De manera sostenida e incansable se nos han señalado los beneficios de hacer ejercicio. Constantemente se nos alienta a levantarnos del sofá y estar activos físicamente, entre otras cosas para perder peso, mejorar la salud cardiovascular, dormir mejor y, en general, para disfrutar de una mejor calidad de vida.
La prueba de que esta campaña en pro de la actividad física ha tenido efectos, es el incremento continuo del número de personas que participan en programas de ejercicio regulares. Sin embargo, el ejercicio intenso más allá de los límites personales o físicos puede inducir varios tipos de daño musculoesquelético, incluida la rabdomiólisis inducida por el ejercicio.
Rara, dolorosa y potencialmente grave
La rabdomiólisis es una rara condición que ocurre cuando las células musculares explotan y filtran su contenido al torrente sanguíneo. Esto puede causar una variedad de problemas que incluyen debilidad, dolor muscular y orina oscura o marrón. El daño puede ser tan grave que puede provocar lesiones renales y, en algunos casos extremos, la muerte.

Afortunadamente, la mayoría de las personas que sufren de rabdomiólisis no se enferman lo suficiente como para requerir hospitalización. Pero si después de un entrenamiento intenso se llega a experimentar alguno de estos síntomas, es una buena idea programar una cita con el médico. Una simple prueba de sangre y orina podría ayudar a establecer el diagnóstico.
La rabdomiólisis inducida por ejercicio está bien descrita entre los atletas y el personal militar, individuos que generalmente están en buena forma física y saludables; la condición se presenta con dolor muscular, creatina quinasa alta y, a menudo, con mioglobinuria y una lesión renal aguda.
En personas “normales”
Pero no todas las personas que experimentan rabdomiólisis inducida por el ejercicio son atletas o soldados de élite. La mayoría de los casos se presentan en personas perfectamente “normales” que han hecho lo que podría considerarse una cantidad de ejercicio “normal”.

En estos pacientes, la rabdomiólisis ocurre debido a una de las siguientes causas: el ejercicio se ha llevado a cabo en un entorno particularmente estresante; es la primera manifestación de un trastorno muscular genético subyacente (como las afecciones relacionadas con el receptor de rianodina tipo 1), o hay un trastorno subyacente de homeostasis del calcio, miopatía estructural o rasgo de células falciformes subyacentes.
A pesar del riesgo involucrado, los expertos dicen que la rabdomiólisis no debería ahuyentar a las personas del ejercicio o hacerles pensar que están en peligro si van al gimnasio. El síndrome es raro y ocurre en pequeñas cantidades.
No obstante, los médicos dicen que se debe tener cuidado con el ejercicio riguroso, especialmente en los casos en que recién se está incorporando la actividad física a la rutina diaria.
Es probable que haya mucho entusiasmo al asumir un nuevo programa de ejercicio, pero desafiar al cuerpo a sus límites es algo que se debe llevar con calma, siempre evitando los extremos y estando conscientes de cuál es el nivel de condición física.
Referencias:
Exercise-induced rhabdomyolysis mechanisms and prevention: A literature review. Journal of Sport and Health Science, 2016. https://doi.org/10.1016/j.jshs.2015.01.012
Exertional rhabdomyolysis: physiological response or manifestation of an underlying myopathy? BMJ Open Sports & Exercise Medicine, 2016. https://doi.org/10.1136/bmjsem-2016-000151