Los dispositivos digitales se han hecho comunes e indispensables en nuestra vida diaria, pero ello no implica que debamos darle rienda suelta a su uso. Como mencionamos en un artículo previo sobre el estrés que se ha comprobado que causan en sus usuarios, se trata de mantener una relación saludable caracterizada por un uso equilibrado y no constante de los mismos.
A estos hallazgos se suman los de una nueva investigación publicada en la revista Journal of Developmental & Behavioral Pediatrics, que sugieren que la exposición temprana a los teléfonos inteligentes, consolas de videojuegos, televisión y otros dispositivos de pantalla pueden estar relacionados con trastornos elevados del sueño y dificultades emocionales y conductuales (EBD) en niños en edad preescolar con trastornos del desarrollo neurológico (NDD).
El efecto de las pantallas en niños con trastornos del desarrollo neurológico
Un equipo de investigadores del Hospital KK de Mujeres y Niños (KKH) y la Universidad Nacional de Singapur analizó 367 niños en Singapur con edades comprendidas entre dos y cinco años y con presencia de trastornos como como autismo, retraso del lenguaje, retraso del desarrollo global y trastornos del aprendizaje.

Consultaron con su cuidador para conocer los detalles del uso de dispositivos de pantalla y los hábitos de sueño de los niños, así como las posibles dificultades emociones y de comportamiento que experimentaron en el período de seguimiento comprendido entre 2015 y 2017.
Los investigadores notaron que un poco más de la mitad estuvo expuesto a pantallas o comenzó a usar dispositivos con pantallas a los 18 meses, e incluso antes, y esto en parte gracias a que al menos 57.7 por ciento tenía al menos uno de estos dispositivos en sus dormitorios.
Además, el 93.9 por ciento de los niños incluidos en el estudio excedió el tiempo límite de una hora de uso de dispositivos de pantalla recomendado por la Academia Estadounidense de Pediatría.
Y en efecto, se observaron problemas de sueño en muchos de los participantes. 72.3 por ciento de los niños tenían problemas de sueño elevados, según los informes emitidos por sus padres, y 59.9 por ciento de ellos experimentaban dificultades emocionales o conductuales.
Los investigadores también observaron los contextos en los que los niños se exponían a los dispositivos. Encontraron que el mayor uso de pantallas en los niños se daba en aquellos con padres que mostraban un mayor uso de las mismas, y sobre todo en aquellos con menores probabilidades de establecer reglas domésticas para controlar su uso.
Problemas de sueño y de comportamiento eran causados por las pantallas

En vista de que los niños presentaban alguna de las condiciones ya mencionadas, los investigadores aplicaron un método estadístico para separar sus efectos de los del uso de las pantallas. Así podrían estar seguros de que los problemas de sueño eran causados realmente por la exposición a las mismas y no eran un signo de su trastorno. Pero como indica el Dr. Mae Wong, Consultor Senior, Departamento de Desarrollo Infantil del KKH, y líder de esta investigación:
«A pesar de controlar esto, todavía había una asociación clara entre la primera exposición a la pantalla antes de los 18 meses de edad y la presencia de uno o más dispositivos de pantalla en el dormitorio, con problemas de sueño, peor calidad del sueño y más EBD. Además, los niños que ambos factores de estilo de vida tuvieron más problemas de sueño y EBD que aquellos que experimentaron un solo factor de estilo de vida».
Wong añade que este grupo de niños suele tener más dificultades para dejar de usar los dispositivos de pantalla, posiblemente debido a la naturaleza atractiva y repetitiva del contenido de la pantalla. Si se les permite usarlos con más frecuencia, es probable que estos problemas se acentúen.
Modificar estilo y entorno de vida familiar
Ante estos resultados, los investigadores indican que es necesario que los padres y cuidadores estén al tanto de los efectos perjudiciales del mal uso de los dispositivos de pantallas, sobre todo en lo referente a la calidad del sueño y comportamiento de los niños pequeños.
Además, modificar el estilo y entorno de vida familiar, de modo que se reduzca en la medida en que sea posible la exposición a pantallas interactivas en los niños menores de 18 meses de edad. Cuando sea el momento de usarlas, los padres y cuidadores también deberían participar para enseñar a los niños.
Referencia:
Digital phenotyping by consumer wearables identifies sleep-associated markers of cardiovascular disease risk and biological aging. https://www.nature.com/articles/s42003-019-0605-1