De acuerdo a la investigadora Paula Findlen, profesora de historia italiana en la Universidad de Stanford, hay paralelismos entre la pandemia de COVID-19 de hoy y la Peste Negra de la Italia del siglo XIV, así como algunas lecciones que podemos aprender de esa época.

Para los italianos en el siglo XIV, al principio la Peste Negra parecía extraordinaria, pero su repetido retorno la convirtió en una parte tan importante de la vida cotidiana que, aunque se volvió una molestia económica y un problema administrativo que resolver, eventualmente condujo a avances en medicina y salud pública.

Un recordatorio

Los italianos del Renacimiento enfrentaron problemas relacionados con la Peste Negra que nos pueden parecer familiares hoy en día, como las dificultades para informar de forma fiable sobre la enfermedad, las campañas de desinformación y las tensiones políticas entre los estados en torno a su respuestas.

Para aquellos días, las personas respondieron creativamente a las oleadas iniciales de la mortal peste. Pensaban en la vida y la muerte, el amor y la amistad, la enfermedad y la salud de manera diferente y, finalmente, tomaron el pulso moral de su sociedad.

La Peste Negra acabó con un tercio de la población de Europa y se repitió en sucesivas oleadas hasta 1490, llegando finalmente a ser responsable de la pérdida de unos 200 millones de personas.

La profesora Findlen explica que la historia de las pandemias, y no solo la peste, pone en perspectiva nuestros temores sobre COVID-19, y resalta el hecho de que con muchos menos recursos que los que disponemos hoy, las sociedades de aquella época encontraron formas de recuperarse del impacto de la enfermedad, un recordatorio que nos alienta a ser creativos y resistentes con los desafíos a los que nos enfrentamos en la actualidad.

Desde la antigüedad, las personas han debatido si permanecer o huir durante una epidemia y cómo evitar que se produzcan otras. La «cuarentena» es un legado específico de cómo las ciudades de la Edad Media tardía respondieron a la peste. La primera ley destinada a prevenir la propagación de la enfermedad conocida por los venecianos en el año 1377, especificaba un encierro de 30 días, pero luego evolucionó a 40 días, que es lo que significa cuarentena.

Visión medicalizada

La incapacidad de la medicina del siglo XIV para evitar la peste planteó un desafío al poder explicativo de su ciencia, tan cuestionada en aquellos días. Fundamentalmente, llevó a los médicos a prestar más atención a lo que podían aprender directamente de los cuerpos y los factores ambientales que contribuyeron a la enfermedad.

La salud como un bien común y colectivo, lo que hoy englobamos en el concepto de salud pública, terminó de establecerse con la Peste Negra, aunque nunca se trató solo de la atención a la enfermedad, sino que también abarcaba una infraestructura que contribuía al bienestar de la sociedad en general.

La historiadora Paula Findlen (en la imagen) resalta que las sociedades de aquella época encontraron formas de recuperarse del impacto de la enfermedad, con muchos menos recursos que los que disponemos hoy.

El retorno repetido de la peste se convirtió en una razón para invertir más en hospitales y para reutilizar los asilos de leprosos, cuya población había disminuido, convirtiéndolos en «casas de plagas» en las afueras de ciudades. Finalmente, estos esfuerzos condujeron a una burocracia encargada de mantener una sociedad sana.

La visión “medicalizada” de la salud pública se hizo mucho más común durante los brotes de peste y otras enfermedades del siglo XVII que en el siglo XIV. Los primeros estados modernos mostraron un mayor interés en vigilar y mantener la salud, especialmente entre los habitantes pobres, desplazados y extranjeros que no podían reclamar la ciudadanía.

Eventualmente, la peste fue solo una de las muchas formas en que las personas de sociedades antiguas morían repentina y prematuramente, pero su impacto fundamentó, quizá inadvertidamente, algunos de los beneficios de los que hoy disfrutamos y por los que deberíamos estar agradecidos, como disponer de agua limpia, tener una mejor dieta y saneamiento, así como contar con antibióticos y otras innovaciones médicas.

Referencia: For Renaissance Italians, combating black plague was as much about politics as it was science, according to Stanford scholar. Stanford News, 2020. https://stanford.io/3fLm3qa

Mary Quintero

Bióloga. Apasionada por la escritura. Asesora y orientadora de medios digitales. Escribo sobre mi pasión: las ciencias.

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