas y canes podría tener mucho menos que ver con las palabras de lo que podríamos creer. De hecho, el estudio publicado recientemente en Royal Society Open Science por los investigadores L. Magyari, Zs. Huszár, A. Turzó y A. Andics incluso anuncia que los perros podrían entendernos mucho menos de lo que nosotros creemos.
Las capacidades de cognición de los perros no están en duda, pero…
En estudios de años anteriores, como el que se publicó en el 2018, se determinó que los perros no solo pueden asociar sonidos de palabras con objetos de forma simple, sino que pueden “entender” y desarrollar una escueta representación mental del concepto.
Sin embargo, esta nueva investigación indica que, aunque esto pase con algunas palabras, los perros siguen siendo mucho más propensos a la confusión de lo que esperaríamos. De forma general, podríamos no notar esto debido al resto de las desarrolladas habilidades comunicacionales de los canes.
Por ejemplo, se habla de que los perros podrían tener una región del cerebro dedicada a interpretar las expresiones faciales humanas. Este detalle explicaría entonces por qué otros estudios han indicado que nuestros sistemas de procesamiento facial difieren notoriamente del de los canes –ellos tienen uno particularmente dedicado solo a nosotros–.
Igualmente, los perros son animales profundamente empáticos, por lo que son capaces de cambiar su comportamiento y estado emocional para ir acorde al de sus dueños. Gracias a esto, incluso si a veces no entienden del todo nuestras palabras, es muy probable que reaccionen según lo esperado, gracias a sus otras capacidades de socialización y comunicación con los humanos.
Ahora, ¿por qué son justamente las palabras aquellos a lo que los perros aún no han podido adaptarse? Esa sigue siendo una pregunta sin resolver. Pero, mientras tanto, los investigadores al menos han logrado determinar un posible origen para la confusión fonética a la que los perros están sometidos.
Nuestras palabras podrían son ser tan fáciles de entender para nuestros perros
En general, a pesar de los empáticos, observadores e inteligentes que puedan ser nuestros perros, a veces pareciera que nuestras palabras no son suficientes para que puedan entender lo que les decimos –algo que es definitivamente cierto–.
Como ya lo mencionamos, los canes se valen de muchos otros mecanismos para poder entender qué les estamos comunicando o qué queremos de ellos. Por esto, cuando les enviamos mensajes encontrados o inconsistentes con nuestras actitudes, muchas veces podemos terminar confundiéndolos, aunque siempre les digamos exactamente lo mismo.
Asimismo, si les decimos palabras diferentes, pero fonéticamente similares, con una misma intención, es probable que el perro acate nuestra orden de todos modos. Los investigadores se enfocaron específicamente en este caso y trabajaron con una muestra de 40 perros. De entre estos, se tomaron en cuenta los 17 que dieron resultados más confiables.
Para la prueba, se expuso a los canes a tres comandos: uno original, uno fonéticamente similar y otro que no sonara igual. Como ejemplo, se habló de las palabras ‘sit’ (siéntate, en inglés), ‘sut’ (que no tiene sentido semántico) y ‘bep’ (que no tiene sentido semántico ni se parece fonéticamente a la orden original).
En la mayoría de las veces, los perros responderían de igual forma a los comandos intercalados ‘sut’ y ‘sit’. Por su parte, ‘bep’ sí sería mayormente ignorado. Con esto, se vio que los perros se enfocan un poco más en la generalidad fonética y la intencionalidad de la orden, que en las palabras en sí, para poder “entender” lo que les decimos.
¿Es una cuestión de atención?
Según comprobaron los investigadores utilizando escáneres cerebrales en los canes evaluados, las limitaciones o fallas de comprensión no se debieron a deficiencias cognitivas como tal. De hecho, los investigadores aseguraron que en otras ocasiones se ha determinado la finura del oído canino a la hora de diferenciar nuestras manifestaciones fonéticas.
Por esto, según los científicos, en estos casos el “problema” de los perros es una simple falta de atención. Al igual que los bebés durante sus primeros 14 meses de vida, parece que los canes no distinguen detalles fonéticos todo el tiempo. De hecho, su cerebro tiende a dar prioridad a otros signos.
La diferencia acá radica en que, cuando el bebé crece, su capacidad de discernimiento auditivo se pule. Por su parte, los perros se mantienen debajo de este umbral que hace que no le presten tanta atención a lo que decimos.
Sin embargo, puedan o no entender nuestras palabras, los perros al final siguen siendo capaces de comprender lo que queremos, siendo este el detalle que los ha hecho nuestros mejores amigos durante miles de años.
Referencia:
Event-related potentials reveal limited readiness to access phonetic details during word processing in dogs: https://doi.org/10.1098/rsos.200851