Si retrocedemos un poco en el tiempo, podemos afirmar que el Concorde fue una máquina adelantada a su tiempo en muchos aspectos. A pesar de que, el accidente del vuelo 4590 de Air France fue el punto de inflexión para su desaparición, los elementos financieros y las políticas de seguridad del avión habían alcanzado un grado óptimo de madurez.
Cuando el último Concorde aterrizó, ninguna compañía del sector aeronáutico se planteó la posibilidad de fabricar de nuevo un avión supersónico. Las limitaciones de volar uno de estos aviones en función de costos y regulaciones en Europa y EE.UU., puso en “stand by” su desarrollo. Lamentablemente, el ruido generado por las explosiones supersónicas comenzó a ser un tema prioritario en materia de seguridad, más allá de que los vuelos sobre el océano eran casi tan rápidos como la velocidad del sonido.
Después de ver al primer hombre caminar sobre la Luna, muchas personas esperaban que, para este año, ya Marte estuviese colonizado y las principales urbes del mundo fuesen una oda a “Los Supersónicos”. En vez de ello, retrocedimos en el tiempo tras la desaparición del Concorde y pasamos a tener una única estación espacial orbitando nuestro globo terráqueo.
Las compañías aéreas hacen lo propio

¿Es posible que los aviones supersónicos vuelvan al cielo? Las recientes innovaciones tecnológicas del sector aeronáutico han abierto un mundo de nuevas posibilidades para el desarrollo de este tipo de vehículos. Por ejemplo, Aerion, un fabricante de aviones estadounidense, anunció recientemente la construcción de un avión capaz de viajar a la velocidad del sonido sin emitir un “boom sónico”.
Un informe de Forbes reveló posteriormente que Lockheed Martin, colaborador de Aerion en este proyecto, había abandonado la startup para unirse a Boeing. En ese momento, Steve Nordlund, director de Boeing NeXT, afirmó que la experiencia de Martin ofrecía a su compañía el impulso adecuado para el desarrollo de los vuelos supersónicos sostenibles del futuro.
El plan de Aerion se basa en el desarrollo de un avión comercial que recorrería 7778.4 kilómetros a velocidad mach 1.4 (1728.72 Km/h). Por su parte, la startup Boom Supersonic, con sede en Colorado, ha planteado la creación de un avión con capacidad para transportar 55 personas, que ofrecería viajes por un precio similar al de los boletos de clase ejecutiva de los aviones comerciales convencionales.
¿Un avión supersónico ecológico?

A diferencia de la década de 1970, donde las personas no tenían restricciones para fumar cigarrillo, nadie tenía smartphones y los conductores no usaban cinturón de seguridad de camino a casa, hoy en día hay reglas para casi todo. La seguridad, la privacidad, la salud y, sobre todo, el bienestar de las demás personas.
Hace 40 años, el tema del calentamiento global y la huella de carbono no eran temas de importancia como lo son actualmente. Es posible que los aviones supersónicos de próxima generación deban someterse a estrictas regulaciones ecológicas si esperan volver a los cielos. En junio pasado, la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) reveló sus planes para suavizar las prohibiciones de ruido, con el objetivo de permitir las pruebas de aviones supersónicos en el espacio aéreo de EE.UU.
Por su parte, el congreso estadounidense también ha planteado la posibilidad de levantar la prohibición actualmente vigente de los vuelos supersónicos, con la finalidad de impulsar el desarrollo de esta tecnología.
En todo caso, si se construye un avión respetuoso del medio ambiente y cuya carga sónica no sea abrumadora, es posible que los aviones supersónicos vuelvan para convertirse en una solución de transporte coherente con la realidad tecnológica del mundo en el que vivimos.
Actualmente, la NASA trabaja en la reducción del ruido de estas máquinas mediante su proyecto X-59 . A través de una meticulosa configuración de la estructura del avión, el plan es debilitar las ondas de choque o evitar que alcancen el suelo.
Las primeras pruebas de vuelo están pautadas para el 2021, por lo que dependerá del éxito en el proyecto de la NASA para erradicar una de los principales obstáculos del vuelo supersónico.