Cuando hablábamos de lo importante que es para los humanos mantener el equilibrio en sus vidas, uno de los aspectos más resaltantes fue el de la interacción con otros. Los humanos son naturalmente sociales, y aunque muchos sean más retraídos que otros, casi todos son conscientes de que necesitan de otros para su supervivencia.
Conviene aquí citar otro estudio que reveló que la vida de los humanos se alarga cuando mantiene relaciones de calidad con otras personas a lo largo de ella. De modo que ni la riqueza, ni el éxito profesional ni los buenos genes parecen ser tan influyentes en la longevidad como lo son las buenas relaciones.
Sin embargo, también es un hecho que solemos apegarnos más a lo material y que muchas veces descuidamos nuestras relaciones por ello. Otras personas simplemente no son muy dadas a interactuar con otras, mientras que otras parecen ser demasiado egoístas para establecer relaciones sanas y duraderas. ¿Pero esto por qué ocurre?
Principio de reciprocidad directa

Varias historias infantiles involucran a personajes que ejercen acciones bondadosas para con otros, y reciben una recompensa a cambio de ello, sin haberlo esperado. Esto se conoce como el principio de reciprocidad directa, y consiste simplemente en retribuir la ayuda que hemos recibido de otros en el pasado.
Los especialistas sostienen que el éxito de las comunidades y la evolución de la cooperación en general se deben precisamente a la aplicación de la reciprocidad directa. Y es fácil creerlo, pues vemos que esto también está relacionado con los modales y la cordialidad entre personas, conocidas o extrañas, y la formación de buenos ciudadanos.
Partiendo de ello, podríamos pensar que se trata de un comportamiento nato en los seres humanos, pero un estudio reciente ha revelado que la reciprocidad de la ayuda no es un rasgo natural ni intuitivo en los seres humanos.
Los niños no mostraron reciprocidad directa ante un favor
Los investigadores partieron de la siguiente idea: al ser la reciprocidad el resultado de un proceso evolutivo en la forma en que interactúan los seres humanos, podríamos observar dicho comportamiento en los niños pequeños.
Entonces crearon un juego de computadora simple, especialmente diseñado para niños de 4 a 8 años de edad, en el que interactuarían con cuatro avatares, informándoseles que estos correspondían a otros niños que también estaban jugando.
En una de las dinámicas, todos los niños recibieron una calcomanía, mientras que uno de ellos no recibió ninguna. Entonces uno de los jugadores que sí la tenía se le dio la suya al que no. Nuestra idea de lo correcto nos hace imaginar que en una situación contraria posterior, el niño que recibió la calcomanía habría tenido un gesto similar, pero esto no fue así.
En la siguiente dinámica, este niño recibió una segunda calcomanía que podría entregar a uno de los otros participantes, pero se negó a hacerlo. Los investigadores observaron que cuando los niños se vieron obligados a regalar su nueva calcomanía, o simplemente interactuando con otros de su mismo grupo, los niños terminaron por dar su calcomanía al azar a otro niño, sin mostrar preferencia por aquel que se la había regalado primero en un principio.
De modo que no se observó evidencia de que los niños respetaran el principio de reciprocidad directa. Este comportamiento se encontró en los participantes de todas las edades, por lo que podríamos descartar que esto fuera influenciado por la edad.
También descartan el hecho de que no se acordaran de quien les había dado la calcomanía, pues comprobaron por medio de preguntas directas a los niños que estos en efecto recordaban quién les había hecho el favor.
La reciprocidad se manifiesta más en el rencor

Hasta ahora hemos hablado de devolver favores, ¿pero qué pasa si en lugar de un favor, alguien atenta contra nosotros? El principio de reciprocidad directa también aplica aquí, y tristemente los investigadores lo observaron en los niños de su estudio.
Realizaron una dinámica que consistía en que los participantes jugaran una versión de «robo» de la tarea. Uno de los cuatro jugadores robó una calcomanía, y luego, cuando todos tenían la misma cantidad, uno de los niños tuvo la oportunidad de robar una de ellas. La respuesta de los niños fue ir contra el ladrón y arrebatarle la calcomanía para que los puntajes se igualaran.
Nuevamente descartaron que el comportamiento estuviera estimulado por la edad o por una memoria deficiente. Se observó que en ambas dinámicas los niños recordaban tanto al que les hizo el favor como al que les robó. Sin embargo, su reciprocidad directa se manifestó únicamente para devolver el mal a quien se los hizo.
Es necesario orientar a los niños sobre ser recíprocos
Siguiendo la primera dinámica, los investigadores les preguntaron a los niños “¿A quién se debe dar?”. Los mayores con edades entre siete y ocho años escogieron a la persona que les había dado la calcomanía, mientras que los más pequeños escogieron a la persona al azar.
Con ello, comprobaron que los niños pequeños simplemente no conocen este principio. Por lo general, a esa edad no se tiene conciencia de la obligación, pero sí se ha estipulado que intentan cumplir con las expectativas sociales. De modo que, para poder aplicarlo, debe enseñárseles primero.
Pero para corroborar si lo aplican en verdad luego de habérseles mencionado, los investigadores hicieron otro experimento. A un grupo de niños se les hizo escuchar una historia de reciprocidad directa positiva: «Recuerdo que Tom me dio una pegatina ayer, así que debería hacer lo mismo por él hoy». El otro grupo también escuchó una historia similar en que los personajes tuvieron buenos gestos para con otros, pero no de manera recíproca.
Entonces ambos grupos de niños jugaron el mismo juego que antes, pero esta vez los resultados fueron diferentes. En los niños que escucharon la historia de la reciprocidad directa hubo mayor tendencia a devolver el favor a la persona que se los hizo primero en comparación con los que escucharon la segunda historia.
Tenemos pues, que a pesar de nuestra propensión al egoísmo y la venganza, un correcto adiestramiento en la juventud nos puede guiar a ser más recíprocos con aquellos que nos hacen un bien.
Referencia:
Paying back those who harmed us but not those who helped us: Direct negative reciprocity precedes direct positive reciprocity in early development. https://psyarxiv.com/vjb6q/